Capítulo Zero

7 1 2
                                        

(Capítulo improvisado, escrito in situ y desde el teléfono móvil mientras mi té rojo se queda a la temperatura óptima. Sin revisar, sin adornar, sin colorear. No me juzgues, disfrútalo si puedes)

Cuando ascendió del túnel de metro una ráfaga de viento hizo que su larga gabardina ondeara a sus pies. La temperatura, lejos de las aglomeraciones de personas y sus respiraciones, era fresca y limpia y Alejo lo agradeció. Miró al cielo de NT y este le devolvió una mirada gris y austera. La ciudad no era conocida por su clima hospitalario, sino duro y frío, indiferente a las necesidades de algunos corazones que, en vano, anhelaban un poco de sol y calor.
Sin detenerse siguió caminando en dirección al distrito 5 y se adentró por la larga avenida atestada de abrigos y bufandas andantes y vehículos que como naves espaciales pasaban rugiendo, destellando y llenando el aire con la humedad de las carreteras. Metió la mano en el bolsillo de su arrugada camisa y sacó un igualmente arrugado cigarrillo marca Fortuna. Él no toleraba otro veneno para sus pulmones. Ahuecó la mano para proteger la llama y chupó con fuerza. La primera bocanada iría en dirección a las nubes bajas, como siempre, mientras el detective observaba las volutas luchar contra el viento y los copos de nieve que aparecían como fantasmas a cada soplo de aire.
Finalmente llegó al número 8 de la avenida de los Nenúfares y se introdujo en el oscuro portal. El ascensor lo estaba esperando y exhalaba su mortecina luz para atraer su atención. A nadie más se le ocurriría confiar su integridad a ese trasto viejo, pero Alejo y él ya eran viejos conocidos, así que pulsó el desgastado botón del número 2 y, como un anciano que tose, el cascarón metálico y oxidado cerró sus puertas y comenzó a ascender.
Arriba encontraría a su eficiente secretaria: Isabel. Ella sola podía desintegrar todo un ecosistema de tinieblas con la luz de su sonrisa. Era una suerte contar con ella.
Introdujo la llave y un largo pasillo silencioso le dio la bienvenida. Al fondo, el despacho de Isabel estaba iluminado y le llegaba el olor a café recién hecho.
Sonrió, se sacó el sombrero y caminó hacia ella para descubrir la nueva del día. Tal vez incluso hubiera algo que hacer.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 24, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Alejo BahamondeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora