¡Ya estoy aquí y me acordé!
Fue el 31 de diciembre del 1983. Con solo 31 años, Alba parecía tener más de 50. Tenía sus manos muy débiles, rasgadas, arrugadas, su cara manchada y envejecida; ya no tenía ni fuerza en las piernas para poder andar.
Ese día logró levantarse y caminar a paso de tortuga hacia los bajos de la casa de madera para buscar orégano; pudo haber mandado a sus hijas pero, quería solo tomar aire, salir afuera. Ya debajo de la casa, escuchó algo entre las rendijas del suelo de madera. Eran Cecilia y Bárbara, sus dos hijas mayores hablando en secreto, pero llorando y abrazándose; estaban nerviosas.
Cecilia, tenía algo raro en su conducta, desde muy pequeña parecía poder influenciar a las personas, también parecía percibir cosas que los demás no podían y muchas veces sus sueños eran premoniciones. El demonio blanco decía que era bruja y que era culpa de su madre por la raza negra.
Lo que escuchó Alba, la dejó muda, sin poder moverse y temblando mientras las lágrimas bajaban. Tuvo que taparse la boca para no hacer ruido. Pero ¿qué carajos pudo haber escuchado que fuera tan grave como para dejarla así?
Ya sabes que yo lo sé, pero quiero hacerlo más interesante.
Alba, subió lentamente y en silencio; actuó como si no se hubiera dado cuenta, como si no supiera nada. Caminó hasta la cocina, buscó debajo del fregadero que ya estaba podrido por el agua que chorreaba y sacó un cuchillo, el cuchillo de la casa con el que se picaba el cuello a las gallinas para el asopa'o. Temblando y llorando se dirigió hacia su cama y lo escondió debajo de su almohada.
Llamó a las niñas, todavía Bárbara cargaba en brazos a Jimena; llegaron a su cuarto y les dijo que se acostaran un rato junto a ella, las cinco; pero su mirada hacia Cecilia y Bárbara era rara, con misterio. ¿Será que sus hijas le harían algo?
Ya en calma comenzó a contarle historias y a la vez parecía que se estaba despidiendo de ellas. Les hablaba de la fuerza femenina y el poder de la mujer enfurecida. Ellas, las niñas, no entendieron que era una despedida.
11:43pm
''Se supone que tire la lata de cerveza'', decía Cecilia a Bárbara mientras ambas miraban hacia afuera por la ventana a oscuras. Ambas observaban muy atentas y de momento el llanto de Jimena les hizo brincar del susto; entonces cuando vio que era su hermanita llorando, comenzó Cecilia a llorar y a temblar más. Bárbara la abrazó y la encerró en el cuarto, le dijo que no saliera, que se quedara dentro y que ella iría al cuarto de Jimena a vigilarla. La bebé no paraba de llorar, Bárbara trataba de calmarla, Cecilia lloraba más y de momento comenzó a sonar la lata de cerveza que el demonio blanco pateaba por el camino. Se acercaba y parecía que junto a él venía una desgracia.
La puerta estaba junta pero no cerrada, él entró como dueño y señor y lo primero que notó fue el llanto de la bebé...
-¡Qué ostia! Ahora la jodia nena no se calla tampoco. Dijo el demonio entre dientes. Entró al cuarto de la bebé y vio a Bárbara tratando de callarla y dormirla. Por un momento se dirigió a la cocina, tiró una lata de cerveza al suelo y se quedó quieto por unos 12 segundos como si le hubiera llegado algo a la cabeza. Entonces fue en silencio al cuarto de Alba, que quedaba arriba, la vio dormida y entendió que entre el llanto de la pequeña y el profundo dormir de la madre, nadie notaría la violación de su hija mayor.
Comenzó a caminar lentamente, tratando de que sus pisadas no se oyeran, la puerta estaba cerrada, tocó sutilmente unas 3 veces y susurraba ''Barbarita, ábreme que tengo que decirte algo''.
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.................,b ,bmgdhdhdhnj. Por que no me hacen caso? Por favor hay un escarabajo mordiendome la garganta, mi mama lo mando a matarme porque soy yo el elegido. Si alguien lee esto por favor ayudeme todos me quieren matar y ella me dice que no sirvo que soy un inutil y que viene a buscarme, estoy escondido debajo de la mesa porque hay arboles mirandome mal tambien ayudenme. Nadie me escucha ayudaaaa!!!!!!!
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Los mandamientos de las 5 hijas de p*ta
РазноеCinco hermanas muy peculiares: la que mandona, la religiosa, la bruja, "la promiscua" y la "marimacha". Mujeres que te guiarán para que aprendas a valorarte y a darte a respetar. No cabe duda, son unas hijas de p*ta.