Incluso a esa hora de la mañana, la pequeña panadería bullía con el sonido de las personas que tomaban su dosis de cafeína mañanera y el olor a productos horneados que ofrecían otras tentaciones. Kurt vio rápidamente su propia tentación y se dirigió a la pequeña mesa.
Los ojos de Blaine se levantaron de su café y sonrieron. — Me alegro de encontrarlo aquí, doctor Hummel. —
— Lo mismo digo, detective Anderson. — Sonrió al castaño. Kurt reconoció la copa con un pequeño puchero. — Te dije que iba a ser mi regalo. — Dejó su maletín sobre la mesa y se sentó frente a Blaine.
— No te pongas demasiado cómodo. — Le advirtió Blaine. — Esto fue solo el aperitivo. — Él señaló el vaso con los restos de su café.
— Ya veo... ¿Sabes?, no estoy seguro de lo cómodo que me siento permitiendo esta adicción. —
Blaine rechazó la falsa preocupación de Kurt y se burló. — Puedo dejarlo cuando quiera. — Hubo una pausa y una mirada aguda de Kurt. — ¿Qué? Simplemente elijo no hacerlo hoy . — Sin otra palabra, el forense se levantó y se dirigió al mostrador. — ¡No te olvides del brownie! — Blaine gritó.
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Los ruidos que hizo Blaine mientras comía el postre bordeaban el orgasmo, pero no le importó. Era un maldito buen brownie. Además, aunque nunca lo admitiría, disfrutó al ver el rubor manchar las mejillas de Kurt. Cuando se metió el último bocado en la boca, suspiró. — Dios, eso estaba tan bueno, Kurt. — Con un lamido exagerado de sus dedos, se echó a reír.
Kurt no estaba divertido. — No sé por qué sigo comprándotelo. Primero, es completamente insalubre a cualquier hora del día, y mucho menos a primera hora de la mañana. Segundo, yo... Me siento casi un voyerista mirándote. — Tartamudeó él.
— Eres adorable cuando te pones nervioso. — Blaine se inclinó y cubrió la mano de Kurt con la suya. — ¿Necesitas un cigarrillo? —
La inferencia se perdió en el castaño. — ¿Por qué necesitaría nicotina? Sabes que no fumo. — Cuando la única respuesta de Blaine fue una sacudida divertida de su cabeza, Kurt continuó hablando. — Si alguno de nosotros necesitara algo, te sugeriría que tú y tu postre necesitáis una habitación. —
— ¿Así que entiendes ese chiste pero no el del cigarrillo? — Blaine se recostó. Agitó los restos de su café y tomó un trago final. — Creo que podría pasar por el hospital y hacerle una visita a mi testigo ocular ya que, casualmente, el hospital está a la vuelta de la esquina. —
— ¿Lo está? — Fingió Kurt. — Qué casualidad. —
— Mm-hmm. — Blaine aceptó graciosamente.
— No tengo que estar en el trabajo hasta dentro de otros 37 minutos. ¿Quieres que camine contigo? —
— Te tengo calado, ¿sabes? — La respuesta de Kurt fue una simple inclinación de su cabeza y un levantamiento de sus cejas. — Ahá. Soy un detective, ¿recuerdas? —
— Eres un gran detective. —
— Soy un gran detective. — Estuvo de acuerdo Blaine. — Es por eso que sé que estás tratando de distraerme del hecho de que crees que podría necesitar a alguien que venga al hospital conmigo. —
Kurt frunció los labios. — No, no es una cuestión de necesidad, sino más bien de lo que podrías desear. — Corrigió. — ¿Quieres que vaya contigo? —
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Puntos ciegos
Mystery / ThrillerUna serie de asesinatos trae de vuelta a una vieja amistad y antiguos recuerdos. Detective Blaine Anderson y Doctor Hummel.