—Lo lamento mucho Morgan, era una niña adorable —dijo la tía abuela del Sr. Morgan Morrison—. Mis condolencias, extrañaré mucho a la pequeña Kathy.
—Gracias, tía Eugenia. Espero que Nancy la cuide bien, donde sea que esté.
Nada podía dañar más el corazón de Morgan. Con veintiséis años ya había perdido a su esposa y a una de sus hijas. Nancy Hartman y Morgan Morrison se conocieron en la secundaria. No tardó mucho para que naciera el amor. Terminaron la escuela, se casaron cerca de dos años después y, a los veinte años de edad, tuvieron a sus dos princesas: Katherine y Samantha, las gemelas más adorables que pudieran existir. Cada una con diferentes tipos de rizos, siendo los de Kathy más amplios y los de Sam más amontonados y rebeldes. Con los ojos verdes claros como los de Nancy y la cara casi igual a la de Morgan, Kathy y Sam eran la mezcla perfecta de la feliz pareja. Pocos días después de su nacimiento, Nancy enfermó gravemente. Estuvo en cama varias semanas hasta que finalmente falleció. Un enorme golpe para Morgan quien, después de esto tuvo, que criar a sus dos hijas solo. Vivían en una adorable casita, no era muy lujosa pero era perfecta aún así. Morgan trabajaba arduamente en el área de diseño de una gran empresa, hacia pancartas publicitarias y páginas webs. Le pagaban bien y era más que suficiente para que sus hijas y él pudieran llevarse comida a la boca.
Ya han pasado seis años desde la muerte de Nancy. Las pequeñas Kathy y Sam crecieron muy saludables, traviesas y adorables. Cada vez que sonreían se podía notar la felicidad en sus ojos y sus hoyuelos bien marcados. Eran muy unidas, prácticamente hacían todo juntas. Les gustaban más las muñecas que nada. Kathy siempre fue la que mandaba de las dos: decía a qué iban a jugar, cómo lo iban a hacer, en dónde y con qué juguetes. Por otro lado, Sam admiraba la confianza que Kathy tenía en sí misma, y no tardaba en seguirla a todas partes e imitarla en todo lo que hacía. Jugaban en el patio de su casa o a veces su papá las llevaba al parque que quedaba al Este de la ciudad (que además era muy seguro) donde se perdían por mucho tiempo y cuando regresaban estaban cubiertas de lodo pero con una sonrisa en el rostro, que era lo más importante para Morgan.
Un día como cualquiera, Morgan llevó a sus dos consentidas a dicho parque después de la escuela. Como siempre las dos se fueron corriendo a su lugar de juegos favorito mientras Morgan se sentaba en un banco a leer. Al hacerse de noche, Morgan llamó a sus hijas para irse a casa. Las llamó más de lo usual (muchas veces, de hecho), pero ellas no aparecían por ningún lado. Cuando por fin Morgan decidió adentrarse para ver qué había sucedido, por un costado salió Sam corriendo y lo abrazó por la cintura, llorando.
"—Hija ¿qué ha pasado? —preguntó Morgan preocupado.
—Kathy y yo... Estábamos jugando... A las fiestas de té... Por allá... Necesitábamos agua para el té, así que Kathy fue a buscar un poco en la fuente que queda del otro lado del parque... La esperé todo este tiempo pero no ha regresado... —dijo la pequeña Sam entre sollozos."
Después de eso fueron a la fuente y, efectivamente, ahí no estaba Kathy, pero estaba su juego de té. Pasaron horas gritando por todo el parque. Los guardias de seguridad también ayudaron a buscarla hasta que se hizo muy de noche y tuvieron que mandar a la familia Morrison a casa, asegurando que no dejarían de buscar en toda la noche. Esa fue la peor noche que han vivido. Al día siguiente, Morgan desayunó, empacó la comida de Sam, la despertó, se vistieron y se fueron hacia el parque, donde la policía seguía con su búsqueda.
No fue sino hasta la tarde, cerca de las cinco, que hallaron el cuerpo de Kathy debajo de un puente a unas cuadras del parque. Según las investigaciones, su muerte se debía a la pérdida de sangre que sufrió por unas extrañas heridas alrededor de su cuello, que le habían dejado unas marcas terribles con una extraña forma de media luna. Según los forenses, no habían marcas de lucha, lo que indicaba que ella no había opuesto resistencia. No había huellas dactilares, ni huellas en el fango, ni siquiera polvo. Nada. Era como si de repente la piel se hubiera abierto de esa forma. Era el caso más extraño que había visto la policía. No había ninguna evidencia. Los guardias del parque afirmaron no haber visto a nadie sospechoso salir, solo familias felices. Y, por supuesto, no vieron salir a Kathy.
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Un Mundo Oculto
Fantasy☾ ¿Sabes cuántas historias puede contar un espejo? En el mundo hay más de lo que puede percibir la visión humana. Prepárate para conocer el mundo de los seratinos a través del fantástico viaje de Morgan Morrison, quien se embarca en una aventura par...