Amor, Obsesión Y Sangre [Edición]

Capítulo 16

Jhanis

Vito aún no había llegado a darnos las clases, tiempo que aproveché para enviarle un mensaje a Jhanel.

Necesito que averigües todo sobre Luvan y su familia, lo más antes posible.

—Buenos días, perdonen la tardanza. No volverá a suceder. Hoy repasaremos algunos puntos clave sobre la literatura.

Sus ojos castaños no dejaban de mirarme. Su mirada intensa y perturbadora. Mi corazón palpitaba a mil por hora, la sangre bombeando por todo mi cuerpo con fuerza. Él se lamió el labio inferior mientras me miraba, quiero decir mientras observaba mi cuello. Estaba muy nerviosa, tanto que movia frenéticamente el bolígrafo de mi mano derecha. Sentía que en cualquier momento nos atacaría.

—Señorita Rice, ¿Qué comprende la literatura?

Mis mejillas comenzaron a arder.

—Es…es el arte que emplea como instrumento la palabra.

—¿Qué más?

—Am, también es la composición de producciones literarias, ya sea de una nación, época o género.

—Correcto.

[…]

Las clases con Vito habían terminado, yo me disponía a salir a mi descanso, por mis nervios deje caer algunas de mis cosas al suelo, mientras los demás ya habían terminado de salir. Solo quedamos los dos. Su delicioso aroma era cercano a mi. «¡¿Qué?! ¡¿Delicioso?! Contrólate» él estaba atrás de mi, su mano rozó mi hombro con delicadeza. Tenía miedo, solo agarré el rosario que colgaba de mi cuello con fuerza.

—Jhanis —dijo mi nombre con suavidad— tu aroma es tan…dulce y puro —Inhaló con fuerza y luego exhaló, provocando un cosquilleo en mi cuello.

«Maldita sea, Jhanis, estás nerviosa. Respira un poco antes de morir»

—¿Sigues sosteniendo esa cruz? —volvió a hablar, mientras que yo no podía—. ¿Por qué mejor no te la clavas en el pecho? Quizás así te sientas más protegida por tu dios, si es que existe.

—Cl…claro que Dios existe.

—Ja ja ja, vamos— susurraba en mi oreja— hazlo, clávatela, quiero ver ese espectáculo de fanatismo. O lo haré yo por ti —Su mano paso de mi hombro al Rosario, su tacto frío pasando por mi mano. Sujetó la Cruz, arrebatándomela. Su otra mano apretada con fuerza mi hombro derecho. La punta de la Cruz ya palpaba mi clavícula.— Quiero verte sangrar. —Presionó con fuerza causándome dolor, la punta era filosa.— Quiero oírte gemir de dolor. —Y lo consiguió. Se me escapó un gemido de dolor. El solo presionaba más y más fuerte.

—Me…duele…ya —Agarré y apreté su mano con fuerza— pare… —solté otro gemido.

—Tus gemidos, aunque sean de dolor, me están excitando. Y mira…, ya estás sangrando.

Sentía el líquido cálido resbalando por mi clavícula y pecho, manchando mi blusa.

—Por…favor —supliqué.

—Se te acabó el tiempo. Necesito una respuesta. ¿La muerte o alimentarme?

—No me haga esto…, por favor.