Capítulo Cuatro

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—¿Qué no regresarás hoy? —le preguntó su asistente a Aaron esa mañana cuando hablaron por teléfono—. Tenemos que finiquitar los detalles de la subasta de los chinos.

—Acá las cosas se han complicado un poco y necesito un par de días.

—No me digas que ahora te preocupa la familia.

—Tengo interés en este asunto, Martina —dijo Aaron mientras abría su ordenador portátil en el despacho de su padre—. Trabajaré desde aquí. Cualquier documento que necesite mi revisión me lo puedes enviar.

—Hay varios que necesitan de tu firma en puño y letra.

Aaron resopló.

—No será la primera vez que falsifiques mi firma.

Un silencio considerable invadió la línea.

—Te necesito, Aaron.

El banquero se recostó de la butaca. Le parecía una escena surrealista la que tendría ocasión.

—Martina, eres una mujer esplendida y hermosa, pero tienes familia.

—Hablé con Alan sobre la separación.

Ahora era Aaron quien guardaba silencio para buscar las palabras precisas.

—Tú eres una asistente extraordinaria, Martina, pero no veo una relación de ningún tipo entre nosotros.

—Porque tienes esa maldita ética con las mujeres casada, pero voy a separarme. Déjame amarte, Aaron.

El banquero alejó el auricular de su oreja. No quería una conversación como aquella con el mejor componente de su staff de trabajo.

—Atesora a tu esposo y a tu hijo. Créeme no soy el hombre que idealizas. Soy demasiado egoísta y no busco una familia. Estoy enfocado en hacer dinero y disfrutar sin nada que me ate. No soportaría a una esposa que se convierta en mi ancla porque el mar es casi infinito y lo quiero recorrer por completo.

—Aaron...

—Envíame cualquier documento que necesites que revise. —Aaron quería cortar aquella absurda conversación—. Me mantendré al pendiente.

Al final cortó la llamada de forma brusca, con la esperanza de que Martina desistiera de aquella locura.

En eso escuchó golpes en la puerta. Cuando Neil asomó su cara por el umbral Aaron pensó que su día había iniciado con el pie izquierdo.

—¿Qué te ha parecido Cloé? —preguntó el descarado de su hermano mayor con una enorme sonrisa—. Es bella ¿verdad?

—¿Cuánto te costó convencerla?

—Nada. Está aquí por su propia voluntad. Es hija de uno de los lobos inmobiliarios de Estados Unidos. El pobre murió de un ataque al corazón, pero le dejó mucho dinero. No tuve que sobornarla.

—Es una ingenua, entonces.

Neil se acomodó en la butaca ubicada frente al escritorio.

—Nos casaremos en la casa del faro este sábado. Espero que no tengas inconvenientes, como ahora es parte de tu herencia, hermanito.

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⏰ Última actualización: Jun 21, 2020 ⏰

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