Emilia
Me encontraba en la habitación de Octavio. Rodeada de su olor. De sus cosas. Y con unos ojos rosas mirándome fijamente.
- ¿Quién eres?
- Primero respóndeme a mí. ¿Qué sientes... físicamente hablando?
- Raro. - respondí, sin saber que palabra usar. – siento como si estuviera acalambrada. Las manos, los pies. La columna, me duele mucho.
- Voy a decirte algo. Necesito que mantengas la calma, tanto como puedas. Y que no me interrumpas hasta que termine. Luego puedes hacer todas las preguntas que desees. – asentí, sin saber que responder.
- Como tú sabes, tu padre es Pablo. Sé que te encontró cuando tenías dos años. No me interrumpas. – dijo, al verme abrir la boca. La cerré, frustrada. ¿Cómo sabía eso este tipo? – Lo que no sabes, es la identidad de tu madre. Se llamaba Alma. – el corazón se me aceleró. Lo miré, impactada. – Ella era una hechicera. – fruncí el ceño. ¿Una qué? – Sí, una hechicera. Quedamos pocos, pero todavía existimos. Lo que viviste hace un rato, fue tu transformación. Eres una hechicera, Emilia. El hormigueo que sientes es la energía fluyendo en tus venas, en tus músculos, en tus huesos. Es necesario que aprendas a controlarlo, lo antes posible. Porque te puedes hacer daño, o hacerle daño a alguien más. – Milo se sentó en el sillón, apoyando su espalda relajadamente. – Ahora sí, pregúntame.
- ¿Soy... mala? – Milo rió.
- ¿De todo lo que me podías preguntar, esa es tu duda? – rió. – Tienes mucho poder en tu cuerpo, Emilia. Como lo uses depende de ti.
- ¿Mi padre sabía que ella era mi madre?
- Tu padre sabía que Alma era una posibilidad.
- ¿Por qué no me lo dijo? – cuestioné.
- Porque la otra opción era una humana. ¿Por qué contarte algo de lo que no estaba seguro?
- No puedo creerlo... yo una ¿Hechicera?
- Pues sí. – Milo sonrió mirándome.
- ¿Y ahora?
- Ahora, lo mejor sería que vengas conmigo, donde vivimos nosotros. Para que aprendas sobre lo que somos. Sobre ti. Para que aprendas a manejar tu poder, para ver qué tipo de hechicera eres.
- ¿Qué tipo soy? No entiendo nada. – un golpeteo en la puerta nos interrumpió. Era mi padre.
- Hija, despertaste, ¿Cómo estás?
- Confundida. – respondí.
- Lo entiendo. Tienes que estar tranquila. Vamos a solucionar tod...
- Esto no es una enfermedad, ni un problema que se tenga que solucionar. – interrumpió Milo. – Ella es hechicera, es su naturaleza, así como ustedes son lobos.
- No es lo que quise decir. Solamente quiero que mi hija esté bien.
- Ella tiene que venir con nosotros. – Ante las palabras de Milo, mi padre lo miró con furia.
Los escuche seguir discutiendo, sin distinguir bien sus palabras. Lo que no podía eliminar de mi mente eran las palabras de Octavio. A lo mejor irme era la mejor opción, era lo que mejor me haría. Tal vez esto era mi nueva oportunidad de rehacer mi vida. Lejos de Octavio, lejos de la manada. No imaginaba vivir aquí, teniendo de Luna a Gema. Viendo como el amor de mi vida y ella, forman una familia. No era tan fuerte.
***
Con las fuertes revelaciones del día, llegó la noche. Ahora me encontraba ya en mi casa, en mi habitación. Lo que yo solía llamar, "mi lugar en el mundo". Milo iba a dormir esta noche en el sillón del living, según mi padre, le conseguirían una cabaña mañana.
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Mundo mágico
RomanceLicántropos, hechiceros, vampiros... Un mundo mágico. La historia de amor de Emilia y Octavio comienza desde que eran muy chicos. Ella lo ama en secreto, o eso cree. Él la admira en silencio, pero como alfa de la Manada Santini, su deber es pensar...