Semana Damirae (En edicción)

Rivales a amantes

Amante: [persona] Que siente una intensa atracción emocional y sexual hacia una persona y desea compartir una vida en común con ella.

*** 

Había una vez un cazador de brujas muy apuesto y competente. Sus antepasados se dedicaban a liberar el mundo del mal desde hace décadas, por lo tanto, también es su tarea; él recorría los bosques y pueblos del continente, protegía a los inocentes del mundo de la magia maligna.

Cuando llega a un pueblo los locales se acercan, escandalizados reconociendo al cazador de brujas. El pueblo se dedica a la actividad agrícola, por lo tanto, los cultivos son extensos y el cazador aprecia a las vacas pastando en las praderas. Todo es tranquilo.

Sí no fuera por los lugareños asustados podrían haber pasado por alto está localidad.

—¡La bruja maldijo mis cultivos!

El cazador alza una ceja—¿Cómo?

¿Una bruja en este pueblo? El cazador había visitado muchos pueblos atormentados por una bruja, o una aquelarre, ninguno tan ordenado y pacífico, no tenían campos, muchos morían a consecuencia de los maleficios, en ocasiones veía como la paranoia llegaba a los lugareños a extremos impensados.

Es pueblo se conforma por un camino de roca, que se concentra alrededor de una fuente y hay un mercado funcionando, donde los mercaderes y campesinos venden sus productos, parece salido de un cuento de hadas. En los pueblos con brujas no se celebran ferias locales, pero siempre puede haber excepciones.

—¡Esa niña me miró mal! —gritó una mujer. La señora cargaba a un pequeño entre sus brazos que agita un juguete y no está interesado en la conversación—. Luego, mi mantequilla se derritió en mis manos.

Las mujeres gritan horrorizadas. Le sorprende lo similar de las vestimentas de las mujeres, su cabello está oculto por un gorro blanco con pequeños volantes en la parte superior, unos vestidos elaborado a partir de telas estampadas y mandiles alrededor de sus cinturas.

—¿La miró mal?

Ella asiente— Además, se la pasa en esa biblioteca leyendo esos empolvados libros, ¡Estoy segura de que está aprendiendo conjuros! —Hay asentimientos. El cazador frunce el ceño—. Usa vestidos negros—informa.

Está confundido.

—¡La bruja maldijo mis cultivos! —vuelve a exclamar un granjero.

—Le habla a los sapos.

—Tiene una cabaña en una zona apartada—acusa otra—. No deja que nadie la visite. Mi hijo dice que la espió por la ventana y estaba revolviendo un caldero, ¡Un caldero!

—¡Suficiente! —el cazador los detiene—. ¿Dónde está la bruja?

—Yo lo puedo guiar hasta ella, pero es muy poderosa. Lo dejaré cerca—un granjero da un paso al frente. Observa su mano, sus labios se contraen y levanta la vista—. Confiamos en usted, cazador.

***

El cazador recorrió el bosque. El granjero lo había acompañado hasta las afueras del pueblo, le señalo un camino hecha de piedra y le aconsejó que lo siguiera hasta encontrar una cabaña.

Cuando encontró la cabaña esta oculta alrededor de unos árboles; y hay un pequeño estanque repleto de pequeños sapos, los animales croan y saltan entre las hojas de lirios acuáticos, un huerto y un rosedal que se alza hasta una de las ventanas; no parece la guarida de una bruja.

Él se esconde detrás de un árbol guiando su mano hasta su espada, listo para derrotar a esta bruja, pero algo lo detiene.

La puerta de la cabaña se abre revelando una joven, es pequeña y esta vestida con un sencillo vestido negro, que dobló para revelar sus pies descalzos, en su cintura un mandil manchado y hay un pañuelo en su cabello oscuro, probablemente para que no sea una molestia en las tareas domésticas.