Capítulo III Callejón Diagon

14 4 1
                                    


  Al despertarse, Penélope, corrió hacia la cocina se preparó un té y unas tostadas con miel y se las comió a toda prisa, dejando una taza de té y algunas de las tostadas. Cuando terminó su desayuno fue a arriba dejó una nota en la que decía qué iba a hacer, en el cuarto de sus padres y fue a despertar a su tío sarandeandolo:

-¡Ay!, ¿Qué pasa? -dijo su tío cuando se levantó.

-Vamos al Callejón Diagon, tío.

-Cierto, me había olvidado. ¡Feliz cumpleaños!-dijo mientras se incorporaba y saltaba de la cama con mucha agilidad.

-Gracias. Abajo hay tostadas con miel y té.

-Bien. -dijo su tío refregándose las manos.

Diez minutos más tarde estaban los dos preparados, pero su tío miraba la pequeña maleta de su sobrina con el ceño fruncido:

-Deberías llevar una maleta más grande-dijo.

-Está bien-dijo su sobrina y unos minutos más tarde estuvo en el umbral de la puerta con una maleta más grande que el tío aprobó.

-¿Cómo vamos a ir?

-En transporte muggle.

-Bien.

Pasada una hora entraron en el Caldero Chorreante, un bar al que la gente parecía evitar.

-¡Hola, John!. Lo de siempre, ¿no?-dijo el hombre de la barra al verlos entrar.

-No, Tom, hoy vengo con mi sobrina-dijo él-. La aceptaron en Hogwarts.

-¡Oh! ¿Cómo te llamas?-dijo Tom mientras se acercaba a la niña.

-Me llamo Penélope-respondió ella.

-Un gusto,Tom.-dijo su tío mientras hacía señas a la niña de que lo siguiera.

La chica le sonrió a Tom mientras su tío pasaba al patio del bar, que no era más que un lugar apartado en el que había cestos de basura y unas hierbas.

Su tío murmuró algo que Penelope no llegó a comprender, sacó de su bolsillo una varita y golpeó la pared con ella y los ladrillos comenzaron a moverse para todos lados.

Los ladrillos se movían a los costados, daban vueltas y dejaban paso a un largo y extenso pasillo en el que había locales y mucha gente y, por lo tanto, también mucho bullicio.

Mientras entraban, Penélope vio que los ladrillos se movían de la misma forma que se habían abierto, pero a la inversa. El negocio más cercano a la mágica pared vendía calderos.

-Vamos a comprar uno de esos, pero tenemos que buscar unos cuantos galeones para comprar todo-dijo John al pasar por al lado del negocio.

-¿En dónde vamos a conseguirlos, tío?

-En Gringotts, que está por allá- dijo mientras señalaba hacia el final de el callejón.

-¡Guau!- exclamó la niña al mirar lo que su tío señalaba.

Su tío la condujo hacia Gringotts, que era un edificio de más o menos cuarenta metros de alto y veinte de ancho, estaba hecho de mármol y, los detalles, de oro.

-No, no vas a entrar, Penélope.-dijo su tío al ver a su sobrina caminando hacia la entrada- Repasa la lista.

-Está bien...-dijo, con decepción.

-Yo entro, tu repasas y luego compramos. Ese es el plan.-dijo-Tienes la carta,¿cierto?

Su sobrina sacudió la cabeza de un lado al otro.

En HogwartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora