5

714 78 37
                                    

Un débil grito ahogado fue lo último que escapó de los labios de aquel hombre, sus ropas cayeron abandonadas a mitad de la acera sangrienta

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un débil grito ahogado fue lo último que escapó de los labios de aquel hombre, sus ropas cayeron abandonadas a mitad de la acera sangrienta. Cell meció su aguijón por el aire, ciertamente decepcionado por el bajo nivel de pelea que podía obtener de los humanos a los que absorbía. Miró a Akuma, quien yacía recargada contra la pared de uno de los enormes edificios de la ciudad. Cell ya le había contado absolutamente todo sobre él: el propósito de su creación, su viaje hasta la época actual, y la razón por la que debe encontrar y absorber a los androides Diecisiete y Dieciocho. A ella no le molestó en lo absoluto, de hecho, le parecía apropiado deshacerse de ese par de una vez por todas; ya que eran su antiguo objetivo.

—¿Terminaste de comer? —interrogó sin mirarlo, sus oscuros ojos se mantuvieron cerrados, casi como si dormitara; aún así se mantenía alerta por si algún ki poderoso entraba dentro de su radar—. 

—Un ser perfecto como yo no necesita comer, —recordó, sin tomarse muy a pecho sus palabras—, sólo robo energía para volverme más fuerte; gracias a eso no necesito entrenar durante tanto tiempo como ustedes.

Akuma abrió levemente su ojo derecho, observando la figura de Cell mientras buscaba más presas por los alrededores. 

—Eso es muy injusto, pero no pienso detenerte. —se separó del muro que se encontraba a sus espaldas, pasó sus manos detrás del cuello y continuó—. Si las células del emperador del mal siguen dentro tuyo, entonces debes darles un cuerpo y poder digno de la realeza.

La sonrisa de Cell no tardó en aparecer, seguía sorprendido por la lealtad de la mujer; se tomaba muy en serio sus promesas. Akuma rápidamente se concentró para inspeccionar el lugar en busca de sobrevivientes, caminó por las calles desoladas con Cell siguiéndole las pisadas, para después arrebatarle la vida a quien se atreviera a atravesarse por su camino. La ciudad no tardó más de dos horas en convertirse en un desierto desolado, ni una sola persona había logrado salir con vida. 

—Puedo detectar que has devorado a la totalidad de los terrícolas en esta ciudad. —comentó, deteniéndose a la mitad de la autopista repleta de automóviles vacíos—. ¿Te encuentras satisfecho?

Cell cruzó los brazos sobre su pecho y fijó su mirada hacia el cielo, para después volver a los ojos de Akuma.

—Creo que absorberé a algunos más. —la saiyajin rodó los ojos—. Quizás, así logre superarte de una vez por todas.

Akuma alzó las cejas con diversión, así que ese bioandroide podía volverse competitivo.

—Pues a mí me parece-

Repentinamente cesó su habla, elevó la mirada hacia el cielo con rapidez. Cell notó lo extraño de su comportamiento, quiso dirigir su vista hacia la misma dirección que ella pero, Akuma lo tomó por el brazo, llevándolo hasta uno de los vehículos abandonados; lo lanzó en el asiento trasero antes que ella también ingresara. Cell no pudo reaccionar cuando Akuma se colocó sobre su cuerpo, tan cerca que podía oler el irresistible aroma de su cabello, podía sentir sus cuerpos tocarse el uno con el otro. Sin embargo, Akuma parecía tan tranquila a comparación de la nerviosa reacción que Cell estaba teniendo en ese preciso momento, no sabía en dónde colocar sus manos.

Me enamoré de CellDonde viven las historias. Descúbrelo ahora