Ya era noche. Estaba junto a la chimenea viendo el fuego deshacer la leña. Estaba sentada en un banco de madera moviendo en un vaivén mis pies descalzos. Era demasiado bajita para alcanzar el suelo. Mi madre estaba sentada detrás de mi cepillando mi cabello húmedo. Todo era silencioso y cálido, al menos lo fue en el principio. No nos dimos cuenta de lo que ocurría hasta que alguno de los vecinos comenzó a sonar frenéticamente la campana. Mi madre y yo nos levantamos y escuchamos los ruidos. Es como si fuese sorda y esa campana hubiera encendido el sonido en un instante. Ambas vimos por la ventana. Había mucha gente fuera de su casa corriendo y gritando. Vi personas en el suelo y varias casa incendiándose. Perdí a mi madre de vista un momento y abrí la puerta para ver mejor lo que ocurría. El letrero sobre la puerta se agitaba sin soplo alguno. Los gritos se intensificaron. Sentí las llamas como si estuvieran en mi rostro. Miré al fondo de la calle y vi el cielo negro, pero más un negro hollín que el negro azulado del cielo. No había estrellas ni viento. El humo se agolpaba sobre el pueblo. Una mujer comenzó a gritar y a correr. Veía terror en su cara pero no sabía la causa. ¿Eran bandidos? Eso hubiera deseado, era algo peor. Detrás de la mujer apareció un caballo tan negro como la oscuridad de un bosque en luna nueva, y sobre él un jinete de ropas negras y capa roja. Un jinete sin cabeza. Este alcanzó a la pobre señora y la tiró al suelo para dejar a su caballo pasar sobre ella. Yo grité. Mi madre me tomó por detrás y cerró la puerta. Las dos sirvientas y el ama de llaves salieron de sus habitaciones y se reunieron con mi madre. Me encargó con una de las sirvientas, quien tomó una vela y me subió a toda prisa por la escalera. Detrás de nosotras escuché a alguien abrí la puerta con brutal fuerza. Todas gritaban abajo. Ya arriba, al pie de la escalera, me giré y ví a la otra sirvienta intentar subir rápidamente las escaleras, pero algo la hizo caer y la arrastró hasta abajo. La muchacha que estaba conmigo me empujó a una de las habitaciones y me escondió debajo de la cama. Me deslicé pero un clavo en la madera rasgó parte de mi camisón. "No te muevas de aquí por nada del mundo", me dijo. "¿Pero por qué nos hace esto?" "Viene por ti". Mi sangre se heló. Fuese lo que fuese esa cosa, me estaba buscando y ni siquiera sabía por qué. Pude escuchar el crujir de las tablas de la escalera. La muchacha intentó cerrar la puerta pero salió disparada contra la pared. No pude verlo, pero escuché el sonido sordo de su espalda contra la madera, y luego la ví caer al suelo junto a la cama. Quise soltar un grito, pero lo sofoqué con mi mano. De nuevo todo estaba en silencio, como si alguien hubiera detenido el avance del tiempo y del caos. Lo único que podía escuchar ahora eran pasos firmes y pesados sobre los tablones del pasillo. Se acercaban más y más con extrema lentitud, como si quien caminaba buscase algo o se regodiase por saber dónde encontrar ese algo. Miré a la puerta y ví un par de botas de piel desgastadas que entraban a la habitación. Mi cuerpo temblaba, el sudor me mojaba todo el rostro, y estaba completamente llena de polvo. Mi cabello se sentía sucio y enredado. Intenté no respirar, pero el miedo me sofocaba. Esa cosa caminó hacia la sirvienta y la tomó con ambas manos para sacarla arrastrando fuera de la habitación. Mi corazón comenzó a golpearme el pecho tan fuerte como un tambor. Temía que me delatara. Escuché una serie de golpes sordos, esta vez en las escaleras. Pensé que, con suerte, esa cosa se marcharía, pero volvió a entrar a la habitación. Las botas se detuvieron frente a la cama, así como lo hizo mi corazón.
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Sueños y pesadillas
Mystery / Thriller¿Que tal si lo que vives ya lo viviste una vez? ¿O si los sueños son recuerdos? Recuerdos de vidas muy extrañas, de realidades diversas ¿Te lo has preguntado?