Four

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Había pasado un mes desde la celebración en el palacio de la Luna. DaHyun había hablando con sus padres sobre el compromiso, quería cancelar la boda pero fue imposible, si el compromiso se cancelaba, DaHyun ya no reinaría en el futuro. No tenía otra opción mas que aceptar.

El príncipe Song había vuelto a su palacio tres días después de lo sucedido en la habitación del rubio. Ese día volvería con sus padres, pasarían una semana en el palacio y cuando la semana terminase, al día siguiente sería la dichosa boda.

El rubio príncipe se encontraba en la cocina, con su espalda apoyada en la pared, con un pote de fresas con chocolate entre sus manos. ¿Ahogando sus penas con postre? Pues sí. Luego de la confesión de MinGi, no lo había vuelto a ver. Estaba algo inquieto, no sabía que pasaría cuando llegara con sus padres, tenía miedo de que en algún momento quedasen a solas pero, al mismo tiempo, lo anhelaba con todas sus fuerzas.

-- ¡Cariño, aquí estás!

HongJoong dio un pequeño salto del susto. Su madre había entrado, vestida tan elegante como siempre.

-- Lo siento, madre, solo quería comer algo. -- la reina sonrió acariciando la mejilla de su adorado hijo.

-- ¿Cómo es que no me sorprende? -- rió -- Vamos, deja eso. Ya llegó la familia Song. -- su semblante decayó. -- ¿Estás bien, cariño? Te ves triste.

-- Estoy bien, madre. -- sonrió. La rubia reina asintió y tomó el brazo del príncipe, entrelazando lo con el suyo.

Caminaron a la entrada principal; HongJoong pudo ver al príncipe MinGi hablando con su padre, el rey de Luna. DaHyun hablaba animadamente con los reyes del Sol. Bajaron los pocos escalones que los separaba y saludó a la familia Song evitando ver al alto castaño.

-- ¿Gustan tomar una taza de té? -- invitó su madre.

-- Nos encantaría. -- respondió la castaña reina.

Caminaron hasta un par de mesas relativamente juntas con elegantes sillas a su alrededor. HongJoong tomó asiento junto a su hermana y sus padres, mientras que MinGi se sentó al lado de su madre, justo frente al príncipe Kim.

La razón por la cual estaban ahí era para planificar los arreglos de la boda. Su madre y la madre de MinGi eran las que más hablaban del tema con notable entusiasmo. Miró a DaHyun, quien asentía y fingía una sonrisa cada ver que le decían algo al respecto. Luego miró a MinGi, no quería hacerlo pero le fue inevitable. Le sorprendió que estuviese viendo la taza de té como si fuese la cosa más interesante del mundo. Parecía decaído, sus labios no tenían esa bonita curva con las comisuras alzadas como siempre, sus dorados ojitos estaban apagados y HongJoong sentía que moría por dentro. No le gustaba ver a su amado Sol así.

-- ¿Qué dices, HongJoong? -- salió de sus pensamientos, todas las miradas yacían sobre él.

-- Perdón, no escuché. -- se removió avergonzado y algo cohibido.

-- Nuestra madre preguntaba si podrías dar un discurso en la ceremonia.

¿Decir que no sería muy descortés?

-- Por supuesto, estaría encantado de hacerlo. --

Mentir es malo pero no le quedaba de otra.

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HongJoong vagaba por los pasillos del palacio, los días habían pasado y no había hablado con MinGi ni una sola vez. Tampoco es que pudiese, estaban muy ocupados.

Suspirando, entró al salón que su madre había reservado para las clases de baile. La madre de MinGi había contratado al mejor profesor de danza del reino del Sol, puesto que el príncipe tenía dos pies izquierdos y no quería que algo saliera mal cuando DaHyun y él den su baile de recién casados frente a toda la realeza. A HongJoong le parecía tonto, pero era una tradición.

Para su sorpresa, el castaño se encontraba allí, de pie frente al gran espejo y con la respiración agitada. Al notar la presencia del príncipe en el salón, volteó. El rubio sonrió apenado.

-- No quise interrumpir, creí que ya había finalizado tu clase. Con permiso. -- dio la vuelta dispuesto a irse lo más rápido posible. ¿Estaba huyendo? Tal vez.

-- HongJoong, espera por favor.

¡Rayos!

-- ¿Si? -- volvió a girar, ahora viendo a MinGi muy cerca suyo.

Dios, ¿qué pasó con el espacio personal?

-- Ven. -- tomó su mano con delicadeza -- Baila conmigo.

-- Yo... -- el castaño príncipe lo calló  colocando su dedo índice en los labios del rubio. Se dejó guiar hasta el centro del salón, en donde MinGi tomó su pequeña mano y la puso sobre su hombro mientras pasaba la suya por la cintura de éste. Con su mano libre, tomó la de HongJoong y comenzaron a desplazarse lentamente. -- Estamos bailando sin música.

-- No necesitamos música, mi hermoso príncipe. -- sonrió con ternura cuando las mejillas del rubio se tornaron un tenue rosa. MinGi lo hizo dar vueltas, haciendo que HongJoong quedase con su espalda contra el pecho del castaño.

--Has aprendido bien. -- dando otra vuelta, volvió a estar frente al castaño príncipe. -- Lo harás excelente el lunes.

La pequeña sonrisa en los labios del príncipe del Sol se esfumó. -- HongJoong, no hablemos de eso...

-- Es la realidad, MinGi. Vas a casarte en menos de una semana y con mi querida hermana. Sé que no es por amor, sé que me amas, pero eso ya no importa. -- para entonces ya habían dejado de bailar.

-- HongJoong, quisiera con todas mis malditas fuerzas poder sacarte mi corazón, poder dejar de amarte, pero no puedo. -- suspiro -- Es muy difícil para mí.

-- ¿¡Y crees que para mí no lo es!? ¿Crees que yo estoy feliz con todo esto?

-- ¡Bueno yo fui quien se abrió contigo y tú no dijiste nada, ni siquiera pudiste mirarme!

-- ¿Y qué querías que dijera? ¿Qué también te amo y eres mi único amor? ¡Bien, sí! Te amo. ¡Te amo, Song MinGi! ¡Fuiste la primera persona de la cual me enamoré perdidamente y lo sigues siendo! Eres la única persona que hace que mi corazón casi salga de mi pecho cada vez que te tengo cerca. Eres quien abarca mis pensamientos últimamente. Eres la persona más increíble que he conocido y me llena de felicidad verte a ti feliz. Amo tu forma de ser, amo que seas tan despreocupado, amo que seas gracioso y amo tu ternura. Amo tu sonrisa y juro que cada vez que la veo mis piernas se convierten en gelatina. Amo tus ojos y en especial cuando me miran. Amo esa fastidiosa sensación de mariposas en el estómago y amo aun más que sólo tu seas el causante de eso. ¡Y si no dije nada aquella vez, fue porque seguramente me arrojaría a besarte y-

Y lo besó. MinGi se atrevió a probar los labios de su amado por primera vez. Eran tan suaves y se acoplaban tan perfectamente a los suyos. Oyó a HongJoong suspirar. Enredó sus brazos por el cuello del castaño, mientras éste lo acercaba más a su cuerpo. ¿Cuánto tiempo estuvieron besándose? Mucho. Tanto como para comprobar que los labios del rubio príncipe eran tan dulces como se lo imaginaba.

En ese momento nada importaba, todo era tan perfecto. Sólo un pequeño detalle: no estaban completamente a solas.

《♡♥♡》

Príncipe MinGi《MinJoong》[EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora