Prólogo

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-¿Es enserio padre?

-si, por supuesto que lo es, ¿crees que estoy bromeando Aedus?

En un estudio del palacio de Illéa se estaba llevando acabo una conversación entre el rey Killian VanDoren y su primogénito, Aedus Cayden VanDoren.

-No considero que sea el momento apropiado, todavía está la situación de los rebeldes y..

-Aedus, ¿quién es el rey?

-usted padre.

Aedus tensó la mandíbula, no era la primera vez que tenían aquella conversación, cuadró los hombros, preparándose para lo que seguía.

-Exacto, yo, no tú, mi deber es encargarme de los rebeldes, el tuyo, encontrar esposa, ¿necesitas que te lo repita otra vez?

-no padre

El rey hizo un ademán con la mano y Aedus se retiró educadamente del estudio de su padre, hacia la sala de mujeres, en donde siempre se encontraba su madre, no había más mujeres en el palacio además de ella, pero aún así ella se empeñaba en pasar todas sus horas, haciendo quien sabe que dentro de la sala, después de caminar un poco, la ira se fue apagando conforme caminaba por los largos pasillos del palacio, perder la cabeza, no es propio de un futuro rey, su padre le había dicho que "un rey nunca pierde la cabeza, y si vas a ser rey, tienes que aprender a comportarte como tal". Al llegar a la sala de mujeres, Aedus se detuvo frente a la puerta un momento, pero no entró, de hecho, se siguió de largo hasta llegar al área de entrenamiento de la guardia real, en donde un inconfundible castaño estaba practicando la espada con algunos guardias, en cuanto se acerco, los guardias bajaron sus armas y se inclinaron en una reverencia, excepto el castaño del centro.

-Darragh!

Aedus se acercó a su hermano y este le sonrió, Aedus le regresó la sonrisa y pidió amablemente a los guardias que se retiraran.

-sabes, no hay que ser adivino para saber que estuviste hablando con padre

Aedus recogió una de las espadas de esgrima y empezó a analizarla con ambas manos, como si pudiera encontrar las respuestas a sus preguntas talladas en la espada Darragh por su parte, se había mantenido de pie, con los brazos cruzados siguiendo todos los movimientos de su hermano.

-y bien, ¿hablarás conmigo o solo te voy a ver sostener la espada?

Aedus negó con la cabeza, haciendo cortes al aire con la espada, después de un momento, se detuvo y miró a su hermano de manera bastante seria.

-padre quiere que inicie mi búsqueda de esposa, con una selección.

Darrag frunció el seño con la ultima palabra, ya había escuchado de esa tradición, y no estaba seguro de que le gustara la idea, se acercó a su hermano y le hizo bajar la espada.

-¿ya intentaste razonar con el?

-la decisión es definitiva, además es verdad de que necesitaré una esposa en algún punto de mi vida, simplemente, los planes se adelantarían.

-¿Cuando?

-2 días para el anuncio oficial

Darrag colocó su mano en el hombro de Aedus con una mirada llena de preocupación en sus ojos.

-Eso, es terriblemente pronto. Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, pero también eso significa...

-Si, antes de que las 35 candidatas entren al palacio, se tiene que saber la noticia de tu existencia, y por ende, de la traición del rey hacia la reina.

Aedus se encogió de hombros y miró a su hermano, con la esperanza, de que pudiera ayudarlo en su situación, aunque fuera un poco. Desde que Darragh había llegado al palacio, el se sentía más como una persona normal, no sabía desde cuando había llegado y realmente no le importaba mucho al principio, pero mientras más pasaba el tiempo, más sentía que le ocultaba algo.







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