Capítulo 1: "Lo que nos hace vulnerables"

24 0 0
                                    

2 8 de mayo de 2019

   Hacía un calor fuera de lo normal. Yo siempre he pensado que el calor no es del todo necesario. Quiero decir, ¿por qué tenemos que soprtar esta temperatura? Sudamos, nos agobiamos, nos cansamos e incluso nos baja la tensión. En invierno vivo en la ciudad, pero en verano me mudo con mi abuelo y mis padres a una urbanización que se llama "La Corona". Es una urbanización que se utiliza sobre todo para veranear, en verano se llena de vida: tenemos piscina, pádel y distintos servicios para disfrutar. Además, tenemos amplias parcelas colindantes. Tengo mis amigos, pero todos vienen en verano y este año estoy sólo. Nos vinimos en cuanto se pudo buscando la tranquilidad, había sido un año complejo. La parcela de mi derecha estaba ocupada pero sólo venían mis vecinos muy de vez en cuando, los fines de semana, pero la casa de mi izquierda llevaba deshabitada 2 años y estaba en muy mal estado. 

   El día que comienza esta historia yo estaba en la parte de atrás de la casa, en el jardín. La casa está un poco antes de la mitad del terreno, por lo que hay gran parte de jardín por detrás y un poco por delante. Llevaba dos días escuchando golpes y distintos sonidos en la casa deshabitada, parecía que alguien iba a mudarse. Pero esa tarde lo ví. Estaba leyendo un libro de thriller y cuando fuí a meterme en casa lo ví. Vi a Jaime. No sé explicar esta sensación pero aunque aún no nos conocíamos me dió una especie de sensación rara en el estómago. 

-Parece que alguien se nos viene a vivir al lado, ¿no? -dijo mi madre.

-Sí, eso parece.

-¿Por qué no te asomas y lo conoces? Uno de ellos debe ser de tu edad. A lo mejor es un matrimonio con un hijo.

-Hombre pues porque no viene a cuento. No sabemos si se mudan o no.

-Es un muchacho de tu edad sí. -dijo mi abuelo, que acababa de entrar en el salón-. Me he presentado y le he preguntado que si necesita algo. Se llama Jaime.

Joder, Jaime. Qué nombre más bonito.

Cuando me disponía a tumbarme en el césped a la sombra a seguir leyendo escuché por primera vez su voz. Acudí cuando comprobé que me estaba llamando.

-Hola. Perdona tío, ¿me podéis hacer un favor? Esque no nos han dado electricidad todavía. La pedimos hace dos semanas y nada. ¿Puedo conectarme un momento a vuestra toma de corriente? Serán sólo 20 minutos.

   Fuí incapaz de contestar. No sé qué me pasaba. Sentía calor y hasta notaba que me ponía rojo. 

¿Qué cojones te pasa tío? Reacciona. Tú no eres así de pasmarote.

-Sí, por supuesto. -dijo mi madre llegando a la valla  baja de alambre que separaba las dos parcelas-. No hay problema. A ver si llega el cable.

-Muchas gracias. -dijo Jaime.

   Me había parecido bastante serio. Educado. Tímido a lo mejor, por sus gestos y demás. Había algo extraño. Su aspecto físico era bastante atractivo: tenía ojos marrones, tenía un cuerpo aparentemente tonificado, era rubio con un "tupé", etc. Hay que reconocer que no es mi tipo, a mí me gustan los chicos con la piel morena y ojos azules en referente a lo físico, sin embargo no sé qué me había pasado. ¿Era atracción?

   Pasaron 3 días y de vez en cuando me asomaba para ver si lo veía. Estaba él sólo arreglando el jardín, quitando un montón de escombros que dejó el anterior dueño de una caseta de perro de obra y demás aspectos del hogar. Yo me encontraba en el baño delante del espejo dialogando conmigo mismo, algo que siempre me ha parecido ridículo, pero esta vez me encontraba haciéndolo.

   -¿Por qué no vas a hacerle una visita? -dije en voz baja enfrente del espejo.

    -Porque eres un inseguro de mierda, reconócelo. Deja de hacer el ridículo y vete a verlo. -me contesté frente al espejo.

El olor de tu pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora