Cap. XXXVI

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Este capítulo contiene narración e imágenes, es de alta importancia leer la parte narrada para comprender la historia. Gracias por el apoyo 💜

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Jennie intercambiaba su mirada decaída y triste entre sus amigas, que hacían cola para pedir los helados, y la extraña mujer de pelo canoso y vestimenta holgada que la miraba fijo desde que había entrado al local. La señora se había sentado a varias mesas de ella y también hacía viajar su mirada desde el suelo hasta las facciones y postura de la chica.

La pelinegra estaba agotada, una parte de ella se alegraba y alentaba por haber salido a la calle, hacia dos semanas que no lo hacía. Pero la mayor parte de su mente seguía pensando en TaeHyung, sus besos, sus caricias, su voz, su risa, su sonrisa, su todo. Su cuerpo aceptaba la comida que ella misma se obligaba a ingerir por no caer enferma, mas tan solo adelgazaba y adelgazaba sin razón. Sus ideas nostálgicas de qué podría estar haciendo en ese momento con Tae la mantenían despierta y tenía fuertes y pronunciadas ojeras violetas e hinchadas bajo sus ojos oscuros, unos ojos que ya no brillaban. Sus sonrisas habían desaparecido y solo eran muecas cuando sus amigas le forzaban a hacerlo para que no se sintieran peor por ella.

Su cuerpo era otra cosa que le dolía sin razón aparente, eran agujetas, agujas clavadas en sus músculos que le irritaba el levantar o moverse. Pero sin duda, lo peor, era el dolor en su mano izquierda. Era un dolor que subía y trepaba hasta su pecho oprimiendole el respirar en algunas ocasiones y el serie emociones en otras.

-Hola joven. -Jennie levantó la mirada encontrardose con la señora mayor que la observada desde hace rato. -Deja de llorar pequeña, vengo a ayudarte. -La mujer dejó un pañuelo de gasa sobre la mesa acercándoselo y dibujó una sonrisa maternal en sus labios.

-¿Cómo va a ayudarme? Ni si quiera me conoce. -Jennie era desconfiada, una chica a la que le costaba crear relaciones sociales desde pequeña. Con tranquilidad fingida secó las lágrimas que no sabía que había comenzado a derramar.

-Eso no importa, lo que importa es que algo hoy me ha hecho venir aquí. Tengo clara mi misión desde que te he visto cielo. -De nuevo esa sonrisa cómoda, esa mujer le hacía sentir segura a pesar de su pequeña fobia social.

-No la entiendo. -Susurra observando el cabello plata brillar bajo los reflectores de luz.

-¿Crees en el destino? Sé que lo haces. -Jennie quedó sorpresiva, asintió lentamente. -¿Por qué te has separado de tu alma gemela? -Ahí llegaron las dudas, no creía que debía responder aún así sus palabras escaparon de su boca con facilidad.

-Encontró un trabajo que es su sueño, ambos no echamos mucho de menos. -La señora asintió despacio.

-Te contaré algo. -Se rescomodó y soltó la bomba, la razón de todo, a la joven. -Existen las almas gemelas, los destinados, y esa fuerza de los astros ha decidido uniros a tu pareja y a ti porque os ganasteis la bendición por vuestra bondad en vuestra vida pasada. -La mujer parecía no tener vergüenza de hablar sobre ello abiertamente, mientras Jennie se sonrojaba. -Las parejas que ya fueron destinadas en vidas anteriores se reconocen y buscan al instante, por lo que puedo percibir está es vuestra primera vida juntos. Seguro pensaste que te estabas volviendo loca con tus sueños sobre alguien sin rostro. -Los ojos de Jennie volvieron a derramar lágrimas. -Pero hay un problema con los destinados en su primera vida juntos, una vez se unen los rompe estar separados. Cuando más fuerte es el sentimiento de amor, más doloroso es el hecho de extrañaros.

-Lo echo tanto de menos. -Le interrumpió en un susurro lastimero en sollozos.

-Lo sé, y te duele aquí, ¿cierto? -La mano arrugada de la mujer se acercó a girar del dedo meñique de Jennie, justo sujetando su uña con sus dedos como pinzas y tirando de él. Esa corriente de dolor invadió el cuerpo de la pelinegra. -Vuestro hilo rojo del destino se hizo pequeño y grueso conforme más tiempo habéis estado juntos y más os habéis amado, ahora que os habéis separado está tirante y eso es lo que te hiere. Tu cuerpo se está debilitando y el de él también.

-Pero Tae tiene que estar bien, yo no importo. -La mujer negó y acarició su mano izquierda.

-Ambos importaís, si yo he llegado hasta aquí hoy como mandada de los astros algún compañero mío habrá llegado junto a tu Tae y le estará explicando lo mismo que yo a ti. -Su palpitar era irregular y su cuerpo comenzaba a temblar mientras trabaja inútilmente de sostener sus sollozos. -Teneís que estar juntos, buscar la manera, en vuestra siguiente vida será más fácil porque recordaréis ésta y el hilo será más fuerte.

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Sueña con la realidad (Kim Jennie & Kim TaeHyung) (Taennie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora