Capítulo 3: "Como sentirte invencible"

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18 de Julio de 2020. 10:24

   Esa mañana había salido a correr. Hice unos 7 kilómetros corriendo por los alrededores. Salí con Joel, un amigo de la urbanización. Propuse a Jaime anteriormente venir con mi grupo pero se le veía bastante ocupado y vergonzoso. Como decía, esa mañana salí a correr. La verdad es que me ayudaba a pensar. Pensar en lo que había hecho y notar que había perdido a una persona a la que amaba tanto había hecho que tuviese una adrenalina capaz de irme corriendo hasta el fin del mundo. Pero entonces me entraban ganas de llorar. Llegué a mi casa dispuesto a hacer unas pesas y una rutina de abdominales que me había programado un amigo y cuando me estaba duchando escuché el timbre. Al salir aún con la toalla por encima escuché a mi madre hablando fuera y... también reconocí la otra voz. Era Jaime. Me fui rápidamente a mi habitación. Mi madre acababa de llegar de la compra y no sabría si estaba dormido, fuera de casa o dónde estaba. Me quedé sentado en la cama unos segundos hasta que escuché que alguien entraba. No me dio tiempo ni a levantarme. Era Jaime y entraba en mi habitación. Me quedé de piedra y me levanté como un resorte. Por lo menos tenía la toalla enrollada a la cintura y no estaba desnudo.

-Ostia perdón... -dijo-. No sabía que te ibas a vestir.

-No no, no te vayas. -me sorprendí a mí mismo diciéndolo-. Me visto luego. 

-No tenía pensado entrar pero... Tu madre prácticamente me ha obligado, jajajaja. ¿Te apetece hacer algo esta tarde?

-Eh, bueno... yo pensé que estarías enfadado. Por lo de...

-Qué va tío. Yo que sé, fue algo raro pero... me caes de puta madre y no va a afectar. 

Joder, cómo me gustaría estar solos y quitarme la toalla, desnudarle y abrazarle. Claro... si sintiera lo mismo por mí...

-Bueno, lo que te decía. Que si te apetece ir a la charca esta tarde. A la pequeña no, a la de "La Rana Verde". He ido esta mañana con mi tío y es enorme. 

-Pues claro. ¿a las 19:00 en la puerta de tu casa? Antes igual nos asamos.

-A las 18:00 mejor, aprovechamos el día, damos una vuelta, merendamos y si nos asamos nos bañamos. He oído que hay ranas, pero no he visto ninguna.

-Perfecto, a las 18:00 en tu puerta. 

   Cuando se fue estuve preparando mis cosas como un niño feliz porque sabe que van a venir los reyes. Entonces me sentí con las fuerzas de pensar y hablar conmigo mismo. "No, no me equivoqué. Le besé, sí, me gustaba. Pero he sido honesto, recogí mi dignidad y me fui a casa. No funcionó pero... ¿Y si lo hubiera hecho? Me gusta lo suficiente como para no perder una oportunidad así. Ahora parece que sólo queda amistad pero... lo intenté". 

   Por la tarde estuvimos en la charca, que nos costó algo encontrar. Yo no iba desde que era pequeño y él no conocía bien la zona. Nos bañamos, merendamos y estuvimos hablando hasta que empezó a anochecer sobre las 21:30. A eso de las 22:00 estábamos tumbados con las toallas cerca de la charca jugando a las cartas y yo gané. 

-Te toca bañarte, ese era el trato. 

-Joder tío, me va a tocar ir mojado a casa, que ya me había secado.

   La realidad era que me encantaba verlo tanto sin camiseta como con el pelo mojado. Le caía un mechón por la cara que hacía que me dieran ganas de besarlo con fuerza y quitarle el bañador. Cuando nos alejábamos de la enorme charca, él mojado y yo seco, oíamos a las ranas de fondo. Parece ser que sí que había. Me dijo que si cenábamos en su casa, que la planta de abajo estaba casi terminada y que había comprado pizzas. Mientras se hacían, fuimos al salón, que me sorprendió porque era mucho más acogedor de lo que pensaba. Él se sentó en el sofá como un acto reflejo.

-Mierda, que empapo el sofá. Me cambio en un segundo. Pon la tele si quieres. 

   El salón era bastante grande, estaba formado por un mismo espacio donde se podían distinguir claramente dos espacios: dos sofás y una mesa blanca central, donde enfrente estaba la tele  y un poco más al fondo estaba una mesa de cristal con seis sillas al lado de una chimenea. Encima de esa mesa, había ropa doblada y al lado ropa amontonada, no me fijé que ese era su cambio de ropa. Fue hasta allí y se quitó el bañador mientras me daba la espalda. No pude evitar mirarlo. Madre mía, tenía un cuerpo que me parecía esculpido por los dioses, se bajó el bañador rápido y dejó al descubierto su culo, con una forma redonda y fibrada, que dejaba notar la marca del moreno. Era una pena que estuviese algo oscuro, no lo veía del todo bien. Me fijé en que tenía un pequeño antojo blanco en la nalga derecha. Se puso unos calzoncillos blancos mientras yo cogía el mando de la tele y la encendí para disimular un poco. Nada más cambiarse vino a sentarse en el sofá. De los dos sofás, escogió el sofá en el que estaba yo y se sentó en el lado opuesto poniendo los pies sobre la mesa. Yo noté que estaba algo empalmado y al tener bañador se me notaba, a si que intenté taparme con un cojín disimuladamente.

-Buah, estoy reventado eh, dicen que bañarse cansa y es verdad.

-Cansa cuando haces algo, que tu has estado 5 minutos cabrón, jajaja. -le contesté.

-No me quites la razón que te quedas sin cena eh.

-Uuuuy, qué miedo.

  Después de cenar, estuvimos viendo una película de terror bastante extraña con varias escenas de sexo y acabamos tumbados en el mismo sofá pero en lados opuestos. Se me hacía muy agradable y me daban ganas de estar así para siempre, aunque preferiría estar abrazados. Con él me sentía tan bien que era como poder con todo, como ser invencible. Encontramos una botella de Barceló que tenía en unas cajas y otra de Yacaré a la que le quedaba la mitad. Me ofreció unas copillas a pesar de no tener mucho hielo. Empezamos a beber sin tele, sin ruidos, sin nadie que molestase. Es curioso, pero ninguno de los dos miraba el móvil. Jugamos al "yo nunca" y hablamos de todo un poco. Acabamos borrachos y riéndonos por todo.

-¿Te quieres quedar a dormir? Así no duermo sólo.

-Eh... Bueno esque... no he avisado a mi madre. -dije después de sentir un cosquilleo.

Ojalá sólo tengas una cama y durmamos juntos. Aunque sólo sea para mirarte mientras duermes.

-Bueno tío, tu casa está a diez metros, mañana te vas pronto y ya. Venga, te dejo unos calzoncillos y te quedas, va. 

   Al poco rato, me dijo donde estaba mi habitación, totalmente desierta salvo por un colchón en el suelo, sin somier. Luego me enseñó su habitación, donde parece que habitualmente dormiría su madre. Era una cama de matrimonio, con somier, cabecero y una lámpara dorada en el suelo.

-Flipa chaval, el colchón de mi madre es de... carbono o algo así, comodísimo. 

   Se tumbó y me tumbé al otro lado. 

-Ostia... La verdad es que es una pasada, más cómodo que el de tu habitación.

-Bueno, pues no sé, duerme aquí si quieres.

-No joder, da igual, soy invitado, yo donde me mandes, no te preocupes.

-¿Y si te mando que duermas conmigo? ¿Tendrías que obedecer no?

   Ese comentario me dejó totalmente descolocado. Es increíble las reacciones que puede provocar tu cuerpo ante unas simples palabras. Notaba que me iba rápido el corazón, sentía cómo me ponía rojo y no sabía ni qué responder. Ahí empezó todo. Empezaron los momentos que más feliz me han hecho hasta ahora, donde sentí que el puto mundo era de los dos.

CONTINUARÁ...




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⏰ Última actualización: Dec 13, 2020 ⏰

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