Forbidden | Suayeon

558 43 8
                                    

Un escalofrío recorrió mi cuerpo lentamente, a la vez que mi corazón comenzaba a latir con frenesí.

Ella estaba aquí.

Su dulce risa llegó a mis oídos.

Giré mi cabeza y la vi. Parecía un ángel entre tanta oscuridad.

Sólo que ella era todo lo contrario.

-¿Qué haces aquí? - Traté de que mi voz sonara tranquila, sin embargo parecía extremadamente enojada.

-Vaya, ¿esa es tu forma de tratar a tu novia?

Mi ceño se frunció rápidamente. - No eres mi novia.

Su sonrisa creció mientras se acercaba, deteniéndose muy cerca de mi rostro. - Si decir eso te ayuda a sentirte mejor, adelante. Pero no puedes negar que me deseas.

Mis dientes se apretaron con furia a la vez que una de sus manos se posicionaba en mi cara, descendiendo lentamente por mi cuello hasta llegar a mi pecho, justo encima de mi corazón.

-Él te delata, cariño. - Un gruñido escapó de mi garganta, la odiaba tanto.

Su mano volvió a mi mejilla y acercó su cara lentamente, quedando a escasos centímetros de mis labios. - Lo sé porque yo siento lo mismo.

Sin esperar más la atraje hacia mí y estampe mis labios sobre los suyos, besándolos con furia.

Ella se separó lo suficiente para susurrar con una voz profunda. - Veo que alguien está muy enojada. ¿Acaso no estás feliz de verme?

Ignorando sus palabras la besé nuevamente, esta vez con más calma, recorriendo y saboreando cada milímetro de su boca.

Luego de unos minutos me separé, aún sujetándola entre mis brazos.
-Tardaste mucho, creí que no volverías.

Ella sonrió dulcemente y acarició mi cabello, notando la debilidad en mi voz. -Yo también te extrañé.

Nos quedamos unos minutos en silencio, tan juntas que parecíamos una sola. Nos mirábamos profundamente, tratando de grabar cada parte de la otra en nuestras memorias, como si fuera la última vez que podríamos vernos.

Porque quizás lo era.

Un ruido nos sobresaltó. Alguien se acercaba.

Me miró con pena en sus ojos, sabiendo que debía irse de nuevo. Se separó un poco, sin embargo la atraje de nuevo para besarla una última vez, para poder transmitirle todo lo que sentía.

Me correspondió con el mismo deseo que yo, y al separarnos sujetó mi cara entre sus manos para murmurar las únicas palabras que me mantenían de pie cada día. - Te amo, Siyeon.

Pegué mi frente a la suya y cerré los ojos con fuerza, escuchándola repetir esas palabras una y otra vez.

Se separó de a poco y, dejando un beso en mis labios, comenzó a alejarse.

Cuando la oscuridad estaba por consumirla, volteó y me dedicó una de sus sonrisas juguetonas, sabiendo que yo sentía lo mismo, pero que jamás podría decirlo en voz alta.

Desapareció de nuevo, llevándose consigo una parte de mi corazón y dejando en mí un gran anhelo, que perduraría durante largos años hasta que por fin podamos volvernos a ver.

Una lágrima escapó de mi ojo y cerré mi puño con fuerza ante la furia que recorría mi cuerpo.

¿Por qué era tan injusto?

¿Por qué no podíamos amarnos?

¿Algún día seremos felices?

Sin embargo ya sabía la respuesta.

No. Jamás podremos estar juntas. Nunca tendremos la oportunidad de amarnos como queremos.

Porque se supone que somos enemigas, y si alguien descubre estos sentimientos que sacuden mi interior, lo más probable es que sea desterrada, o peor, condenada.

Y aunque yo no había elegido amarla, jamás cambiaría esto. Porque fue ella quien me permitió ver la luz, a pesar de que ella nació de la oscuridad, a pesar que ella es un demonio que provoca las más temibles pesadillas.

-Te amo, Kim Bora. - Susurré mirando por donde ella había desaparecido.

ᴏɴᴇ ꜱʜᴏᴛꜱ | ᴅʀᴇᴀᴍᴄᴀᴛᴄʜᴇʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora