Las píldoras de los demonios

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La ciudad fantasma estaba tan bulliciosa como de costumbre, tan solo habían transcurrido unos días desde el cumpleaños de Hua Cheng, así que aún quedaban rastros de linternas y decoraciones por las calles.

Los fantasmas se encontraban más animados y ruidosos, después de pasar por toda una travesía por el Da Bongong de su Chengzhu, se habían animado al verlo regresar sano y salvo.

Al inicio no estaban muy familiarizados con ese Daozhang, pero cuando el estaba cerca Chengzhu lucía evidentemente más feliz, no era ajeno para las pequeñas criaturas que Daozhang pertenecía a la corte celestial, así como aquel templo en  mitad de la ciudad construido para adorarlo.

Tampoco era ajeno el tipo de relación que tenían esos dos, sabían muy bien que no debían acercarse al templo cuando su jefe se encerraba con Daozhang, pero a veces sus sonidos eran demasiado fuertes para ignorarlos. 

Todos los habitantes de esa ciudad amaban a Chengzhu y le debían de alguna manera, por lo que su felicidad les parecía demasiado grata, después de tantos años de soledad al fin su semblante cambió y sus sonrisas se hacían menos sarcásticas y más sinceras. 

Solo sentían que algo faltaba.

"Esta ciudad necesita un pequeño príncipe, ¿No les parece?" todos los pequeños fantasmas asintieron ante la afirmación del fantasma que hablaba.

"Pero ¿Qué podemos hacer?, la última vez le ofrecí unas cuantas píldoras para concebir a Da Bongong, pero el las rechazó firmemente", los fantasmas asintieron de nuevo cabizbajos, estaban realmente felices con la relación de aquellos dos, pero también estaban curiosos sobre esas nuevas posibilidades.

Otro fantasma se escabulló en medio de la multitud para hablar, llevaba su cabeza en un viejo bolso mientras su cuerpo la sostenía en alto: "¿Qué tal si les damos las píldoras a Da Bongong, sin que el lo sepa?, siempre come en estos puestos, y conocemos muy bien los sonidos que se filtran todas las noches...."

El viejo fantasma carnicero se puso rojo, quizás de la vergüenza o del coraje creciente pero su voz sonó muy alto: "¡NO!, ¡Eso nunca!, si Chengzhu se entera, se molestará mucho con nosotros, no es una decisión que nos corresponda, y si le hacemos algo a Da Bongong lo más seguro es que perdamos nuestras vidas.... Otra vez"

El rostro de los fantasmas se ensombreció al pensar tales posibilidades, pero lo que había dicho el carnicero era totalmente cierto, estaban muy entusiasmados con la idea, pero al final no era para nada decisión suya.

Suspiraron por lo bajo desanimados y el ambiente se entristeció un poco, se encontraban tan absortos en sus pensamientos que no notaron los suaves pasos que se acercaban desde la distancia.

Xie Lian había estado fuera unos días, sus creyentes comenzaron a aumentar rápidamente, por lo que las oraciones incrementaron, cuando recién ascendió Mu Qing y Feng Xin se distribuían las peticiones junto con él, pero ahora, estaba solo, por lo que el trabajo se le acumulaba y a veces se ausentaba unos días para lidiar con ellas.

Cansado y fatigado no tenía ganas de pensar mucho, así que no logró escuchar la acalorada discusión de los pequeños fantasmas reunidos en mitad de la calle, caminaba tan despacio y tan lento que sus pasos pasaban desapercibidos.

Poso su mano sobre el hombro del carnicero y el último soltó un grito desgarrador mientras se giraba hacia su dirección.

Al ver a Xie Lian todos los fantasmas dejaron de discutir y en su lugar soltaron gritos, otros estaban congelados en su lugar, mientras otros pocos arrojaban cualquier cosa que sostuvieran, también la cabeza de aquel fantasma rodó por el suelo.

Las píldoras de los demonios (One-shot HOB Hualian)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora