capítulo 10

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.SUBINSPECTOR.

Horacio se encontraba durmiendo plácidamente en la comoda cama del ruso, abrazaba las sábanas y su rostro estaba lleno de paz. El propietario de la cama se había quedado sin las sábanas a causa de un ladrón nocturno. Pero aún así, ambos dormían plácidamente.

El departamento estaba sumido en un silencio a excepción de los pequeños ronquidos adorables del chico de la cresta roja.

Bueno todo era un silencio hasta que la puerta del comisario fue llamada con urgencia. Este se levantó algo asustado observando a su alrededor en busca de algún incendió pies no entendía quién llamaba la puerta con tanta urgencia. Con mucha pereza se levantó y antes de salir de la habitación observó al de la cresta, apresar del ruido no se había enterado de nada y continuaba durmiendo plácidamente.

“Que envidia". Fue lo primero que pensó el comisario cerrado la habitación seguido de abandonarla, camino hasta la puerta y con suma pereza la abrió encontrando con Gustabo, este cargaba dos bolsas de ropa y con Conway, este fumaba observando malhumorado —. Joder por fin —exclamó exaltado entrando al departamento sin el permiso del propietario, Volkov bostezo estirando sus brazos, Gustabo entro tras Conway dejando las bolsas en el sofá y caminando a la nevera —. ¿Que coño estaban haciendo? ¿Las pajas mañanera? —pregunto con enfado caminando a la habitación del ruso.

—¡Espere! Esta dormido y... —Conway le ignoro abriendo la habitación encontrandose con un Horacio dormido plácidamente abrazando las mantas como a nada, Conway miro con cariño al chico, pensó en dejarlo dormir mientras le explicaba el plan al comisario, pero ya era tarde, Gustabo entro a la habitación esquivando a los dos, se puso al lado de Horacio.

Abrió la botella de agua que poseía en su mano con la atenta mirada de ambos, este asintió ando ha entender que le dejarán a él, sin esperarlo tiro el líquido de la botella en el rostro del chico seguido de gustar —. ¡Tsunami! —grito, Horacio se levantó rápidamente asustado, al ver a su hermano reírse y a el superintendente y el comisario en la puerta enrojecio de furia cogiendo del cuello de la camisa tirando a su hermano a la cama, cogió la botella que su hermano había dejado encima de la mesa después de hecharle en la cara y de la comenzó a hechar en la cara —. ¿¡Qué haces!?

—¿¡No había un tsunami!? —le grito enfurecido —. ¡Pues toma tsunami, payaso!

El ruido del secador se escuchaba en la habitación mientras que Horacio se secaba la cara y retiraba teatros del rimen que se había corrido, Gustabo secaba el colchón a petición, bueno mejor dicho, ha orden del ruso que le gritó de manera agresiva...

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El ruido del secador se escuchaba en la habitación mientras que Horacio se secaba la cara y retiraba teatros del rimen que se había corrido, Gustabo secaba el colchón a petición, bueno mejor dicho, ha orden del ruso que le gritó de manera agresiva que secara su puto colchón o le mataba, Conway se encontraba en el ventanal fumando mientras observaba al dúo.

—¿Habíais venido para algo o solo para molestar? —pregunto el comisario ya arreglado con su ropa habitual, Conway sin decir nada salió de la habitación y entro con las bolsas que cargaba Gustabo había unos minutos, las dejo encima de la cama.

—Fuimos a comisaría pensando que Horacio estaría en mi oficina durmiendo, para mi sorpresa no estaba. Se me olvidaba que estaría aquí haciéndote una paja —dijo sacando de la bolsa un DNI, se lo entrego a Horacio, este dejo de desmaquillarse con la toallita y lo tomo —. Como bien dije Horacio esta muerto, ahora eres fan, subinspector.

Volkov observó con la boca abierta caminando hasta Horacio cogiendo el DNI que tenía entre sus manos leyendo el contenido de este —. Está claro que me reconocerán, mi cara es la misma —dijo obvio Horacio.

—¡Joder que listo eres! —exclamo el superintendente, volvió a rebuscar la bolsa sacando un pasamontañas con negro con la parte de la boca con el dibujo de una calaveras, confundió Horacio lo tomo y tocó el dibujo de la calavera —. ¿Qué pasa?

—...Pero la cura funcionará solo si es conmigo.

Horacio parpadeo varias veces —. Oh... Solo... Solo que me suena haber visto algo así en alguien...

—Claro, en Claudio, el médico que estaba en la habitación cuando despertaste  —dijo obvio Gustabo apagando el secador y dejándolo sobre la cama seguido de sentarse el. 

—¿Claudio? —susurro —. Me suena de algo aparte de ser mi medi...

—¿Para que es el pasamontañas? —interrumpio incómodo Volkov.

—Pues para que no se le vea el rostro, no será extraño pues algunos de los agentes llevan pasamontañas —murmuro sacando el uniforme y lanzándolo a la cama —. Ponte esto, empiezas Hot haciendo papeleo, el lunes te entrenare la resistencia...

Conway fue interrumpido por la risa de Gustabo —. ¿Le entrenará igual que a mi o...?

—Vete a la mierda —dijo con simpleza sin mirarle.

—¡Te vas ha cagar! Este tío está loco, no te dejará ni comer.

Horacio le miró asustado —. El martes te entrenará Greco para los francos y el miércoles tu amorcito, aunque dudo que te cueste, ya eras bueno disparando.

Horacio tomo la bolsa que aún no había sacado nada el intendente y saco prendas de ropa anchas, como sudaderas y pantalones de chándal —. ¿Qué es...?

—Mío, hoy empiezo mi infiltración —dijo con una sonrisa Gustabo —. Me llamo Fred, la policía me lo ha quitado todo, me desfiguraron el rostro y no quiero enseñarlo, vivo en la calle y estoy resentido.

Conway rodo los ojos —. Por lo menos te sabes la historia que tienes que decir. Pero a la próxima haz que no piensen que estás muerto, ponle sentimiento.

—¿Si vives en la calle nos...?

—Nop, estarás dos semanitas sin verme, ¿Podrás con ello? —pregunto Gustabo, Horacio negó con la cabeza —. Pues te jodes —dijo con una sonrisa, Horacio le lanzó la sudadera negra que tenía en sus manos, haciendo que diera en su cabeza.

—Que te jodan.

—Tarde, ya lo han hecho.

—¡Iré a fuera, cambiaros de una puta vez, nos vamos ya! —grito saliendo de la habitación, Volkov salió con el superintendente dejando solos al dúo. Estos se carcajearon.

—Vamos Dan, tu nueva vida empieza ahora.

—Que no te descubran por dios.

—No soy tonto Horacio —recalco Gustabo.

—Permíteme que lo dude.

Mataría .2. INTENABO. VOLKACIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora