V e i n t i c u a t r o .

78.8K 7K 10.3K
                                    

Para cuando la pizza llegó, Axel estaba ya mucho más calmado. Nos encontrábamos tumbados sobre su cama, yo lo miraba contemplando cada detalle de su rostro mientras él jugaba con mi cabello, probablemente tratando de permanecer lo más distraído posible.

Sabía que aún estaba estresado por lo que le había dicho su padre, pero no habíamos hablado más del tema. Permanecimos en silencio hasta que Axel se levantó de la cama para ir a recoger las pizzas. Nada más regresó, mi estómago lo recibió con un gran rugido. Olían condenadamente bien y yo me moría de hambre.

—Las pizzas saben mejor cuando se comen en el sofá o en la cama —aseguré —. No lo digo yo, lo dice la ciencia.

O, más bien, un estudio realizado por mí. No obstante, eso no lo hacía menos verídico. Kate y yo habíamos pasado una semana entera un par de años atrás comiendo pizza en diferentes sitios: en el restaurante, en la playa, en un parque, en la cocina de mi casa y finalmente sobre la cama de mi habitación.

Axel soltó una carcajada que me hizo sonreír. Verle reír era mil veces mejor que verle llorar.

—Me fío de tu palabra.

Nada más abrió la caja, me lancé a por un trozo. Devoré media pizza en apenas diez minutos, cuando Axel todavía iba por su segundo trozo.

—Deberías de haberme dicho que tenías hambre —me reprendió.

—No me había dado cuenta —dije. Era verdad, había estado tan centrada en él que me había olvidado por completo de lo hambrienta que estaba.

—Bueno, me alegra ver que al menos he acertado con las pizzas que he pedido.

Asentí con la cabeza, aunque en realidad no tenía mucho mérito. Había escogido dos pizzas bastante estándar; hay pocas personas a las que no les guste la cuatro quesos y la caprichosa.

Una vez terminamos las pizzas, Axel dejó las cajas vacías en la papelera y se sentó junto a mí, apoyado contra la cabecera de la cama.

—¿Hacías esto con Audrey? —pregunté de repente. Siempre había tenido curiosidad por el tipo de relación que tenían ellos dos, y ahora que sabía lo complicado que había sido todo entre ellos dos, solo me sentía más confusa al respecto —. Ya sabes, pasar tiempo juntos a solas, dormir acurrucados, tener citas...

—Pasábamos tiempo juntos, sí —asintió —, pero la verdad es que nunca estuvimos demasiado tiempo a solas. No sé, no se sentía correcto. Ella estaba enamorada de mí y yo... Bueno, yo quería desarrollar sentimientos por ella, pero no quería fingir.

—¿Entonces soy la primera chica con la que has dormido? —Axel rio suavemente pero negó con la cabeza.

—No. He estado con más chicas antes que Audrey.

—Ah, cierto —murmuré —. A veces se me olvida que hay muchas cosas de ti que no conozco.

—¿Eso te preocupa? —preguntó, acariciando mi muslo con delicadeza.

—No —negué —, me desconcierta. A veces se me olvida que yo no soy el centro del universo y que la gente tiene una vida fuera de lo que pasa a mi alrededor.

Axel volvió a reír. Me giré para mirarlo y observar los hoyuelos que formaban su sonrisa. Aún recordaba la primera vez que lo había visto sonreír, lo maravillada que me había quedado. Había visto la sonrisa de Axel muchas veces desde entonces, pero seguía causando el mismo efecto en mí.

—El mundo es tu gato de Schrödinger —puntualizó.

—¿Qué? —pregunté confusa.

—¿No has oído hablar de ello? Pensaba que ibas a la rama de ciencias.

Zoe & Axel ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora