10. Tema de Conversación

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Ya es en punto, ¿Se habrá olvidado de que habíamos quedado?

Miro el reloj por cuarta vez en un minuto. Dylan sabe que odio esperar a la gente, hay veces que la gente me espera a mi, pero siempre es debido a causas ajenas. Así que no tiene excusa. Son las siete y dos minutos y la puerta se abre. Unos nervios inesperados me hacen cosquillas en la columna y al instante su olor empapa el ambiente.

- Has llegado tarde- comento.

Me fijo en su vestimenta y me doy cuenta de que ha cambiado su traje negro por unos vaqueros azules y una camisa blanca. Tiene los primeros botones de la camisa desabrochada dejando a la luz un poco de sus musculosos pectorales.

- Estaba cerrando un contrato, perdón.- dice sonriéndome- ¿Vamos?-pregunta.

- Si, claro- digo y cojo el bolso del perchero.

Bajamos los dos por las escaleras para evitar que nos vean. Mario se fue hace un par de horas, pero aun así es mejor prevenir que curar. Vamos caminando en silencio hasta el parking, atisbo su coche a lo lejos y sonrío al ver mi abollado en primera plana.

- No has arreglado el coche- digo con interés.

- Le da carácter al coche, además, mi mecánico estuvo bastante ocupado con el tuyo. - dice y me mira fijamente.

- Es verdad, gracias otra vez por eso, ¿se sabe algo ya del tipo que me atacó?- pregunto y de repente se tensa.

-No- dice en un tono de voz seco y cortante. Cuando llegamos al vehículo, le da al mando distancia para abrir y a continuación se sube.

Abro la puerta extrañada y me monto en el asiento. El coche huele genial y está pulcramente limpio y ordenado. Dylan arranca el coche, sale del aparcamiento y se incorpora a la carretera, todo en silencio. ¿Qué le pasa?

- ¿Qué coño te pasa?- le pregunto un poco irritada.

- Nada, ¿Por?- pregunta. Me está empezando a dar rabia que mienta tan mal, ni me ha mirado cuando ha formulado su pregunta.

- Porque cada vez que te pregunto sobre el hombre misterioso, te evades y enfadas. ¿Qué pasa Dylan?.- pregunto irritada- Y no me mientas.- acoto.

- Me pasa que cada vez que recuerdo ese puto dia me pongo frenético. Si no llego a estar ese dia en el hospital con un idiota haciendo inversiones y llego a estar en otro sitio, no me lo hubiera perdonado.- dice y percibo como aprieta fuertemente el volante, haciendo que se tornen blancos sus nudillos.

- No fue culpa tuya- digo intentando calmarlo.

- Ostias que si lo fue. Debería poner más seguridad en el recinto para que los yonkis se alejen y no pongan en peligro a mi gente, tan solo por un chute más.- dice y voltea la cabeza para verme y vuelve a depositar su mirada en la carretera.

Dylan se pone nervioso cada vez que hablo de este tema y la verdad es que siento que me oculta algo. ¿Cómo sabe que era un yonki?. Mi subconsciente hace que piense cosas que no quiero imaginar, como que ha vuelto a la rutina y aún sigue vendiendo, pero joder, me dijo que había cambiado. Espero que sea verdad.

Dylan saca el intermitente, pasa por encima de un puente y a los cinco minutos aparca en la puerta de una casa enorme. Es preciosa. Está rodeada por una verja llena de rosas y que dejan ver una casa blanca lujosa pero con un toque que marca la diferencia, se encuentra familiar.

-¿Es tuya?- pregunto. Aunque sé la respuesta, quiero que me responda para sacar tema de conversación.

- Si, ¿Te gusta?- pregunta con un leve brillo en los ojos.

Déjate quererDonde viven las historias. Descúbrelo ahora