VICTORIA amor&sangre (TERMINADA)

Capítulo Quince

Tardamos en dar con el paradero de alguno de mis atacantes, pero finalmente conseguimos al cuarto. Está en Francia, para ser más específico en su capital: París. Nunca he ido a Francia, en realidad nunca antes había viajado antes de que Julio llegara a mi vida.

Lo más lejos que he ido es a acampar en un lago que queda a algunas horas de mi casa, por lo que me hace mucha ilusión conocer aquel lugar y su gente; pero me atrae aún más el derramar la sangre de aquel maldito infeliz.

Estoy tan entusiasmada como una niña pequeña a la que le dijeron que la llevarán a Disneyland, pensando en todos los lugares que visitaré y sobre todo planificando la mejor manera de torturarlo y matarlo. No me preocupa el cómo, porque sé que para Julio no hay imposibles.

Mientras espero el momento de partir, tomó la laptop y busco en la web diversas formas de tortura hasta que finalmente tengo inspiración divina, o mejor dicho diabólica. Sé exactamente qué quiero hacer, así que voy directamente hacia mi amado y le pido todas las cosas que me harán falta y vuelvo a mi habitación.

Cierro la laptop y me tiro en la cama a pensar, los recuerdos invaden mi mente y me asombro por lo rápido que ha pasado el tiempo. Han pasado varios meses desde mi transformación y aún siento como si hubiera sido ayer la despedida de mis padres antes de que se marcharán de viaje.

«Me pregunto que estarán haciendo» me cuestiono mentalmente y dejó escapar un suspiro.

Los extraño, realmente me hacen falta. Quisiera sentir la calidez de sus abrazos y sentarme junto a ellos a disfrutar de una humeante taza de chocolate caliente mientras conversamos.

La tristeza se empieza a alojar en mi corazón cuando me doy cuenta de que sus vidas son solo un parpadeo para mí, que el tiempo pasará rápido y tendré una eternidad sin volver a verlos nuevamente.

—Cariño, prepárate —Pidió Julio cuando entró al cuarto, irrumpiendo mis pensamientos—. Nos vamos en unas horas.

—De acuerdo.

Tomo una maleta y meto ropa abrigada, también me vestí un poco más para el invierno, puesto que según lo que leí están entrando en la época fría. Él coge mi equipaje y juntos bajamos hasta su vehículo.

Mientras estamos en el vehículo, veo pasar el paisaje. Las personas, encerradas en sus propias burbujas, caminan sin ser consiente de lo que les rodean. Es en ese momento en que me doy cuenta de que viven sin vivir realmente sus vidas.

Creando rutinas que los hacen sentir "seguros", sin disfrutar realmente del efímero momento que tienen en este planeta. Incluso yo nunca lo hice hasta este momento… tengo el mundo a mis pies, puedo hacer y experimentar todo lo que se me cruce por la mente y aun así me parece una existencia vacía, insignificante.

—¿Ocurre algo?

La voz de Julio irrumpe mis pensamientos y volteo a verlo, tiene el ceño fruncido debido a la preocupación que refleja su rostro. Mientras me pierdo en su penetrante mirada me preguntó si él realmente cumplirá su promesa… Si no me dejara una vez se canse de mí, después de todo, la eternidad es demasiado larga y el corazón de los hombres es tan voluble que me es difícil confiar en su palabra.

Pero luego está ese sentimiento tan familiar, que me hace sentir segura. Como si finalmente estuviera donde tengo que estar… Como si estuviera en casa, cada fibra de mi cuerpo grita que él es mi hogar.

—No, descuida… Solo trataba de adivinar cuál de todos es "el amigo" que nos espera —Miento sin pensarlo.

—¿Estás segura?

—Sí —miento nuevamente, no quiero ver la tristeza empañado sus ojos.

—De acuerdo —Sabe que le oculto algo, pero decide no presionarme más, por lo que suspira derrotado. —Ya llegamos.