t r e i n t a y c u a t r o

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Joaquín corrió a encerrarse en su habitación una vez que Emilio se fue, sintiéndose profundamente triste por haberle hecho algo así y por haber seguido con la farsa unas semanas más, aún cuando ya no tenía porqué hacerlo. Sabía que Emilio no soportaba que le mintieran, sabía que debía haber sido honesto todo el tiempo aunque corriera el riesgo de ser rechazado, así tal vez aún tendría la amistad de Emilio.

María intentó entrar a hablar con él un par de veces, sabiendo que quizás se sentía demasiado triste, pero Joaquín no había querido abrirle la puerta. Estaba molesto, con ella, consigo mismo, con todo el mundo, ¿Por qué tenía que decidir usar el anillo como sí fuera una buena idea? Al final, María dejó de insistir y se fue a su propia habitación, la de invitados, esperando que Joaquín no la odiara demasiado.

La mamá de Joaquín llegó por la noche, contando que sus amigas le habían organizado una fiesta sorpresa adelantada, ella lucía muy feliz, pero Renata tuvo que cortar su felicidad diciéndole que Joaquín estaba triste.

Por eso ahora su madre tocaba la puerta y le pedía pasar, Joaquín no sabía sí quería hablar con ella o no, en realidad no sabía sí quería hablar siquiera con alguien, sólo quería esconderse en la comodidad de su cama hasta que pasaran treinta años y pudiera olvidarse de Emilio.

Sin embargo, su madre siguió insistiendo y él decidió levantarse para abrirle, tal vez no le haría daño hablar.

—Joaco, ¿Qué pasó?— preguntó su madre apenas entró a la habitación, sentándose frente a su hijo en la cama.

Joaquín suspiró, de cierta forma lo que había pasado también era su culpa, sí ella no le hubiera entregado el anillo él no habría tenido la tentasión de utilizarlo. Pero bueno, había demasiados hubieras en su vida.

—Le dije a Emilio la verdad— su mamá estiró una mano hacia él, para frotarle el brazo y reconfortarlo. —y él está molesto, confundido, no lo sé y tampoco sé sí todavía seguimos siendo amigos.

—¿Cómo reaccionó él?— ante la pregunta, Joaquín suspiró y su mamá se puso de pie para sentarse a su lado—. Ay, tómate tu tiempo, bebé, yo te espero.

Quería llorar, en serio quería, porque se sentía como la peor persona del mundo, le había dicho a Emilio que quería protegerlo de todo, pero ¿Qué había hecho? Lo había engañado y lo había lastimado, no merecía ni siquiera que Emilio pensara sí quería seguir siendo su amigo o no.

—Él sólo se fue, dijo que tenía que pensar— Joaquín comenzó a llorar de nuevo, abrazándose a su mamá y deseando poder quedarse ahí para siempre—. Lo engañé, le hice daño y me siento como la peor persona del mundo, ¿Cómo es que no te sentiste así con papá?

—Bien, es hora de confesar— Elizabeth Gress se puso frente a su hijo, tomó su rostro entre sus manos y le sonrió—. Nunca usé el anillo con tu padre.

—¿Qué?— Joaquín se reincorporó en la cama, incrédulo y su mamá asintió, con una sonrisa vergonzosa en los labios—. ¿Cómo que no lo usaste? Pero sí dijiste que-.

—Sé lo que dije— su mamá suspiró, acomodándole el cabello a Joaquín mientras continuaba con su explicación. Hijo estaba increíblemente sorprendido por lo que acababa de decirle. —pero estabas todo desanimado, yo sabía que estabas enamorado de Emilio y que todo lo que querías era poder estar con él. No fue mi mejor decisión, lo admito, pero no quería verte tan triste.

—Pero sí no usaste el anillo— el miró hacia el suelo, intentando hacer teorías—. ¿Entonces cómo es que papá se enamoró de ti?

—Ahí está la respuesta— Joaquín frunció el ceño, su mamá se rio—. Él se enamoró de mí.

El rey del anillo ⨾ EmiliacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora