Sin título.

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Supe que mi suerte estaba destinada a creer en lo que parecía pero no era por qué nunca me sentía conforme con las decisiones o las oportunidades de aquellas que había elegido, paso a paso pasaba el tiempo lentamente, yo leía un libro y cada frase me acordaba más a ella, me acercaba a su mirada, a ese brillo que destella felicidades, a sus miles de pretendientes, a sus infinitas tristezas.

Si, tal vez la suerte no vio pasar a esta linda chica, tal vez el destino la conoció por casualidad pero la dejo abandonada en un esquina de algún epicentro cerca de la ciudad, pero ahí estuve yo, sí, con orgullo puedo decir que la ví llorar y que le brinde aliento con mis palabras, que le preste mis brazos para que reemplazarán los abrazos de ese man que no la supo valorar, que escuché como su vos se quebraba poco a poco, que supe que cada vez que ella se prometía que nunca volvería caer en su juego, siempre se fallaba, que le dí una segunda oportunidad y la desperdició, que aún estoy enamorada de ella, que me hace falta verla y que daría todo por verla feliz...

Por eso hoy comprendí, mientras que confundía un avión con una pequeña estrella fugaz, que en la vida a veces elegimos a las personas menos indicadas pero que con el tiempo sabemos que es y quién es quien.

Finalmente, no sabemos nada de nadie por más qué juremos haberle conocido cada esquina de su alma.

Un Libro Sin NombreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora