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Cloe estaba confinada en la casa de huéspedes de Cape Cope Mansion desde su llegada esa mañana. Lo peor era que Neil se desaparecía por largos períodos y, aparte de leer y disfrutar en la piscina, no había hecho otra cosa. La casa era un sueño, una cabaña fabricada en madera con todo lujo y exquisita decoración, pero su idea al dejar su mundo no era encerrarse en aquel mausoleo. Agradecía que al menos el personal asignado para servirle hacía su estadía muy placentera.
Era el mayordomo, Henry Parker, quien se encargaba de recordarle que, más allá de los jardines de la casa de huéspedes, no podía husmear. Ese hombre era estricto e insufrible. La vigilaba en todo momento con una cara de sospecha que sacaba a la modelo de quicio.
—Entonces, no entiendo a qué fuiste a esa casa si te han tratado como a un perro —le dijo Greg cuando lo llamó para contarle.
Su manejador tenía razón.
—Si me hubieses hecho caso, mañana mismo estaríamos camino a Milán.
—Greg, estoy enamorada.
—Eso es precisamente lo que no entiendo. Enamorada de ese... tipo.
—Tú y mi madre lo odian, pero tienen que entender que me he enamorado.
—¿Qué futuro puede tener un hombre que solo se dedica a vivir de la fortuna de su familia?
Cloé guardó silencio. Estaba harta de que la trataran como una tarada. Era una mujer capaz y se había enamorado de Neil Hofstein por muchas razones, entre ellas que le había impartido una nueva ilusión a su tediosa vida. A veces se cansaba de ser la modelo perfecta, la directora sagaz de una organización que recibía el bombardeo diario de múltiples enemigos, desde gobiernos hasta empresas muy poderosas, o de simplemente ser una mujer solitaria en su castillo de Paris. Necesitaba vivir y Neil Hofstein, con su carácter irreverente, le estaba enseñando. Recordó su última aventura al hacer el amor a la orilla del río Sena. Una locura que la había catapultado a otra dimensión.
—Cloé, escúchame, cariño, este tipo es un aventurero, pero no es el candidato a matrimonio.
—No hemos hablado de casarnos.
De su parte sí había pensado en una vida junto a Neil. Era divertido, extravagante, la hacía reír, era inhibido para el sexo y eso le encantaba porque sus otros amantes habían sido sosos y demasiado pudorosos. Hacer el amor con Neil era como subirse en una montaña rusa. Sí, estaba perdida, pero segura de que quería una vida junto a él.
—¿Y qué haces en casa de su familia, Cloé? Te aclaro que los hombres no presentan a cualquier mujer ante su madre a menos que piensen casarse. Tiene intenciones claras de pedirte matrimonio.
—Le diré que sí —dijo la modelo, decidida.
—Echarás a perder tu carrera. Estás en la cima.
—No seré modelo por el resto de mi vida. Aspiro a otras cosas.
Greg se mantuvo en silencio mientras sulfuraba de la rabia y la impotencia al no poder convencer a su mejor modelo de que estaba en un grave error.
—Te dejo —le dijo Cloé—. Creo que acaba de llegar.
—Suerte —dijo su manejador y cortó la llamada.
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PROHIBIDA
RomanceCuando Aaron Hofstein, un banquero muy exitoso, ve por primera vez a la modelo internacional Cloé Watson sobre una pasarela en Nueva York la reclamó en su cama de inmediato. Sin embargo, la vida le tenía guardada una sorpresa, puesto que esa mujer q...