La nueva selección: Darragh, el príncipe bastardo.

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El rey estaba frente a las cámaras, hacía tiempo que el nerviosismo no cursaba su ser, siempre se había caracterizado por ser firme y carismático, entonces el aura seria que emanaba, resultaba inquietante para más de uno de los periodistas que se encontraban en la rueda de prensa.

-El día de hoy, debo revelar un secreto, un secreto que guardé por 19 años

Los murmullos se esparcieron en la sala, pero desparecieron casi tan rápido cuando el rey levantó una mano.

-El día de hoy quiero hablarles de mi hijo

-¿El príncipe Aedus se encuentra bien?- un periodista habló desde el fondo.

-el príncipe Aedus se encuentra perfectamente bien, el día de hoy quiero hablarles de la existencia de mi otro hijo, el príncipe Darragh Isahia VanDoren, segundo en la cadena de sucesión al trono de Illéa.

unas puertas se abrieron y un joven castaño de ojos verdes entró a la sala, pero lo que atrajo las miradas fue la corona sobre su cabeza, nadie respiró hasta que el príncipe Darragh se acercó a la tarima.

-yo soy Darragh Isahia VanDoren, el secreto mejor guardado del imperio, el segundo al trono y su príncipe bastardo.

La sala quedó en completo silencio un momento antes de que los reporteros saltaran con miles de preguntas y flashes de cámaras, Darragh se aferró a la tarima intentando mantener la cara de poker, no le gustaba eso para nada, toda su vida había intentado pasar desapercibido, escondido detrás de las paredes de piedra, acero y oro del palacio, antes había pensado que cuando todos supieran de su existencia, el ya no tendría que vivir en una jaula, pero al parecer se había equivocado, mientras escuchaba los gritos demandantes de los reporteros, el bullicio de los cuerpos chocando entre ellos en busca de una explicación para calmar su sed de noticias y las cámaras, se dio cuenta que solo había entrado en otro tipo de jaula, una más pequeña.


La noticia del príncipe bastardo se esparció por toda illéa de la noche a la mañana, todos querían explicaciones y respuestas que jamás llegarían a sus oídos.

Aedus había estado toda la mañana entre juntas para elegir cosas como cortinas y colores de vestido, se sentía inútil, mientras que su hermano estaba batallando frente a los ojos de toda la nación por cargar con la culpa de un "linaje impuro", su madre estaba asistiendo a reuniones sociales para aclarar las dudas sobre la verdadera madre de Darragh, su padre estaba haciendo reconocimiento de campo para el problema de los rebeldes, y a el lo tenían eligiendo cortinas, cortinas para mujeres que no pasarían más que algunos días en el palacio.

Los pensamientos del chico regresaron a la espalda cubierta de pecas de la mujer que había robado su corazón anteriormente, se enojó ante el recuerdo y quiso maldecirse por eso, no permitiría que volvieran a jugar con él, nunca más

Darragh estaba en su habitación, intentando acomodar sus ideas, había arrojado la corona al otro lado de la habitación desde que entró, "El fue fruto de una equivocación" las palabras de su padre todavía perforaban su cabeza, el era un error, siempre lo supo, pero siempre intentó ignorarlo, se quitó el saco y se desabotonó la camisa, sentía que se estaba asfixiando con todo lo que estaba ocurriendo.

-¿Si el es una "equivocación" porque le dio el derecho de ser el segundo al trono al reconocerlo como su hijo?- Las palabras de la conferencia de prensa se grabarían con fuego en la memoria de Darragh por siempre.

El creció sabiendo que su madre lo amaba, aunque no fuera su verdadera madre, pero ahora ¿Lo seguiría queriendo después de todo eso? le enojaba pensar así, creía que eran pensamientos de un niño, y no podía permitirlos, pero si eran miedos tan infantiles, ¿porqué dolían tanto?

Alguien tocó la puerta de la habitación y Darragh se incorporó

-Príncipe Darragh, soy yo.

Darragh reconocería la voz de Cesar hasta dormido, César era su mejor amigo desde hacía algunos años, aunque los deberes de ambos los habían distanciado. Darragh abrió la puerta, aunque apreciaba a César la verdad era que no quería hablar con nadie.

-Lo lamento amigo, pero el día de hoy no quiero hablar con nadie.

Cesar solo le extendió el mango de una espada.

-no tienes que hablar, pero te conozco lo suficiente para saber que te tienes que desahogar.

Darragh sonrió, tomó la espada y acompañó a César a entrenar.


Una peliroja estaba de pié mirando desde el exterior de una de las torres del palacio, miraba a su pequeño intento de primo lanzarse espadas con aquel guardia de segunda, él no merecía tener el puesto de príncipe, y se encargaría de que Aedus pensara igual, por el medio que fuese, y con 35 chicas apunto de llegar al palacio, cualquier cosa era posible.

-Las Greas te tienen en la mira, cuídate de las rosas rojas príncipe.



Fanfic: La nueva selecciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora