Prólogo

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«Lo prometiste», su corazón y alma estaba destrozados. La decisión que su padre tomó desencadenaría grandes consecuencias para el futuro de Cronia y la Tierra.

No lo culpaba. Ella también quería ayudar a sus hermanas, quienes apenas habían llegado al mundo. Su madre había muerto tras el parto y la única figura materna con la que contaban era ella, su hermana mayor. Rea también podría desempeñar ese papel, pero ciertamente ya no confiaba en ella.

Su padre le había llendo la cabeza con promesas inciertas sobre permitirle ser el próximo recipiente del Alpha y ella, quien antes se caracterizó por su humildad, comenzó a ser más ambiciosa, más competitiva. Con el tiempo, su deseo por controlar la Tierra logró cautivar no solo a su padre, sino también al resto de Cronia.

—Padre, por favor, recapacita—rogó con lágrimas en sus ojos—. El inicio de una guerra santa significaría el fin de Cronia.

—¡Silencio!—su padre alzó la voz—Te atreviste a dudar tu hermana, que solo quiere lo mejor para nuestra gente. No mereces seguir llamándote hija mía.

El dios apuntó su espada contra ella y, tan rápido como un rayo, realizó un corte leve sobre su frente. Ella, por su parte, no se movió. Sabía perfectamente cual sería su destino tras despertar, por lo que decidió utilizar sus últimas energías para hacer una promesa a quienes se encargarían de devolver el equilibrio al universo.

—Algún día, la verdad se sabrá...

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Yumiko se encontraba acomodando un ramo de claveles en el jarrón favorito de la diosa Rea. Llevaba dos días preparándose para finalmente cambiar su destino junto a su señora. Solo debía esperar hasta el anochecer.

—¿No deberías estar con la señorita Rea en la reunión de hoy?—preguntó Sorato a sus espaldas. Su repentina aparición sorprendió a la joven doncella.

—L-La señorita me pidió que me quedara en su habitación. Parece que tendrá otra discusión con su padre.

—No me sorprende—respondió con frialdad el saturniano—. Lleva años tratando de convencer a su padre sobre ser el receptáculo del Alpha. Ahora que la señorita Dione es la principal candidata para recibirlo, lo más probable es que se encuentre enfadada con él.

El rostro de Yumiko se ensombreció de repente.

—¿Sucede algo, Yumiko?—preguntó Sorato al notar la expresión triste en su rostro.

—¿Te has preguntado alguna vez si esto es lo correcto? Quiero decir, debe haber otra forma de ayudar a la señorita Rea a recibir el alpha. Una que no requiera asesinar a sus hermanas.

—Entiendo como te sientes—el saturnianos colocó su mano en el hombro de la doncella—, pero no podemos permitir que la duda nuble nuestros objetivos. Tu quieres recuperar tus recuerdos, y yo quiero huir con mi hermana. Solo enfócate en ese deseo y verás que todo será más fácil para ti. Te lo aseguro.

Sorato le dedicó una pequeña sonrisa y abandonó la habitación, dejando a la doncella completamente pensativa. Quizás, tenía razón. Solamente debía pensar en su mayor anhelo para poder sobrellevar la situación un poco mejor que antes. Sin embargo, algo dentro de ella se desgarrada cada vez que imaginaba el resultado de su plan.

Por algún motivo, la doncella guardaba un gran cariño hacia las diosas menores. Las había visto crecer y convertirse en jóvenes de extraordinaria belleza y encanto, capaces de cautivar a cualquiera no solo por su apariencia, sino también por sus habilidades en el campo de batalla. Dione, la más pequeña, era excepcionalmente hábil con la espada de su padre. Su fuerza y destreza le permitieron dirigir a los saturnianos bajo su mando a una edad relativamente corta, y también la convirtieron en candidata para recibir el alpha una vez que lo recuperaran.

Saint Seiya Omega: Guerras Saturnalias Donde viven las historias. Descúbrelo ahora