Capítulo 3

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El auto chocó contra el muro, mi cabeza sangraba a causa del golpe que recibí en el impacto. Todo marchaba de acuerdo al plan, y esperaba que todo mantuviera su curso.

La puerta se abre bruscamente.

-Sáquenlo.-la orden de aquel hombre fue obedecida al instante, en menos de lo que esperaba ya estaba tirado en el suelo.

-La policía. -Solté de manera agitada.-Por favor, solo quiero refugio.

Levanté mi vista. Me encontraba rodeado de alrededor de 15 hombre, todos apuntando hacia mi con unas   M19 y Ak-47. 

Bien, si esto no funciona, estoy muerto. 

-¿Qué me garantiza a mi que eso es cierto?

Quién parecía ser el líder de ese grupo,se dirigió a mi, y me miraba con desconfianza. Un mal moviendo y no dudaría en llenarme de balas.

-Yo...

Mis palabras fueron apocadas por el sonido de las sirenas policiales. Dos patrulla se estacionaron a unos cuantos cuantos metros de nosotros.

-No queremos problemas.- El oficial habló desde un megáfono, en la comodidad de su patrulla.-Solo entréganos a el muchacho. 

El líder me miró fijamente, intentando tomar una decisión. Estaba nervioso, si no me aceptaban en este momento, entrar de otro modo sería casi imposible.

-No estamos a su disposición, oficial.-Hizo un ademán con su cabeza. - Largo de aquí.

-No tiene razón para no...

-Tienen 15 segundos.

Sus acompañantes alzaron las armas en dirección a la patrulla, preparados para acabar con ellas.

Oh, mierda. 

Las patrullas arrancaron al instante y desaparecieron por el camino de tierra. Una parte de mi se sentía feliz de que el plan siguiera con existo, y que por los momentos aún me encontrara con vida. La otra parte de mi sentía inseguridad sobre lo que pudiera pasar a partir de aquí.

Muy sabio de mi parte sentir eso, ya que lo siguiente no me lo esperaba, pero lo sentí perfectamente, la cacha de una de las armas contra mi cabeza me dejó inconsciente.

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Abrí mis ojos de a poco, sentía un dolor agudo en la parte trasera de la cabeza. Fue cuestión de segundos para que cayera en cuenta de la situación. Estaba atado en una silla. Imágenes de lo sucedido anteriormente vinieron a mi.

Maldita sea. 

Justo en ese momento la puerta de abre. Imaginaba que habían mandado al hombre más fuerte que tuvieran para molerme a golpes y hacerme hablar. Pero en cuanto alcé la vista, me sorprendí , porque en lugar de eso, mis ojos chocaron contra la figura de una chica.

Ella solo se limitó a mirarme desde ahí, con intriga. Su pálido rostro estaba despejado, se veía despreocupada. Parecí que no le causaba absolutamente nada verme en este estado, supongo que ya había visto a más de uno en esta misma posición. Pero aún así, se veía inocente y hasta algo frágil. No tenía esa aura de cinismo y descontrol que imaginaba que tendría.

Era ella, Jane Reynolds.

Tras su pequeño cuerpo se hizo presente  un hombre robusto, quién se miraba impaciente por ponerme las manos encima.

Perfecto, ahora sí estoy muerto. 

Ella pareció notar la incomodidad que su gran compañero causaba en mi, porque acto seguido, con una suave y dulce voz, le pidió que se fuera, y eso hizo.

Caminó despacio hacia a mi, despegó la cinta gris de mi boca con mucha delicadeza, lo cual me desconcertó. No sabía si mi mente me engañaba, o ella realmente era diferente, pero en sus ojos no veía la misma hostilidad que tenían las personas que la rodeaban.

–Gracias...-Solté casi en un suspiro. No pude no decirlo, no cuando la veía agachada frente a mi, soltando cada uno de esos nudos que habían hecho presión sobre mi cuerpo.

–Silencio.-Arrojó con firmeza.- No tengo idea de quien eres, ni qué buscas realmente. Pero te diré una cosa.-  Se levantó del suelo, para mirarme con autoridad.- Estas en mi territorio, mi lugar, y si provocas el mínimo desastre, el mínimo daño, yo misma acabaré contigo.

Me dejó sin habla.

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