⚜️ III ⚜️

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Luego de un rato recorriendo los caminos el par de amigos arribaron al fin en su primer destino. Una adorable mujer con apariencia bonachona esperaba pacientemente al repartidor, apartándose un poco cuando su escandaloso vehículo paró frente a ella.



— ¡Hola, Madame Hueves! Espero que no se haya levantado muy revuelta ni que se haya pasado por agua... —El pesado y para nada gracioso chiste de Plagg solo provocó que Nino girara los ojos exasperado, a veces su amigo era un gato sin gracia. La mujer ni se inmuto, él siempre era así; Plagg, por su lado, comenzó a buscar con la mirada lo que sería su entrega— ¿Y los huevos?


— No es que no me fie de ti, Plagg, —Decía ella, abriendo la cerca de madera que había al lado de su tienda— pero con tu conducción es mejor llevar el producto en su empaque original. —Cuando finalmente la mujer abrió la cerca habían un montón de corrales de madera y alambres, apilados unos sobre otros, en los cuales había gallinas...



Luego de decir su broma ella misma comenzó a reírse, cosa que no le hacía ni pizca de gracia al rubio— Ugh... Por Dios y esta mujer. —Mascullaba.



Se bajó de su auto y comenzó a guardar a las gallinas en la parte trasera de este, refunfuñando su mala suerte y estornudando muy fuerte. Odiaba demasiado esta situación; Nino, por el contrario, permaneció en el auto. Conocía a su amigo cuando se enojaba -lo cual era muy raro- y lo mejor era darle su espacio...


Finalmente, luego de terminar la primera tarea, azotó la puerta trasera en un afán de cerrarla y caminó hasta su lugar de conducción, estornudando todo el tiempo.



— Amigo, ¿Estas bien? —Preguntó el moreno, viendo como el rubio se acomodaba en el asiento, cerrando la puerta.


— Ah... No es nada, solo es la- —Un gran estornudo, que le enrojeció los ojos, le hizo saltar— alergia.



Cuando estaba todo listo y siendo fiel a su reputación, arrancó el auto y comenzó a conducir a toda potencia. Los parisinos tenían suerte de alcanzar a escuchar la bocina de su auto y poder apartarse, o de seguro que no la contarían.


Plagg, detrás del volante, era peligroso. Y aún más si estaba teniendo un severo ataque de alergia; cuando dio una vuelta en la curva y pasó muy de cerca de una pobre anciana, esta le grito fuerte un improperio. Plagg, como pudo, se disculpó continuando con su camino.



— Conduces muy rápido. —Le decía Nino, pegado ligeramente a su asiento.


— ¡Lo sé! —Celebraba el de ojos verdes— Desde que Emilie funciona con aceite de girasol, ¡Vuela! —En uno de los tantos baches Nino terminó por caer sobre Adrien, sintiendo el material de aquel abrigo que su amigo había llevado todo el día.


— Saliéndonos del tema... ¡Tu abrigo pica mucho! —El hombre se rascaba la cara, donde más había tenido contacto con la prenda— Parece de... Heno.

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⏰ Última actualización: Jun 19, 2020 ⏰

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Un Monstre À Paris [Hiatus Indefinido]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora