Yunho

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Sus ojos se posaron en la delgada línea que había estado dibujando hacia ya cinco minutos. No era perfecta como todos los demás esperaban que saliera, pero era adecuada para lo que él había estado buscando. Sonrió satisfecho con su creación. Continuó trabajando por unos minutos hasta que la mirada perdida de Wooyoung se encontró con la figura en el papel.

—¿Por qué lo has dibujado? —preguntó su acompañante con una mirada curiosa que él no había visto en meses. Eso lo animó un poco, provocando una sonrisa en su rostro.

Suspiró unos segundos y se dignó a responderle luego de buscar las palabras adecuadas. —Supongo que lo extraño un poco. Quería verlo de nuevo.

Wooyoung cambió su expresión y se disponía a reclamarle sobre la falta de respeto que esto podría significar para él cuando el mayor le interrumpió.

—Yeosang disfrutaba de mis dibujos. Al igual que tú, él solía quedarse conmigo horas sólo para ver el proceso.

En sus ojos había un brillo especial. El de melancolía, tal vez. Regresa la mirada a su compañero y nota que hay una expresión de molestia en su rostro. Él sabe por qué es. Lo entiende. Para su menor, es aún difícil enfrentar recuerdos tan nítidos y cercanos de Yeosang, él sabe que le duele tanto que podría morir al sentir eso, o de esa manera podría llegar a expresarse. Por lo que le regala una pequeña sonrisa y acaricia su cabello con suavidad, dejando que su mano descanse en su espalda por unos segundos, sabiendo que Wooyoung había añorado ese contacto físico por tanto, tanto tiempo.

—Sé qué podría ser doloroso, pero este lo puedes guardar tú. —le dice ya cuando su dibujo está a punto de ser terminado—. Así lo mantendrás sólo para ti por un tiempo. Cómo siempre se sintió, tú y él.

La confusión se apodera del rostro pálido del menor. Lo que parecieron minutos eternos se detuvieron cuando Wooyoung tomó la hoja con suavidad y la abrazó por unos segundos antes de romper en sollozos. Aún dolía. Aún ni su corazón, ni su mente podían gestionar tal dolor, incluso con los meses que pasaron tratando de mejorar las conductas dolorosas de cada uno. El mayor suspiró con paciencia, tomando un vaso de agua y acercándolo a la otra persona. No intenta detenerlo, o hablar con él. Sabe que lo único que puede hacer por él es estar allí, acompañándolo.

—Me-me —pronuncia entre sollozos Wooyoung—. m-me du-uele tanto. —su rostro se vuelve un poco rojo—, quiero que ya no me duela. Por favor, hyung, haz que ya no me duela.

Y él hace todo lo posible para que el menor pueda volver a respirar con tranquilidad. Con lágrimas en sus ojos, lo abraza por largos minutos, tomando sus manos con suavidad y deseando saber cómo hacer esto, cómo consolar a alguien que siente ese abrumante dolor. Él no lo sabe, pero sí lo entiende. Se queda a su lado mientras sus sollozos se expanden por la habitación, limpiando las lágrimas que caen de sus mejillas, o alejándose unos centímetros cuando cree que es necesario. No sabe lo qué hace, pero lo está intentando. El nublado cielo es testigo del pasar del tiempo hasta que el menor ha sido capaz de calmarse lo suficiente. Sus ojos luciendo cansados sólo pueden mirar de manera perdida al mayor, cómo si en ese momento se encontrase en aquel lugar. El lugar donde Yeonsang vuelva a estar, a suspirar y, fuera de esas cuatro paredes, vivir. Otra vez se ha perdido en aquel lugar. Él, de verdad, no sabe lo que está haciendo, pero siente que ya no puede hundirse más en el gran hoyo que han cavado.

Es momento que vuelva a sentir su reflejo devolviéndole la sonrisa.

En el instante que Wooyoung vuelve en sí, se encuentra en su cama. Pero al joven, eso no lo hace sentir mejor. Aquel sentimiento de culpa se acomoda en su cuerpo para cuando mira alrededor y se encuentra con la mirada calmada del mayor.

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⏰ Última actualización: Jun 28, 2023 ⏰

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Yeosang dejó de hablar.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora