I just need someone, please.

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“No estoy triste pero lloraré.”
“Como estoy aburrida, lloraré. ”

La peliblanca se encontraba consolando a aquel castaño de lentes quien estaba asustado y llorando debido a la repentina muerte de su amada.

Apenas llegó a aquella escuela y malas cosas empezaron a pasar, ¿por qué?, ¿qué había echo mal?, no lo entendía, pero el quería una respuesta.

La peliblanca solamente era el publico quien miraba aquella escena triste provocada por ella.

Parte de la audiencia, nada más.

Iba a ser más pegada a su amado, sin distracciones ni nadie que se interpusiera entre ellos.

Mío, mío, mío.

La familia de Yuji lloraba desconsoladamente al haber perdido a su más preciosa piedra, la menor de esta.

El castaño de lentes acompañaba a la madre de su ahora fallecida amada, quien tampoco encontraba el consuelo.

Akane era acompañada por los hermanos de la fallecida, quienes no dejaban de mirarla con odio, nunca les había caído bien.

Uno de ellos chasqueó la lengua al ver a la pálida con una típica Poker Face, no mostraba algún respeto alguno mirando la tumba en la que se encontraba ahora su hermana menor.

El mayor jaló del brazo a la peliblanca y la jalo fuera de ahí, la tiró al suelo.

—“NO TE QUIERO VER AQUÍ MALDITA SEA,
Gritó notablemente enojada aquel chico llamando la atención de todos en aquel santo entierro.

La Madre de Yūji jaló a su hijo mayor hacia ella.

—“¡Calmate hijo!... ¡Por favor!...Estate tranquilo mientras estás aquí ”.
Sollozaba aquella destrozada señora tomando el brazo del chico.

Akane yacía en el suelo con una mirada asustada, temblando y al igual que la señora, sollozando.

Yuuta corrió a ayudarla, ya que igual que él y los demás, estaban en un Santo entierro de alguien quien alguna vez estuvo presente en sus vidas.

No de la mejor manera ni tampoco de la peor.

El castaño abrazó a la peliblanca y se fue caminando con ella tomándola del brazo suavemente.

—“Te acompañare a tu casa, no es bueno que vayas sola después de un funeral”.
Habló el alto sin despegar su mirada al frente.

Obteniendo como un premio a aquellas palabras, una dulce sonrisa de aquella pálida, quien se apegaba más a su brazo tímidamente.

Entonces el cielo tronó y se tornó de un gris profundo, cosa que los hizo correr hacia la casa de la peliblanca.

Yuuta se dió cuenta que la menor corría lento, cosa que no sabia que esta hacía a propósito, la cargó con delicadeza al estilo princesa, y corrió mientras ella sonrojada le explicaba donde quedaba su casa.

Dejó con cuidado a la chica en frente de la puerta de la casa de esta.

Una reverencia inesperada hizo retroceder a aquel pelicafé quien cuyo rostro yacía un suave sonrojo debido a ello.