ᴍɪ ᴄᴜᴍᴘʟᴇᴀñᴏs

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Cristian entró a mi habitación, yo me encontraba en la cama y por su mirada sabía exactamente a lo que venía.

Y no tenía ganas de escucharlo pero lo hice de todos modos.

Se sentó a mi lado regalandome una sonrisa.

—¿Como estás? —preguntó.

Era claro que sólo era tiempo para que la noticia de que la familia Baker se había ido de la cuidad se expandiera por todas partes.

Me encantaba que mi hermano se mostrara cariñoso y preocupado por mi, él me había apoyado mucho cuando le había contado que Harry tenía fibrosis pulmonar, y venía a apoyarme otra vez.

Pero con sólo escuchar su pregunta y notar el tono de lastima de su voz bastó para echarme a llorar en sus brazos.

—Shh, está bien Sun, todo estará bien — me aferre a él con un abrazo cariñoso.

—Se fue a... —mi voz se quebró sin dejarme terminar.

Besó mi frente con dulzura y se quedó unos minutos abrazada a mi sin decir palabra, solo apoyándome con su dulce abrazo.

En esa situación comprobé que la frase "A veces un abrazo es todo lo que necesitamos para seguir adelante" es cierta.

No hizo más preguntas algo que agradecí.

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Una semana pasó, las dos semanas de vacaciones que existen entre los dos semestres ya habían empezado y llegó el día de mi cumpleaños, y no cualquiera, sino más bien el día que cumplía diez y ocho años.

Como ya me conocen no celebré con una fiesta con vestidos caros, grandes adornos y miles de personas. Solo invité a mi círculo cercano a una comida, éste círculo consistía en pocas personas, por motivos obvios Cristian y mi madre, Emma, la novia de mi hermano, William, mi gran amigo y redombes de tambores...

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Daniel.

¿Se preguntarán por qué?

Los contextualizo. Mi madre un día antes de mi cumpleaños me pidió que la acompañara a el supermercado a comprar algunas cosas para la comida, que aunque era pequeña seguía siendo una comida para seis personas.

Bueno, es bastante obvio lo que sucedió, y la verdad ahora que lo pienso, estoy feliz de que ocurriera.

¿Me lo encontré en un pasillo mientras buscaba harina?

Si, eso pasó.

¿El destino?

No lo sé.

Estaba eligiendo el paquete de la marca que mi madre siempre compraba cuando un perfume masculino muy familiar inundó mis fosas nasales.

No me tuve que voltear para saber que era Daniel.

—Hola Sun —dijo cuando me volteé y me encontré con sus ojos.

—Hola Daniel —dije no en el tono más alegre.

—¿Comprando para tu cumpleaños? —preguntó.

El hecho de que recordaba el día me produjo una sonrisa. El era una persona que siempre olvidaba todo, y esa era una de las razones por las cuales no le iba muy bien en la escuela en el área académica.

Asentí con la cabeza y seguí con lo que estaba haciendo.

Él al ver que no había continuado con la conversación se alejó.

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