California
10/11/06Querida Amaia:
Hace poco comencé a escribir. Sinceramente, me encantaría tener una razón en concreto, pero existen muchas. La más sincera es que te extraño y todo me lleva a ti.
Esta es la primera carta que te escribo luego de años. Recuerdo la primera que te realicé y la última que escribí, ambas -notablemente- tan diferentes entre sí.
¿Qué te puedo contar sobre mi día a día? Han pasado exactamente tres tardíos años llenos de añoranza extrañando mi vida de antes, o más bien nuestra vida. Tu recuerdo es similar a las fotos en la repisa de mi madre, aquellas que se sienten, que a pesar del tiempo aún se viven y de cierto modo, te regocijan. Muy dentro de mi deseo que ese sentimiento penetrante siga siendo igual que siempre, aunque todavía me duela.
Donde quiera que estés, Am, quiero que sepas que, a pesar del tiempo, los años de distancia y las miles de veces que juré odiarte, aún te sigo extrañando y amando, tal y como lo hice ese último día.
Vaya, todos los sabían, menos yo.
¿Qué si cómo me encuentro? ¿Mejor que hace unos meses? Quizás. Mi vida ha dado un giro tremendo, pero me siento un poco mejor en comparación al Rich de hace meses (eso no quiere decir que me sienta bien) y al parecer luzco nuevamente como un chico de mi edad, bueno, eso dice mi madre (ya sabes, todo lo ve con ojos de amor). Admito que el primer mes pasé de ser un adolescente a un adulto mayor, mis facciones demostraban cansancio y mucha tristeza, realmente no me importaba mi aspecto, ni mi personalidad, solo quería tenerte de vuelta a mi lado (Quizás aún lo necesito).
Apenas recuerdo al Rich enamorado de la vida, a ese risueño soñador que aspiraba culminar sus estudios y caminar a tu lado tomados de la mano más que enamorados, cada uno haciendo lo que ama con el sujeto que ama. Ahora el único indicio de amor en mí son los recuerdos.
Vivo a base de recuerdos.
Mi madre me repite constantemente que recordar es vivir y que así debería de ser, pero a mí solo me mata, me desvanece... me apaga.
Hace unos días charlé por teléfono con el señor Billie, quien me está ayudando con el proceso de superación. Larga historia el cómo nos conocimos, pero sí, ya han pasado unas semanas desde que tomé la decisión de llevar terapias y los próximos escritos forman parte del proceso. Será largo, tal vez agotador y me consumirá algo de tiempo y cordura, sin embargo, en el fondo de mi alma tengo una gran esperanza reconfortante de recuperar a mi yo de hace varios años, al chico que era antes de lo que pasó en esa despedida.
Considero relevante mencionarte que estas últimas dos semanas has aparecido en mis sueños, noche tras noche, con la cara empapada en lágrimas, un rostro demacrado y consumido que denota un desgaste físico. Decir que no tengo miedo sería mentir y conoces perfectamente que odio las mentiras. Una mala jugada de tu parte.
ESTÁS LEYENDO
Cuando una estrella muere
Novela JuvenilAmaia y Rich aparentaban ser una pareja con futuro. Se imaginaban juntos tomados de la mano observando el amanecer cada mañana, recordando su amor inmenso y superando cualquier obstáculo, pero un suceso terrible terminó por separarlos, llevándose co...