3, el tablado.

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  El amor de mi vida es el carnaval, andar con la cara pintada, cantando y bailando me vuelve loca. Ya se acercaba la fecha de esta fiesta pagana y mi corazón rebosaba de felicidad. Después de salir un par de veces más con Zoe y sus amigos -que ahora también eran mis amigos- les propuse que fuéramos juntos al tablado. Ellos no lo frecuentaban, pero se ve que mi emoción los convenció. 
  Quedamos en encontrarnos en la plaza del centro a las 6. Yo fui con Zoe y llegamos primeras, decidimos comprar unos jugos antes de recorrer la feria que había allí.  Al rato nos encontramos con Iara y Nahuel junto a toda su familia, los mellizos nos dijeron que tenían que cuidar a sus hermanos más pequeños y que irían a donde nosotras estemos más tarde. El nuestro no era un grupo precisamente puntual. Emiliana, Luca y Diego aparecieron juntos, quisieron reunirse antes del evento para maquillarse y ponerse glitter y no sería yo quien los juzgue.
 El lugar estaba decorado con lucecitas y banderines de colores por doquier, había algunos artistas sobre el escenario tocando y otros esparcidos en distintos lugares del predio; pintando, actuando, bailando, tocando y cantando. Si me preguntás que es la magia, seguramente te describa algo similar a esto. Nos ubicamos cerca del escenario, Luca había traído una manta que pusimos en el suelo para sentarnos sobre ella. Iara apareció con vino del barato en una mano y varios sobres de jugo en la otra. Pasamos una noche hermosa. No me voy a olvidar más de aquella banda. ¿Conocen la expresión "no se conocen ni ellos"? Este era el caso, pero todos estábamos sorprendidos con lo hermosa que era su música. Bueno, la música y ellos, cabe aclarar. Creo que por poco no desvisto al bajista con la mirada. Apenas se bajaron del tablado me di a la tarea de averiguar quién era. Descubrí que se llamaba Antonio, pero que le decían Toni, que estaba soltero hacía varios meses y que tenía una perrita. Nunca subestimen a alguien que está interesado en ustedes. Luca estaba sentado a mi lado y vio como yo desataba mi lado de stalker matriculada. No les conté, pero llegados a este punto nosotros habíamos salido un par de veces sin el resto del grupo, se podría decir que éramos cercanos.
-¿Un bajista otra vez? -dijo susurrando mientras levantaba una ceja- Pensé que ya habías perdido esa maña.
 La falla que tenía haberle contado mi vida entera en cuestión de pocas horas era que lo usaba en mi contra. Aunque de todas formas no podía quejarme porque yo hacía lo mismo.
-Solo lo estoy buscando en redes, señor celoso, no exagerés, ¿o me vas a decir que no lo miraste vos también?
 Se ruborizó tanto que podría haberlo confundido con una manzana. Hace poco que había salido del closet como bisexual y todavía le daba pena hablarlo en público. Lo de celoso era porque nos divertía tratarnos como novios, no pregunten, solo somos adolescentes faltos de amor. Me sonrió y dio vuelta la cara en otra dirección, evidentemente a él también le gustaba Toni. ¿Quería molestarme? A mi juego me llamaron.
 -¿Qué te apuesto a que no te animás a hablarle? 
- Una siesta abrazados.
-Hecho. No vale enamorarse.
 El caradura lo hizo, ¿lo pueden creer? Se levantó y se acercó a él mientras la banda guardaba sus instrumentos. El resto del grupo nos miraba sin entender mucho qué es lo que estaba pasando. Pasados unos minutos volvió con el número del bajista anotado en el celular y una invitación:
-¡Chicos, tenemos fiesta hoy! -me miró con aires de satisfacción y se sentó a mi lado otra vez- Voy a disfrutar esa siesta, espero que no patees.

Minerva.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora