Capítulo 5. ¡Corre, Forrest, corre!

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Miró su reloj de pulsera. Las 11:05. Todavía era bastante pronto, la comida no se serviría hasta las 12. Tenía aún tiempo. Con esa mentalidad Hermione continuó caminando hacia el despacho de McGonagall. Estaba un poco nerviosa ante la inminente confrontación con la profesora, pero quería creer que saldría bien. Tan solo le comentaría que Parkinson estaba descontenta con participar en el club de cine y si era posible que la sustituyeran por algún compañero suyo, como Ernie Macmillan, que también era un sangre pura.

Inhaló un poco de aire. Ya estaba enfrente del despacho de la profesora. Tratando de parecer lo más calmada posible tocó tres veces a la puerta con sus nudillos, esperando paciente por una respuesta, que consiguió al par de segundos. La voz de McGonagall se escuchó a través de la puerta, un claro «adelante» le indicó que la abriera. Con lentitud giró el picaporte y la abrió. Allí, sentada corrigiendo exámenes, se encontraba la profesora McGonagall, que la miraba con una mezcla de confusión e intriga.

-Buenos días, profesora, ¿la interrumpo?-preguntó cortésmente.

-Para nada, señorita Granger. ¿En qué puedo ayudarla?-McGonagall dejó su pluma en el tintero y cruzó sus manos. Hermione cerró la puerta y se sentó en la silla frente a su profesora.

-Tengo que comentarle una situación personal, profesora-Hermione se estrujaba las manos con nerviosismo mientras rehuía los ojos de McGonagall. Esperaba que no se molestara con ella ante la petición que tenía que hacerle.

-Adelante.

-Verá... no sé muy bien cómo comenzar. Es sobre el club de cine-los ojos de la profesora McGonagall seguían fijos en ella. Un ligero asentimiento en la cabeza le dio a entender que prosiguiera.-Es con respecto a Pansy Parkinson. Ella me ha comentado en un par de ocasiones que no está... cómoda con trabajar en el club y está causando problemas entre las dos. Hoy Parkinson me pidió como favor que hablara con usted para ver si podían buscarle a alguien que la sustituyera-Hermione decidió mentir ligeramente. Pansy Parkinson nunca le pediría un favor a ella pero tampoco tenía las ganas de explicar el encontronazo que habían tenido anteriormente.

La profesora McGonagall se mantuvo seria. Evaluó con sus ojos verdes las facciones de Hermione, que se puso nerviosa. Sabía que era mala idea pero, tras pensarlo unos minutos, la Gryffindor pensó que no sería tan mala idea hablar con la profesora. Parkinson y ella no se aguantaban y, si la cambiaban, sería mucho más fácil para ella trabajar y disfrutar del club de cine, aunque estaba bastante segura que aquello acabaría en nada.

-Señorita Granger-la voz de McGonagall resonó por todo el despacho. Hermione se puso más atenta al escucharla.-No voy a sustituir a la señorita Parkinson.

El peso de mil toneladas se asentó sobre los hombros de Hermione. Ya intuía la respuesta pero había albergado una pequeña esperanza de que la respuesta no fuera a ser negativa.

-Tengo mis razones para no querer cambiar a la señorita Parkinson-McGonagall se enderezó las gafas cuadradas y miró a través de la ventana. Volvió a dirigir su mirada hacia ella y suspiró.-Usted y yo deberíamos haber tenido esta conversación antes.

Hermione se extrañó al oír las palabras de la profesora. ¿A qué se refería?

-Los demás profesores y yo hemos observado la mala relación que ustedes dos tienen-las mejillas de Hermione se colorearon producto de la vergüenza.-Sé que no es culpa suya y que es a causa del comportamiento de la señorita Parkinson. Si le soy sincera, estoy un poco harta de la actitud de algunos alumnos de Slytherin. He observado durante años cómo a causa de la forma de pensar de algunos de ellos ha arruinado las que podrían haber sido grandes amistades.

»La señorita Parkinson y usted se parecen más de lo que ambas creen. Ustedes dos son de mis mejores alumnas. Sí, señorita Granger, la señorita Parkinson es excelente en Transformaciones, una de las mejores alumnas que he tenido en los últimos años. Junto a usted, claro. Pero eso no es lo que quiero contarle. Me niego a sustituirla porque, por desgracia, la señorita Parkinson es una de las Slytherin que más ha adoptado la ideología supremacista de sangre y es una auténtica lástima. Sé de buena mano que con los compañeros de su propia casa ella actúa como una mentor y referente para los más jóvenes y como prefecta siempre ha dado un rendimiento excelente, pero su actitud con los compañeros de otras casas deja mucho que desear. Y ahí es donde entran usted y el club. Con esta idea no pretendemos castigarla ni a usted ni a ella. Pretendemos realmente utilizar la tecnología muggle para deshacer los prejuicios del alumnado. Dicho esto, fue mi idea juntarlas a ustedes dos-las cejas de Hermione se alzaron con sorpresa ante esta revelación.-Sé que puede parecer sorprendente, señorita Granger. Me di cuenta el primer día que ustedes llegaron que la señorita Parkinson y usted se volvieron bastante cercanas, para luego de pronto volverse enemigas de la noche a la mañana. Siempre me pregunté qué las llevó hasta esa situación. No fue hasta hace un par de años que escuché sin querer una conversación entre ustedes que me di cuenta qué las llevó a esa situación:la ideología de la señorita Parkinson. Me dio mucha pena descubrirlo, señorita Granger. Por eso, cuando comenzó la guerra este verano los profesores nos reunimos para tratar de evitar la discriminación y odio que fueran a sufrir las personas nacidas de muggle. Cuando decidimos crear este club fue a mí a quien se le ocurrió ponerlas a ustedes. No pretendo que se vuelvan amigas ni que sean abiertamente amigables pero sé, y esto se lo digo muy en serio, que usted puede ayudar a la señorita Parkinson a cambiar su actitud. Ambas se parecen más de lo que creen.

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