Cap. 5

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_Joseph Desaulnier_

Era verdad lo de las vistas, la casa estaba llena, era sin duda de los más acogedora, la comida era digna de la realeza y mi único inconveniente fue el hecho de que Vera peleaba con sus primas por quien le llevaría la comida al guapo y solterón Aesop Carl. No soportaba ese escenario y ni siquiera sabia el porque de mis sentimientos.

Le puse fin a su discusión cuando me acerqué a ellas con una de mis mejores sonrisas.

-Señoritas, no pude evitar escuchar su conversación y si no les importa me gustaría ser yo quien lo lleve, se sentirá en más confianza- estoy seguro que dejaron de escucharme con la primera palabra por sus caras a excepción de Vera quien al final me entrego dicha comida.

Regrese a la funeraria. Aesop estaba en otra habitación ya sin su cubrebocas ni guantes y la playera y saco desabrochados, dejando ver su torso.

Ni siquiera se inmuto al verme, solo se limito a incorporarse y volver abrochar su camiseta. Me acerque y deje la canasta con comida en la mesa que estaba en frente de él y me senté a un lado.

-¿Quién fue tu mentor?- le pregunte a Aesop, dejo de comer por un minuto.

-Mi tutor- dijo fríamente mientras seguía tu comiendo. Siempre tuvo respeto hacia mí, siempre ha sido profesional, incluso con Burke y Luchino, pero...

No es así con los pacientes.

_Aesop Carl_

La noche era fría, caminaba por las calles del pueblo, el trabajo fue excelente, tal y como Jerry esperaría de mí. Toque la puerta del hostal de Vera y me sorprendió que esta misma me abriera la puerta. Estaba en bata y con el cabello suelto, por su cara estaba desvelada.

Me llevo hasta la habitación y me entrego un bote con agua de rosas y me llevo a mi habitación.

-Gracias Vera- esta solo asintió y me dio un beso en la mejilla.

Entre a la habitación, la silueta de Joseph estaba en la cama, solo me limite a meterme en el baño y tomar una ducha.

_Joseph Desaulnier_

El sonido de la ducha me despertó, la puerta del baño estaba entre abierta y la luz salía de esta. No se de donde saque el coraje para entrar a este mismo y encontrarme nuevamente a Aesop pero esta vez con el torso y los brazos completamente descubiertos y su cabeza recargada en el borde de la tina. No lo pensé dos veces y tomé un poco de jabón y empecé a enjabonar su suave cabello gris y lavarlo.

-¿Qué es lo que hace doctor?- pregunto casi como un susurro.

-Te ves cansado, solo te ayudaba un poco- no hubo reclamo alguno. Cuando termine regrese a la habitación y tome una almohada y una de las sábanas y me acosté en el incómodo sofá. Paso una hora hasta que Aesop salió del baño. Sentí su mirada por unos minutos hasta que escuché como se metía en la cama.

-Es grande la cama, no me molesta- mi corazón se aceleró al escuchar sus palabras. Me levanté lentamente del sofá, con la almohada y sabana y me acosté a un lado de Aesop.

Hacia rato que pago la vela, pero con la luz de los faroles de afuera, veía claramente su rostro sonrojado, tuvo la picardía de recargar su cabeza en mi pecho y el carro olor a alcohol llego a mis fosas nasales junto con el de las rosas. Lo estreche más contra mí, quería tenerlo cerca de mí, era un nuevo sentimiento, la lujuria me hacia pensar en todo lo que le podía hacer en este estado, pero su lenta respiración me hizo solo tenerlo contra mí.

Solo mío por una noche.

Un hombre de cabellos rojizos en espera de un poco de alcohol mientras que otro, un anciano preocupado por el retraso y ausencia de su superior y compañero.

Burke no estaba preocupado en lo más mínimo por Joseph. Quien estaba en sus plegarias era Aesop, que este estuviera solo con el mayor le preocupaba, su seguridad y salud. Y no era el único.

En las celdas de los pacientes Eli observaba la lluvia caer, como única iluminación la luna, junto a el estaba Norton.

-¿Crees que nos traiga algo?- decía mientras se dejaba caer en la cama- ¿Crees que me traiga donas?

-Esta solo con el- dijo Eli con frialdad- se sus intenciones.

-Y vaya que las dejo claras- decía Norton con una sonrisa-¿Lo vale realmente?

Un silencio se formó en la habitación, Elli reflexionaba la pregunta de su amigo.

-Solo con el tenemos una oportunidad de escapar. Lo prometió.

-¿Y si falla?

-No lo hará. Aesop Carl nunca falla.

Y razón no le faltaba a Eli pues en la noche lluviosa, en una habitación de un hostal, el doctor Joseph descansaba abrazando a aquel hombre que lo volvía loco y aunque su mente se mantenía tranquila pensando que Aesop estaba bajo los efectos del alcohol, en su vida Aesop había estado mas sobrio, con los ojos abiertos, escuchando la respiración de su superior y como única iluminación los faroles del exterior mientras que en su mente solo pensaba en como deshacerse de un manipulador tan bueno como él.

Como un asesino puede acabar con otro. 

La receta del doctor *Identity V*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora