Me desperté en una camilla mirando hacia el techo de cuadraditos blancos. A mí lado estaba una máquina de oxígeno y un gotero. Creo que estoy en un hospital, pienso con ironía.
Un dolor inmenso invade mi cabeza, concretamente el lateral izquierdo. Con cuidado paso mi mano por la zona. ¡Genial, tengo la cabeza abierta como una sandía!
De pronto, abrió la puerta de manera brusca, dejando paso a un señor, con una bata blanca larga, con bolígrafos de colores en el bolsillo izquierdo que tenía en el pecho, haciéndome pensar que sería mi médico.
Era un señor de mediana edad, quizá el pelo grisáceo o las arrugas que tenía en la cara lo delataran. En esta, se podía ver perfectamente el cansancio que portaba, ya que sus ojeras están notorias. Por alguna extraña razón, me llamó mucho la atención su mirada. Esta como si no tuviera brillo o que careciera de alma: una mirada perdida. Era de una estructura más o menos alta y con complexión delgada pero muculosa.
Su semblante serio cambió al verme despierta, intentó sonreír, pero más bien quedó en una mueca poco disimulada.
- ¿Cómo se encuentra, señorita?.- mierda, no entiendo nada. Me está hablando en español, genial.
Achino los ojos un poco, dándole a entender que no entiendo lo que me quiere decir. Él alza más la voz, pero sigo sin entender nada. Señor no estoy, bueno mejor dicho, estaba sorda, es que no te entiendo, pienso.
- ¿Doctor, ocurre algo?- Por la puerta asomaba un enfermero.
- Cristian, encárgate de ella, porfavor.- dijo el médico, con una cara de amargado. Cogió su pequeño portafolios y se marchó.
Ambos nos quedamos mirando sin entender nada de la situación, quedándonos en un silencio muy incómodo. Seguidamente carraspeó un poco para cortar el hielo y empezó a hablar.
- Hola, soy Cristian. Perdona al actitud del Doctor Velasco. Ha tenido un mal día... .- Paró al ver que yo negaba sin entender nada.
Rápidamente, salió de la habitación y regresó con una cartulina con unas frases pero en distintos idiomas. Cuando por fin conseguí encontrar la frase en italiano, lo señalé con el dedo, mostrandolo.
- ¿Italia?.- asentí.
Rápidamente, el enfermero cogió el móvil y empezó a traducir frases del español al italiano.
-¿Cómo te llamas?.- me preguntó a través del traductor.
Esa pregunta cayó como un jarro de agua frío y no por la pregunta en sí, si no porque yo no recordaba como me llamaba.
Eso me empezó a inquietar bastante, mi mente estaba vacía, ni sabía ni recordaba nada, era como si me hubieran borrado la memoria.
En italiano, le contesté que no sabía cómo me llamaba. El chico no se sorprendió demasiado ya que observó mis heridas.
Inquieta, le pregunté qué fue lo que me había pasado. No tardó en resonar la voz del traductor.
- Una familia alemana te encontró en mitad de una carretera, probablemente fuiste atropellada y el conductor se dió a la fuga.
Le miré sorprendida y frustrada y eso lo pudo notar el joven enfermero. Agarre el móvil y empecé a hablarle.
- ¿Qué es lo que me está pasando? ¿Por qué no recuerdo nada? ¿Cuánto tiempo llevo aquí? ¿Dónde estoy?
Las preguntas me abrumaban demasiado. Empecé a hiperventilar. Soy una persona que no sabe quién es, ni donde está. Nada.
Supongo que por acto reflejo, el chico me abrazó acariciando mi espalda reconfortándome.
Cuando se separó, empezó a traducir.
- Tienes que estar tranquila, tienes amnesia global transitoria debido al golpe que te diste, es normal que no recuerdes. Estás a salvo. Llevas 4 días ingresada. Estás en España, en Madrid. Hasta que no sepamos si puedes valerte por ti misma, estarás aquí ingresada. No te preocupes.
Por instinto, mi boca pronunció una palabra.
- Laura.
Esa palabra hizo que abriera los ojos sin entender cómo salió ese impulso imprevisto.
Cristian me sonrió acariciando mi mano y se fue de mi habitación.
Una vez sola, me detuve a contemplar cada detalle de la habitación.
Las paredes eran blancas, aunque por el paso del tiempo, en algunos sitios era más bien de un color amarillento.
Había un sillón de color azul oscuro a la izquierda de mi cama y varias sillas en la pared de enfrente, al lado de una puerta, supongo que será el baño.
A mí derecha, se encontraba el monitor de latidos. Ese sonido al que no le presté demasiada atención antes, ahora mismo hace que me resuene y me duela la cabeza.
El mareo empieza a nublarme la vista, haciendo que me recostara sobre la cama. Inconscientemente, toqué con la parte baja de la palma de mi mano, mi frente, intentando sin éxito, que ese dolor remitiera.
Fue entonces cuando vi nítidamente la figura de un hombre golpeando brutalmente algo oscuro. No consigo ver a quién o a qué. Observo a mi alrededor. La sala era oscura, el hecho de que las paredes estuvieran cubiertas de cemento no ayudaba en absoluto.
Meneé ligeramente mi cabeza negando que lo ocurrido eran simples imaginaciones mías.
Fruncí mi entrecejo y aprete mis párpados cerrados, suspiré. Volví a abrir mis ojos lentamente, aclarando así mi visión y me cercioraré de que mi visión fuera totalmente nítida.
.
.
.
Pasadas un par de horas que fueron eternas por el aburrimiento, decidí levantarme.
Moví levemente mis piernas, comprobando que no estuviera parapléjica. Cuando me sentí preparada, saqué uno de mis pies de la fina sábana de cuadraditos, cruces y círculos azules, notando así el frío suelo acariciado sutilmente por usted pies.
Con mucho esfuerzo conseguí sentarse en el lateral de la camilla. Me encontraba mirando al suelo, reflexionando si salir de la cama era una buena idea, pero el pequeño diablito le ganó esta vez la partida al angelito, haciendo que suspirara con profundidad y tomara impulso.
Cuando mis pies tocaron por completo el gélido suelo, un escalofrío recorrió por completo mi espalda, haciendo que mis piernas no pudieran sostener el peso de mi cuerpo y me callera de boca.
Mis manos pararon el impacto. Esto solo podría empeorar más mi condición y ahora maldigo mi estúpida decisión.
Arrastrándome como si de un gusano se tratase, llegué hasta la pared, recostando en ella mi espalda, manteniendo mis rodillas dobladas hacia el pecho.
Me quedé embobada mirando hacia la nada, reflexionado sobre la mierda que estoba viviendo.
El saber que ahora no tenía identidad, recuerdos, personalidad, hacia que me viera como si fuera la silla que tengo al lado: un objeto inservible que estorba.
Esa idea estaba haciendo que mi semblante serio, se tornara a uno triste. Mis ojos se nublaban por culpa de las malditas lágrimas que amenazaban con salir, mis labios se fruncían, de modo que estos ayudaban a reprimir los sollozos que empezaban a escucharse por aquella habitación.
En un momento dado, ya no pude reprimir más este sufrimiento. Golpeé con mi puño izquierdo el suelo con fuerza, solté un gemido de tristeza y dolor por el golpe que acababa de dar en el suelo. Acto seguido empecé a golpearme la cabeza con mis puños, por el mero hecho de que la desesperación se estaba apoderando de mí.
No sé en qué momento, unos brazos me rodeaban, deteniendo y reteniendo cualquier tipo de acto. Fue entonces cuando ya me detuve, me apoyé en ese cuerpo que me presionaba con seguridad hacia su pecho, quedando casi tumbada hacia el lado izquierdo.
Su voz era relajante, no entendía que me estaba diciendo, pero igualmente me reconfortaba muchísimo. Dejé de llorar, pero seguía sirviendo mi nariz.
Mientras me acariciaba el pelo, mi corazón se relajaba, mis párpados se hacían cada vez más pesados y mi cuerpo se encontraba en un estado de comodidad abismal. Caí rendida en brazos de Morfeo.{••••••••••••••••••••••••••••••••••••}
Quería dar las gracias a _uNa_ChiCA_iNFeliZ. Esta personita me ha ayudado muchísimo y me ha dado ese empujón que necesitaba para seguir con esta historia.
Este capítulo te lo dedico ♥

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Olvido.
RandomLaura, una joven italiana,sufrirá un accidente que le hará olvidar sus recuerdos,pero con la ayuda él, recuperará todos los recuerdos borrados de su mente, incluso su pasado más oscuro... ¿Qué es lo que esconde? ~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•