Capítulo IV

6K 695 305
                                    

Hola a todos, quiero agradecerles infinitamente el apoyo que le han dado a la historia, es un placer leer que les ha gustado a pesar del tema tan delicado del que habla, gracias por sus votos y por sus comentarios. 

Les anuncio, de manera inesperada, que este es el capítulo final. No crean que ya no quiero escribir o que la quiero cortar de tajo, no, en realidad fue pensada como una historia corta pero con capítulos largos y bueno este es el resultado. ¿Qué si van a llorar?... Creo que un poquito, pero como se los prometí desde un principio, Mew y Gulf serán felices. Espero que disfruten el capítulo final. 

Capítulo IV 

Bangkok, la capital de Tailandia, una ciudad conocida por sus hermosos santuarios ornamentados y una animada vida callejera, se encontraba bajo las nubes grises y los fríos vientos que anunciaban que inminentemente una tormenta se aproximaba, pero aquello era algo que los habitantes de dicha ciudad recibían con gusto después de un verano bastante caluroso.

A dos años de su secuestro, Mew Suppasit aún sufría de pesadillas que atormentaban su sueño, la diferencia es que ya no eran tan constantes y que su querido novio siempre estaba a su lado para consolar su alma y brindarle la paz y la tranquilidad que lo hacían sentirse amado y protegido. Y es que los cuidados que Gulf le había brindado desde el instante en el que lo rescató junto con la policía, habían sido fundamentales para poco a poco salir de la oscuridad en la que se encontraba inmerso.

Sin embargo, aun desconfiaba mucho de la gente que no conocía y raramente permitía que se le acercaran demasiado, solo su familia, algunos amigos y Gulf podían hacerlo sin que le ocasionasen algún tipo de crisis. Del Mew que permitía que sus fans o cualquier persona se acercara a él, tocará sus peculiares venas o lo abrazara para una foto ya no quedaba nada, se sentía triste pero no podía evitar pensar que cualquiera podría hacerle daño nuevamente y la sola idea de vivir una vez más privado de su libertad le aterraba profundamente.

Gulf y su familia pensaban que de alguna manera la desconfianza que manifestaba les ayudaba a cuidar más del mayor y tener una mayor seguridad de quién podría acercarse o no a ellos, especialmente a Mew, y aunque mucha gente se había alejado por temor o porque Mew había puesto distancia, las personas verdaderamente importantes para él, seguían a su lado apoyándolo incondicionalmente.

Varias cicatrices habían quedado de forma permanente en su cuerpo, recordatorio fiel de las atrocidades que le habían hecho pasar a lo largo de los interminables treinta días. Y aunque verlas le causaba tristeza también recordaba las innumerables veces que Gulf había besado cada una de ellas intentando borrar el turbio origen de las mismas, y poco a poco conseguía que todo lo malo fuera quedando en el pasado. Su novio, con su paciencia, con sus cuidados, con su cariño y con su amor borraba todos los malos ratos que su mente a veces se negaba a olvidar.

Su familia, la familia de su chico y el mismo Gulf habían sido pacientes con él y en la recuperación que estaba teniendo. Por supuesto que no había sido fácil, ambos habían tenido que pasar por días bastante sombríos y deprimentes en los que incluso en una ocasión Gulf lloró de impotencia al creer que no estaba haciendo lo suficiente para Mew. Éste se dio cuenta y pudo reaccionar a tiempo consolando en sus brazos al pequeño joven que en contadas ocasiones tiraba la toalla al no creerse capaz de cuidar al mayor.

Lo cierto es que aunque Mew fue el que vivió un calvario en manos de sus secuestradores, Gulf también lo necesitaba, el joven también quería recibir apoyo, afecto y compasión de vez en cuando para seguir adelante sin derrumbarse. Afortunadamente el mayor se daba cuenta a tiempo y podía confortar a su novio obligándose a salir de su depresión para poder cuidar del otro y así retribuir toda la ayuda que el menor le estaba brindando.

RenacerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora