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Chaeyoung iba subiendo en el ascensor mientras se daba autoconsuelos con sus manos

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Chaeyoung iba subiendo en el ascensor mientras se daba autoconsuelos con sus manos.

La coreana al llegar al piso, pudo divisar dos salas de baile y en la mitad un gran lugar abierto, bastante elegante para una academia.

Había un ventanal gigantesco que mostraba toda la ciudad a su esplendor, todo era vidrio en esa ventana, sin bordes, sólo vidrio.
Al voltear hacia atrás vio el pasillo y dos salones muy grandes, en uno habían algunas chicas practicando algún tipo de danza.

Chaeyoung se acercó al otro salón, la puerta era de vidrio transparente y por dentro era un salón muy hermoso, la luz era tenue, casi oscura, al parecer se podía graduar el tono de luz. Al sentarse a la entrada de la puerta, pudo ver que había un horario:

Mañana: Clase conjunta.
Tarde: Mediados.
Noche/Tarde: Sólo reservas de entrenamiento.
Noche: Sólo reservas de entrenamiento.

  "Así que ella lo había reservado", pensó Chaeyoung.

Estaba concentrada hasta que las luces se volvieron más intensas y oscuras, ocultando todo el salón, excepto la mitad de éste, dónde se veía una figura hermosa, era tan delicada cómo pieza de museo esbelta, tan fina cómo la utilería de un palacio real y tan hermosa cómo una pieza de arte. Chaeyoung prestó toda su atención a una melodía de música clásica que sonaba y retumbaba por toda la sala, no obstante, una luz mostraba a Mina.

Aquella Japonesa comenzó a moverse  al tiempo con la música, tan sincronizada, tan enamorada de aquél ritmo suave. Chaeyoung podía ver aquélla presentación sin cansarse.

La chica comenzó a dar algunas vueltas tan difíciles pero de alguna manera las hacía ver fáciles. Es cómo hacer tres vueltas mortales y caer tan suve cómo una pluma en el agua.

La Japonesa cerraba los ojos mientras bailaba, su corazón se conectaba con esa pieza mientras su cuerpo desde su corazón hasta cada extremo de ella se movía con agilidad y fragilidad al tempo de la música.

Chaeyoung estaba anonanada. Sus ojitos brillaban. Una coreana con los ojos puestos en aquélla chica recorrían todo, ella estaba sintiendo lo que expresaba Myoui y le gustaba sentir aquélla extraña sensación que recorría todo su ser.

Acabó la pieza y Mina abrió los ojos divisando a una chica bajita con la boca medio abierta y sus orbes mirando con asombro, pudo prometer que eso fue demasiado tierno, pero aquélla chica había visto a Mina bailar.

La japonesa y sus mejillas comenzaron a volverse de un color rojo intenso mientras se tapaba la cara y sonreía. Acababa de bailar enfrente de Chaeyoung sin ella darse cuenta.

— Chae...— Dijo mirando a la de orbes cafés. — ¿Hace cuánto llegaste? — Preguntó curiosa y llena de pena.

— Y-yo... Momo me dijo que viniera mientras ella salía de las duchas.— Mina asintió mientras volvía a prender las luces de todo el salón. — No sabía que bailabas tan bien, Minari.— Al escuchar su apodo de hace mucho, recordó a la tierna Chaeyoung y soltó una gumosa sonrisa.

❝ Tú nombre en mi piel. ❞ | ෴ Michaeng. | Saga.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora