Mundo de papel| Miraculous fanfiction.

XXIII

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Había pasado una semana de que Marinette estuvo en el hospital. Y ella apenas le hablaba, ni siquiera quería mirarlo.
Ella se encerraba en su estudio todo el día. Y cuando Adrien llegaba, no cenaban juntos.

Él se sentía muy deprimido, le recordaba un poco a cuando era adolescente, su padre lo desplantaba y cenaba solo.

Y parecía que iba a seguir así.

Sin embargo, un martes de la próxima semana, Marinette se acercó a él, ella lucía un poco triste y suavemente le dijo.

«Lo siento por desconfiar de tí» y se notaba arrepentida y triste.

Él se sintió feliz por primera vez en la semana y no dudó en tomarla en brazos.

«Te amo mucho Adrien, te amo como no tienes idea. Espero que todavía me ames» suplicó ella, sin alejarse de los fuertes brazos de su amado.

Él no respondió nada, pero la besó en la frente y esa fué una respuesta siguiente.

«Nada podría hacerme dejar de amarte.

«¿y si me dejas darte algo?» preguntó ella con una sonrisa misteriosa.

Él se sonrojó al recordar las veces que ella usaba esa sonrisa. Pero no era el momento. Ella no era quien solía ser.

Y aún así...

Sintió que sus piernas se volvían gelatina, por suerte ella no pareció darse cuenta.

Él sólo asintió.

Y ella lo llevó a su dormitorio.

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«¿Extrañaste que te tratara como mi esposo?» indagó Marinette, que se encontraba tapada sólo con las sábanas.

Él asintió, estaba rojo y muy feliz. Al final esa mirada sí significaba lo que él creyó.

«Empiezo a recordar ciertas cosas... Y más aún cuando pasamos tiempos a solas. » murmuró ella, con una sonrisa sugestiva. Y prosiguió a besarlo suavemente en el cuello.

Adrien se sintió tan contento. Con sus besos y el momento que acababan de compartir con sólo esta habitación y las sábanas como testigo.

Y Marinette estaba empezando a actuar como lo hacía antes de perder la memoria. En la intimidad recordó todo lo que a él le gustaba.

Adrien se sintió totalmente complacido. Y es que ella lo tocó como solamente lo haría su esposa.

Lo único que se escuchaba en la habitación eran los suspiros y sonidos de besos de ambos. Él se sentía en el cielo.

«Amor, necesitamos solucionar todo este lío con Alya. » dijo ella con repentina seriedad, él sólo pudo asentir, pues su mente aún se encontraba en las atenciones que ella le brindaba y estaba desenfocado.

Ella sólo sonrió complacida al ver que su marido no podía concentrarse en otra cosa que no sea la unión de sus cuerpos.

«Eres tan tierno» ella lo picoteó en los labios.

«Mari...» murmuró, mientras ella succionaba uno de los pezones del chico.

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En otro lado de la ciudad, estaba Lila, en un balcón, contemplando la ciudad de París,mientras planeaba su próximo ataque.
Y por suerte para ella, gracias a una infiltrada en al empresa de M.D.C, descubrió que Marinette estaría mañana en una subasta importante.

Mañana sería un gran día para el show.