Omnisciente
Apúrate, apúrate, apúrate...Me digo a mi misma mientras camino rápidamente por la acera para llegar al colegio.
Por alguna razón, no escuché el despertador, y cuando desperté me quedaban 20 minutos para prepararme y llegar a la escuela.
Me doy una ducha rápida, me pongo unos pantalones y una camiseta y sacó una manzana del refrigerador para comérsela en el camino. Ahora sólo tengo 8 minutos para recorrer el camino de mi casa a la escuela que normalmente tardo 20 minutos en recorrer.
Saco mi celular del bolsillo trasero, y al ver que sólo tengo 5 minutos, empiezo a correr. Aún así, llego varios minutos tarde.
Cruzo corriendo el estacionamiento del colegio y me tomo la libertad de detenerme a respirar una vez dentro del recinto.
Entonces una voz conocida, proveniente de un aula desocupada, resuena vagamente en el pasillo.
-¿Entonces tu eres el idiota con el que me engaña mi novia?- pregunta Míchel. Yo frunzo el ceño con confusión, preguntándome con quien y de que estará hablando. Me dejo llevar por la curiosidad y me acerco al salón del que proviene su voz y pego el oído a la puerta para escuchar bien.
Me sorprendo al escuchar la voz del otro chico que lo acompaña.
-¿D-de que hablás?- pregunta la suave voz de Matteo, y puedo distinguir nerviosismo y miedo en su voz.
-¿No lo sabes? Pues un pajarito me dijo que los vió juntos en el pasillo. ¿Es que no te basta con las palizas que te doy y quieres una extra por meterte con MI novia?- dice Míchel con una nota de enojo en la voz que hace crecer el mío. Coloco la mano en el pomo de la puerta dispuesta a intervenir si la cosa se sale de control.
-Ella y yo no somos nada, sólo somos... conocidos- dice Matteo. Durante un momento sólo hay silencio y entonces una risa burlona lo rompe.
-Si.... No sé como pude creer que me engaña, y sobretodo contigo. Sólo mirate, tu aspecto es verdaderamente patético. Nadie se fijaria en alguien tan ridículo como tú- dice con una crueldad que me saca de quicio.
Sin pararme a pensar, abro la puerta y me adentro en el salón, con los puños y la mandíbula apretada por la rabia que siento hacia el pelinegro, que me mira atónito desde el fondo del salón, donde acorrala a Matteo contra la pared.
Le dedico a Míchel una mirada furiosa y luego la suavizo para mostrar una mirada tranquilizadora al castaño de lentes, que me mira entre sorprendido y aliviado. Camino hacia Míchel y antes de que él pueda decir algo, estampo mi puño contra su cara.
-¿Sabes algo, Míchel? Ya había estado pensando en terminar contigo desde hace tiempo y esto solo me facilita las cosas- digo mientras me cruzo de brazos, sin dejar de mirarlo furiosa.
-Luna...
-Terminamos, Míchel. Ya sabía que eres una persona desagradable, pero no sabía hasta que punto. Ni siquiera se porque no te corté antes- digo sin dejar de mirarlo.
-¿En serio vas a dejarme por este idiota?- pregunta enojado.
-¿Es que no entendiste lo que te dije? ¡Estoy harta de tener que soportar tus estupideces y tus insinuaciones! ¡De que te creas con derecho para hacer sentir mal a los demás sólo porque sí!- exclamo, cediendo ante el enojo que se apodera de mi.
-Como si tu fueras la indicada para decir eso...
Lo miro mal.
-La diferencia, Míchel, es que yo dejé de ser así hace mucho tiempo. Me di cuenta de que estaba actuando mal y reparé mi actitud. En cambio, tú pareces estar destinado a ser un idiota por siempre- digo con todo el veneno que puedo imprimir en la voz, para luego coger a Matteo de la mano y arrastrarlo fuera del salón. Antes de salir, me detengo frente a la puerta y miro a Míchel la otro lado del salón-¡Ah! Y sólo para que lo sepas, Matteo es mejor que tu en TODOS los aspectos- digo. Y esbozando una sonrisilla burlona, abandono el aula con Matteo, dejando a un Míchel rabioso dentro.
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Dos horas después
-¿Osea que al fin lo cortaste?- pregunta Eleonor con una sonrisa.