Prólogo

7 1 0
                                    

Morgan recordó en ese instante su agobiante clase de literatura de la secundaria. «Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo, yo tomé el menos transitado, y eso hizo toda la diferencia». Robert Frost de seguro debía tener entre manos dos opciones más sencillas que las de Morgan.

Sus ojos iban y venían de su enemigo a esa hermosa melena rubia que tanto lo había cautivado en tan poco tiempo. Ojos grises u ojos azules, la gran decisión. Escoger el camino izquierdo significaba no solo romper su propio corazón, sino también caer en la trampa del hombre al que más odiaba. Mientras que escoger el camino derecho era una sentencia de muerte para su preciosa Samantha.

La agente 002 lo miraba con comprensión y gentileza. Ella entendía que la decisión de Morgan estaba hecha desde el momento en que este monstruo apuntó a su hija con un arma. Sin embargo, Morgan consideraba sus opciones. La rapidez nunca había sido su mayor fortaleza. La agilidad mental lo había beneficiado sin duda, y ahora la rapidez mental resultaba más útil que la física.

Sus ojos se detuvieron en los de Samantha. Su pequeña había heredado tantas cosas de su madre que Morgan, a veces, era capaz de verla muy claramente. Como si Nancy fuera capaz de verlo a través de los ojos de su hija... Como un espejo. ¿Cuántas historias puede contar un espejo? Pues, Morgan se permitió pensar, si es verdad que las personas que nos han tocado el alma de cualquier manera en nuestra vida se quedan dentro de nosotros, entonces quisiera que todo el mundo fuera un espejo; para que al ver mi reflejo te pueda encontrar en cada lugar. En ese momento, Morgan decidió que no añadiría más dolor a las historias de su espejo.

En un parpadeo, levantó su arma y, tomados su decisión y su objetivo, presionó el gatillo que le daría fin a este tortuoso juego.

¡BANG!... Y todo estaba oscuro.

Un Mundo OcultoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora