2. MALDICIÓN DEL CIELO

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Maldición del cielo

Harry

Estaba comenzando a cantar y eso no era bueno. Tarareando una de las canciones que la radio BBC no dejaba de repetir y mis oídos ya no podían más. Don no sé quién se resignaba a cambiar de estación para hacer sufrir a su rehén. Necesitaba decir basta, pero justo ahora no estaba lo suficientemente preocupado, lo que sea que me hayan estado inyectando  en el brazo me daba una confianza absoluta junto a un grado de relajación. Relajación que poco a poco iba llegando a su fin, podía tener los ojos vendados y la música podía hacer retumbar mis tímpanos, pero mi audición estaba intacta, podía entender algunas palabras claves en el francés que dialogaban.

— Grotte Noire —estaban diciendo Cueva Negra. Lo único que se me ocurría que podía significar eso era el lugar al cual me llevaban. Puse más atención.

— Chef…Vivant....Maudit Styles —estuve a punto de poner los ojos como plato cuando oí que maldecían mi nombre. Escalofriante. Pero el griterío que luego se comenzó a armar me detuvo— ¡Detente!

La camioneta frenó. Choqué contra las paredes y aguanté el dolor que me producía tener mis brazos amarrados a mis espaldas. El hombre de la voz más gruesa se bajó maldiciendo en inglés y luego abrió la puerta trasera.

— ¿Cómo estuvo el viaje, bastardo? —Mantuve mi posición intacta— ¿Los ratones te han comido la lengua?... ¡Responde, mal nacido! —el hombre de la voz gruesa me tomó por el cuello de mi camisa y me acercó a él. Su aliento era pegajoso y asqueroso- ¿Hablarás, muñequito?

—Deja al idiota y llama a Lenny, Dean —voz gruesa resultaba ser un alguien con nombre. Sentí su respiración irritada chocar contra mi rostro, los rayos del sol me golpearon vorazmente.

—Púdrete...—le escupí.

A cambio, recibí un golpe.  Tragué la sangre que comenzaba a correr por mis dientes y el otro hombre se bajó rápidamente del auto.

—Que lo dejes, estúpido. No te pagarán si cobras la venganza por tus propias manos, genio andante —Dean recibió un empujón y me liberé de su agarre.

Lamí mis labios, la falta de agua en mi cuerpo estaba manifestándose. Oí los tonos de llamada que marcaba su celular pero nadie respondió. Más maldiciones volaron entre los sujetos. Cerraron la puerta trasera y la luz ya no sentí en mí. Ellos siguieron hablando afuera.

¿En qué lugar estábamos? Hacía un calor insoportable y en los pocos segundos que estuve expuesto al sol, sus rayos comenzaron a quemarme. Definitivamente no estábamos en Wrickenridge. Estaba furioso, ya habían pasado tres días. Quería matar a alguien, estaba necesitando golpear a los sujetos de ahí afuera, pero estaba rindiéndome, los tres malditos días en los que no había comido nada me estaban debilitando de forma extraordinaria.

— ¡Laisser aller! —exclamó uno de los dos. ¿Serían de algún tipo de mafia?

Me arrastré por mi espalda e intenté sentarme normalmente. El cuerpo estaba matándome. Los hombres de afuera seguían en lo suyo, ahora dialogando una mezcla innovadora entre inglés y alemán. Intenté comprender…pero ya no podía mantenerme consiente. Todo se volvió oscuro.

—Hey, americano —sentí que gritaban muy lejos de mí. La cabeza me pesaba. Mis pulmones se detuvieron y sentí mi camisa empapada— ¡Idiota, está desmayado! ¿No le diste nada de agua? ¡Idiota, idiota! Trae el alcohol que está ahí dentro. ¡Corre, corre rápido!

Algo repugnante se había apoyado en mi nariz. Estornudé e intenté rascármela. ¡Puto amarre! Comencé a escupir. Puaj, ahora el sol estaba quemándome. Intenté arrastrarme pero Oh mierda, no podía moverme. Unos brazos gigantes me levantaron y me lanzaron al duro suelo. Caí de boca y tragué tierra.

—Cálmate, idiota —dijo Dean, el de la voz gruesa— Ten, bebe agua.

Me giré y abrí mi boca por instinto. Luego sentí que un balde de agua fría me caía desde el cabello hasta mis rodillas.

¡Joder!

Hice mi mayor esfuerzo para ponerme en pie y lo logré. El maldito bastardo de aliento pegajoso me las pagaría. Él aún no sabía de qué era capaz. Los dos sujetos soltaron risotadas, mis pasos eran lamentables y lentos. Lancé una patada y para mi puta suerte el grandulón sostuvo mi pierna y me botó al suelo. Mis labios chocaron contra la tierra otra vez. Más risas explotaron. ¿Es que nadie estaba cerca como para percatarse de lo que sucedía?

—Deja de creerte valiente, Styles. Te dejaremos aquí y ya te liberarás. Pero nos veremos pronto. Recuerda: Big Machine.

Más risotadas explotaron e intenté ponerme de pie y darles su merecido. Antes de que me diera cuenta la camioneta ya había desaparecido. Tragué saliva y por todos los medios quise tragarme también la ira y la humillación. Pateé alguna piedra del lugar y escupí ahí mismo. No veía y mis manos estaban amarradas. En un acto estúpido de sobrevivencia olí el aire para encontrar dirección, luego decidí que con la ayuda del suelo me quitaría la bandana.

Imposible saber cuánto tiempo lo estuve intentando, pero para cuando lo logré, los rayos del sol no me quemaban, la luna me acompañaba. Mi vista dolió y grité de frustración; quería ir al baño y mis manos aún estaban en mi espalda.

Supe que estaba en Los Ángeles, y estaba en una de esas colinas de condominios carísimos. Con suerte tal vez me topaba con la casa de Los Jenner —bromeé entre preocupación— ¿Cómo los estúpidos sujetos habían logrado entrar? Ni idea. Pero decidí preocuparme de eso después y acercarme a la casa —mansión— más cercana.

La casa más cercana se encontraba a un millón de cuadras, pero gracias al cielo pude llegar. Mis botas…el pie derecho tenía un hoyo en frente. Debía estar todo sucio con una apariencia horrible, ¿alguien me recibiría en su casa? Crucé mis dedos detrás de mí para que fuera posible.

Mis manos sudan, las rodillas me tiemblan. El cuerpo entero me pesa…He vomitado en mi ropa. Intento parecer calmado, estoy a unos pasos de llegar a algún lugar…

— ¡Hey! –una voz femenina interrumpe mi cabeza. Levanto mi vista. Es mayor que yo.

La vista se me nubla. Lamo nuevamente mis labios.

— ¿Necesitas ayuda? —se acerca a mí y acaricia mi brazo. ¿No tiene miedo? ¿No percibe lo que soy?

— ¿Elisa, qué haces? Deja a ese vagabundo —ella me abriga con su bufanda— ¡Elisa! —alguien la regaña.

—Christian. Creo que necesita nuestra ayuda.

 ***

Abro mis ojos. Un techo del triple de mi altura está sobre mí. Recuerdo que sucede a mí alrededor. Siento miradas quemando mi piel. Intento ponerme de pie.

—Woah…no. Quédate ahí —La mano de la mujer que me ayudó se posa sobre mi pecho. Giro mi cabeza hacia la derecha…un sujeto me observa.

—¿Quiénes son? —me separo toscamente de su tacto.

—Yo soy Elisa Lewis y él es Christian White. Me topé contigo en la calle y…

—Lo sé —la detuve. Me puse de pie, esta vez no me detuvo.

— ¿De dónde vienes? —preguntó el Sr. White. 

—Yo…Necesito salir de aquí —abrí paso hacia la puerta pero me detuvo.

—No puedes irte de aquí. La policía está abajo esperando charlar contigo.

Abandoné la habitación para enfrentar la situación que me esperaba. ¿Un año de cárcel, dos, tres? Me habían tendido una trampa. 

******

¡Chan chan chan! Espero que les haya gustado esto de narrar desde las dos perspectivas...¡Un regalito de navida atrasado <3!

Voten y comenten qué les pareció...también escuchen la canción.

:D

&quot;Oye, Fea&quot; | Harry Styles |Editada|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora