ARIANA, LA DE LAS FLORES

PRÓLOGO

Ariana la de las flores nos presenta a Belén, una chica que viene de un mundo cuyos colores se han deslavado paulatinamente ante una tormenta constante de angustias, tristezas, complejos y miedos. Nos entrega a una joven que debe abandonar todo lo que ama y conoce para probar suerte en un nuevo país. Nos deja ver cómo va convirtiéndose en una talentosa mujer que llega a la compañía Rose Gold llena de esperanza por encontrar esa luz que le permita avanzar en el arduo proceso de la aceptación y el amor propio.

Su autora sabe conducirnos a través de una historia donde todos podemos encontrarnos un papel con el cual identificarnos. Porque a todos nos han mentido, nos han roto, nos han utilizado, nos han dañado, nos han traicionado y abandonado sin explicación o motivo alguno. Porque el dolor es un resultado inevitable en este mundo tan salvaje e, irónicamente, tan poco humano. Es una consecuencia del amor, de la emoción, del ingenuo latir de aquel corazón que sabe confiar y entregarse completamente.

Comienza siempre de a poco. Mirando con ilusión a la persona especial, contemplándola allí, sentada en su oficina, con esa sonrisa que es capaz de cambiarte el humor en solo un segundo. Crece con esos mensajes que van y vienen al ritmo de las horas del día, hasta que se transforma en una emoción abrumadora, un ardor que consume, una pasión y una peligrosa curiosidad que grita desde el centro del cuerpo y pide ser saciada a cualquier precio.

Así, la directora general de una aclamada revista literaria cae ante el encanto de esa impertinente, pero dulce asistente que siempre sabe cómo dar consuelo a un alma afligida. Así, este grupo de amigos nos entrega una reflexión sobre el verdadero significado del apoyo, la complicidad y la confianza. Así entramos a ese mundo en el que damos los primeros pasos llenos de soledad, rencor y amargura hasta que poco a poco el camino se tiñe de rosa.

Entonces aparecen frente a nosotros tonalidades cambiantes que nos acompañan durante nuestra lectura, la cual es también un proceso que nos motiva para encontrar, reconocer y sanar nuestras propias heridas. Nos motiva a analizar las historias que se están escribiendo constantemente en nuestro interior, a escuchar esas voces que nos piden darnos cuenta de que, en realidad, todos podemos ser esos locos: los locos de las flores. 

-Martha Partida.