Cazadores de sueños

CAPÍTULO III

- ¿Hacia donde debemos dirigirnos ahora? Preguntó Douglas.

- Hemos perdido contacto hace poco mas de dos años con el mundo exterior, ni radios, ni telefonos, mucho menos televisión que pueda informarnos de la situación en otros paises. No sabemos a que nos enfrentamos.

- Si nos quedamos aquí, Greslyn, se nos hará imposible controlar la situación, Londres y todo Reino Unido está al borde del colapso, necesitamos encontrar mas personas que nos apoyen, y... Maximiliano lleva seis meses haciendo investigaciones por su cuenta. Ni si quiera sabemos si aún sigue con vida.

- Sabes que lo está, y no vas a aprovecharte de su ausencia para tomar decisiones por tu cuenta, no voy a permitirlo, y el equipo tampoco va a estar de acuerdo, aunque no los necesito a ellos para tratar contigo.

Douglas sonrió en tono burlesco, no podía soportar que una mujer le hiciera frente sin temblarle tan siquiera, una sola uña. Pues era un hombre con una estatura que alcanzaba los dos metros con facilidad, una enorme masa de carne y musculos, pero también con algo de materia gris, cualquier persona con esa complexión física, y además de eso, inteligente y metódico, lo hacía alguien peligroso y de temer. Pero no Greslyn, y eso lo odiaba, como lo odiaba.

Greslyn no confiaba en él, pues desde que se unió al equipo hace un año aproximadamente, siempre sintió que ocultaba algo, pensaba que era el tipo de persona que aprovecharia cualquier oportunidad para tomar ventaja, sin importarle quien dejara a su paso. A pesar de no ser una mujer, creanme cuando digo, para nada débil, odiaba estar a cargo, dar ordenes y planificar los próximos pasos, pues eso era tarea de Maximiliano, a quién ella creía, se le daba mucho mejor.

- ¿Apostarías tu vida en ello? Bufó Douglas en tono amenazante, o al menos ella así lo tomó.

- No necesito apostar nada, tu tampoco tienes la necesidad de intentar provocarme, eso es muy infantil para alguien de tu apariencia ¿no lo crees?

- Maldita perr...

- ¡Ya basta! Es hora de irnos... Tenemos ordenes. Abigail entró en la sala, con sus tacones altos resonando a cada paso, como si acallara todo con su mera presencia, cabello corto castaño y un aroma tan raro de apreciar en estos tiempos,que hacía que cualquiera, hombre o mujer, se detuviera a admirar una mujer, que pareciese que el tiempo ni el estres, ni las calamidades, hubieran tan siquiera rosado uno solo de sus cabellos.

- No te esperaba tan pronto, Abi. Y, ¿que quieres decir con eso? Preguntó Greslyn en tono curioso, girando su cuerpo en dirección opuesta al corpulento Douglas, quién no podía ocultar su cara enojo y odio hacia Greslyn. Jurando a regaña dientes, que se las iba a pagar algún día.

- Maximiliano ha enviado una nota, la recibí hace un mes, pero creo que es hora de movernos. Dejen de estar jugando de una jodida vez.

- Debe haber una buena razón para que lo hayas ocultado... y quiero saberlo ahora.

- Dice que ha reunido cierta información de personas que están dispuestas a unirse a nuestra causa. Ha enviado a Cobra a Norte America, Nahin a Japón, China y Korea, Dante a Sur America y Venus a distintos lugares de África... Ellos se haran cargo de guiar y comandar, como también de entrenar a los mas "debiles" o sin experiencia. Tal vez ustedes ya han conocido a alguno de ellos, si no es así, en algún momento lo harán, pero tengan presente sus nombres.

Maximiliano estará aquí dentro de dos días, y será mejor que arreglen sus diferencias para cuando regrese.

- Si no hay forma de comunicarse con otros lugares... ¿como es que han echo eso?

- Preguntaselo a Maximiliano directamente, musculitos, por ahora seguiremos aquí en Londres. Greslyn salió por la puerta sospechosamente indiferente, como si fuera información que ya conociera. Lo que desesperaba a Douglas aún más. Encendió un cigarrillo y salió justo después de abigail, esperando conseguir algo mas de información