— Cállate, mierda —pronunció la pelinegra, tomando la nuca de la mayor y uniendo sus labios en un beso, nuevamente.
Llevaban unas dos horas, quizá más, donde sus gritos y reclamos se hacían paso y se detenían solo por los labios contrarios, donde sus manos recorrían sus cuerpos y formaban galaxias con cada caricia, donde el calor las hacía llegar al infierno.Porque era tan bueno que debía estar prohibido.
Soojin odiaba a Shuhua.
Shuhua detestaba a la muchacha bajo su cuerpo.
Pero se deseaban con tanta intensidad, que siempre que sus cuerpos estaban cerca lloraban por más: más cercanía, más tacto, más calor, más odio, más asco. Estaban acostumbradas a ese desagrado bendito que las transformaba en demonios, que las hacía tocar las estrellas mientras sus corazones marcaban el ritmo del asco y sus dedos señalaban cada centímetro de su cuerpo.
— Eres una idiota —formuló Soojin, dejándose caer bajo el cuerpo delgado de la menor.
Sus piernas se enredaban, sus cabellos caían y se movían con suavidas, mientras sus lenguas recorrían toda la boca ajena y los chasquidos que aquello provocaba callaban ese silencio incómodo. La luz tenue de la lámpara a su lado dejaba mucho que desear: sus ojos no eran capaces de admirar aquella escultura tallada a mano por los ángeles, por lo que la imaginación era quien más trabajaba en hacer funcionar la situación.
Aquella magnífica sensación que reincidía cada noche, cuando aquella pelinegra se colaba en la ventana de la habitación de la mayor y comenzaban a hablar de cualquier cosa que siempre terminaba discusión era su más peligrosa adicción. Ella juraba que sus labios no encajaban igual de bien con los de nadie, las galaxias que se formaban en sus cuerpos cada vez que su saliva tocaba el el interior de la boca de la contraria era probablemente la sensación más asquerosamente placentera que ella había experimentado. Y odiaba que fuera ella.
La idiota, insoportable, estúpida e ignorante Shuhua, que se las arreglaba para hacer comentarios desagradables cada vez que tenía la oportunidad presente y que era capaz de transformar la más preciosa experiencia en un desastre. Odiaba la manera en que deseaba amar a esa muchacha que aún tenía acento en el inglés.
Cuando Soojin se mudó a los estados unidos, definitivamente estaba esperando una vida tranquila al lado de su mejor amiga, Miyeon, quien le juraba que Los Ángeles eran la ciudad más hermosa de todos los tiempos, que estaba llena de gente generosa y de buen corazón. Falacias, ¡todo habían sido falacias! La gente era desagradable, llena de sí misma, capaz de provocarle ganas de destruirle el cráneo a golpes. ¡Soojin los odiaba! ¡Tal y como odiaba a la estúpida Shuhua que descansaba sobre su pecho y dormía plácidamente luego de haber llegado al cielo!
Seguro que Miyeon hablaba de la familia de la muchacha china de voz grave, ¡esa era la única gente con sentido común en todos los Estados Unidos! ¿Por qué no le advirtió antes de la estúpida que dormía con ella en los dormitorios de esa universidad? A ella le parecía necesario una advertencia de "estúpida de alquiler" cuando cruzaba la puerta del edificio. Pero no la había recibido, y ahora se encontraba ahí, en esa situación que siempre se le escapaba de las manos.
Yeh Shuhua era un dolor en el culo. Un dolor en el culo que le daba el mejor sexo que alguna vez había tenido, superando a todos aquellos tipos que tenían sentimientos de superioridad por, según ellos, tener una polla grande, ¡pero seguía siendo un dolor en el culo!
Soojin necesitaba dejar de dejarse llevar por su lado animal y comenzar a controlar aquellas ganas inmediatas de comerle la boca a la pelinegra cada vez que aparecía en su campo de visión, tenía que lograr encontrar a alguien que no fuera tan estúpido y desagradable pero que también fuera bueno en la cama. Una pena que nadie fuera capaz de saciar sus ganas si no era ella.
— ¿Cómo están las cosas con tu compañera de cuarto? —pronunció Miyeon, tomando una de las patatas fritas en su plato para mirar con atención a su amiga.
— Es insoportable.
— ¿Aún te desagrada? ¿Por qué? No lo entiendo. Parece realmente agradable e interesante.
— Si tanto te gusta entonces cambiemos de cuarto
Miyeon soltó una carcajada, negando con la cabeza para darle un trago a su vaso con coca cola.
— ¡De ninguna manera! —pronunció, aún sonriente. Soojin odiaba esa felicidad inquebrantable suya, lo bien que se tomaba todo y la manera en que nadie la lograba molestar—. Mi compañera ya es conocida, llevo viviendo con ella varios años ya, no podría imaginarme con alguien más.
— Buenos días —dijo Yuqi, sentándose frente a las otras dos mientras dejaba su comida en la mesa frente a ellas—. ¿De qué hablan?
— De Shuhua, la compañera de cuarto de Soojin.
— Oh, ¿qué hay de malo con ella?
— Es insoportable.
La china hizo una mueca, tomando un sorbo de su bebida para mirar alrededor mientras pensaba en su respuesta.
— Ya te va a agradar, dale tiempo.
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❜ River ── soohua.
FanfictionCierra la boca y recórreme como un río. ⋆ㅤProhibida la copia y/o adaptación.