Una esperanza.
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Rockaway Beach, New York City.
13 de septiembre.Mi respiración era calmada, evitando sucumbir al remolino visceral de los latidos contra mi pecho. Inhalando en un suspiro sucinto, todos los pensamientos se disiparon al igual que mi entorno unánime.
Los acogedores sonidos de las olas del mar, la arena acariciando mis pies, por un momento solamente quería dejar que su excelso se apoderara de mí e hiciera nublar el delirio de mis pensamientos. El apogeo estaba muy próximo en venir, lo sentía en mi pecho. La visión, en ese instante, fue el único sentido que bloqueé. Hay momentos en los cuales es mejor vivirlos y sentirlos, sin necesidad de verlos.
¿Alguna vez te sentiste de esa manera?
Abrí mis ojos lentamente, permitiendo que el olor del mar inundara mis pulmones, pero cuando me di media vuelta para regresar, tuve la dicha de colisionar con tu afable sonrisa. Retrocedí unos pasos, la incertidumbre apareció entonces, pensé que en cualquier segundo ibas a guasearte de mi comportamiento tan pueril. Tus facciones sólo se relajaron más, la sonrisa en ningún momento abandonó tus labios rosados y te acercaste unos pasos más a mí.
—La mayoría de las personas vienen a bañarse en la playa en un día tan caluroso de verano —Comenzaste a decir, yo no podía creer que en este lóbrego mundo existiera alguien con la voz tan similar a un ángel—, pero por lo que pude apreciar tú no eres una de ellas.
—Mimetizar no es mi pasatiempo favorito —respondí con desdén, mi tono de voz reflejando total repudio.
El silencio se instauró entonces unos segundos, los cuales agradecí para mí mismo, pues me permitió apreciar mejor tus insignes facciones.
Pensé que yo era el de apariencia peculiar, utilizando pantalones negros y rasgados, una camiseta dos tallas más grandes igualmente negra, además de mis botas militares —que había dejado a su suerte un par de metros de mí sobre la arena—, en medio de la playa mientras todos portaban su traje de baño o, como mucho, prendas que de igual manera dejaban al descubierto su piel.
Pero no era así; justo delante de mí había un idílico chico portando pantalones de mezclilla beige, una chaqueta sin abotonar dejando lucir tu camisa de a rayas y un barbijo blanco, aunque lo tenías sujetado debajo de tu mentón, pues de otra manera no hubiera sido capaz de apreciar tus abultados labios ligeramente brillosos, tu piel con toques rosados por el calor y la forma en que tu frente era cubierta por los extravagantes mechones azules y tus ojos, maldición, tus ojos grises eran hermosos.
—Por supuesto que no —Para mi propia sorpresa, a mis oídos llegó la suave caricia de tu risa socarrona, acompasada con la profundidad de tu voz—. Tus ojos son muy oscuros, casi tan negros como tu vestimenta, pero siguen reflejando tu aura bohemia.
—Bohemia —repetí en un susurro, concentrando mi atención en los brillos emitidos por tu sonrisa rectangular—. Me gusta como suena, Mr. Poético.
La acritud tras mis palabras era evidente, al terminar de mover mis labios, fruncí el entrecejo y me adelanté a tomar mis botas, sabía que podría meterme en muchísimos problemas si no regresaba pronto a mi hogar. De verdad creí que entenderías el mensaje, mi rostro no demostraba más allá que simple abulia. No obstante, una genuina carcajada resonó nuevamente.
—Y a mí también me gusta mucho ser llamado así, Mr. Acre, pero preferiría que utilizaras mi nombre. ¿Sabes? No estuve casi un año pensando en un buen nombre para que un niño bonito me llame como le plazca —hablaste suavemente, siguiendo mis pasos sobre la ardiente arena.
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Sakura Hills «Taekook»
FanfictionEn sus sueños, Jungkook vislumbró la salvación en los pequeños pétalos de las flores de cerezo. Taehyung le otorgó la entrada a su mundo de ensueño, aunque ese fue su pase propio al arrepentimiento. ✿Ganadora en segundo lugar de la categoría "Histor...