❛❛Capítulo 3

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Esta pequeña ciudad era muy serena, la paz podría rondar por todo lado, la poca población era amigable. Muy común las peleas familiares, todo el mundo tiene problemas; como si fuera la naturaleza humana. Y en la casa de los Taylor no pasaba un día sin alguna discusión o algún golpe para Roger. Su padre, Michael, lo creía una escoria, el error de la familia, sentía que todas sus desgracias fue cuando supo que esperaba un hijo. Dejó sus sueños atrás, para criar a su hijo, pero cada vez que lo veía se llenaba de enojo por la desdicha que era en su vida.

¿Cuándo entenderá que Roger no es malo para su vida? Un hijo le llena de felicidad y prosperidad a la familia, Roger fue muy bueno en la escuela, ahora lo habían aceptado en la Universidad del Este de Londres. Pero cada vez que su padre le decía esas palabras tan horribles, su estabilidad emocional decaía y lo primero que abrazaría es la depresión y la ansiedad le daría un tremendo golpe.

- ¿Dónde se supone que estaba? —lo primero que lo atacó al llegar a casa.

- Estaba con unos amigos. —esas comunes jaquecas cuando peleaba con su padre se presentaba.

- ¿Y con permiso de quién? —se cruzó de brazos.

- Soy mayor de edad, y tengo uso de razón para saber lo que hago. —trató de caminar a su habitación, pero él lo detuvo de un solo empujón.

- Mientras vivas bajo mi techo, haces lo que yo diga. —lo tomó del brazo y lo apretó con tanta fuerza.

- Pues me voy. —cuando escuchó eso, de un solo zarpazo lo pegó contra la pared.

- Como siempre la víctima. Sabiendo que tú me arruinaste la vida. —le murmuró con desprecio.

- ¿Yo? Fue usted quien me desgració la vida a mí, yo nunca pedí que se metiera en las piernas de mi madre y me engendrara. —el primer golpe en su rostro.

Roger esta vez no se detuvo, se acercó de una manera tan amenazadora que su padre lo empujó y entre los dos empezó un forcejeo hasta que llegaron al suelo y Michael se posicionó sobre Roger, sosteniendo sus brazos.

- ¿Te crees muy hombre? Pero eres solo un idiota. —le escupió en su cara.

- Púdrete, Michael. —le gritó desesperado.

Las lágrimas de enojo se desbordaron por sus ojos, mientras él lo miraba tan sínico, Roger dirigió su vista al fondo de la habitación y en el pasillo se encontraba su madre y su hermana abrazada tan asustadas. Esos rostros llenos de miedo era la cruz que cargaba todos los días, esas lágrimas ajenas era el dolor y el vacío de su corazón.

Empezó a golpearse la cabeza contra el suelo, para tratar su desesperación, quería acabar con el dolor y la miseria de una vez. Michael se impresionó y con algo de susto se alejó mientras su hijo seguía golpeándose la cabeza. Empezó alejarse y Roger se levantó y lo miró tan enojado y socarrón.

- Ven aquí, Michael. ¿Por fin entendiste que eres un padre fracasado? Tu cerebro nunca capta la verdad, por eso escapas, como un cobarde. Solamente te importa tú, y nadie más. —golpeó la pared— ¿Sorprendido? ¡Usted me convirtió en esto! Pero no seré igual, no seré una escoria igual que mi padre.

Cuando Roger se encerró en su habitación lloró, de frustración, enojo, desespero. No paró hasta que llegó la madrugada y como todas las noches fue a la ventana y miró el cielo, se veía tan mágico con esos puntos blancos tan destellantes. Algo en su interior se estaba oscureciendo, se estaba desmoronado y necesitaba calmarlo. Caminó sigilosamente al cuarto de baño y abrió ese gabinete de medicamentos que tomaba su padre cuando le dolía la cabeza o algún músculo después del trabajo.

Estos eran una clase opioide, porque con solo una Michael dormía y ni un terremoto lo podía levantar. La dosis era muy fuerte para Clare, así que esto solucionará el dolor de su cabeza y podría dormir algo. La primera y no le hizo efecto, la segunda y tampoco, se había pasado en golpearse la cabeza y tal vez su mano estaba fracturada; durante un tiempo no podrá tocar la batería. La octava, décima, doceava y nada. El frasco ya se estaba terminando y su dolor no clamaba.

"No solo era el dolor físico, sino emocional, Roger."

- No recuerdo en qué momento me acabé el frasco. —frotó su rostro con sus manos y el terapeuta anotó— Cuando desperté estaba en el hospital.

Ese día Clare le contó que lloró mucho, se asustó tanto cuando él no salía de su habitación como lo hace comúnmente cuando se va su padre, para ir a tocar en la banda local de su antigua escuela. Ella con esa inocencia y el temor entró a su habitación y lo vio sobre su cama con espuma en su boca y tan pálido como un cadáver. Lo primero que hizo fue gritar desgarradoramente y abrazar a su hermano.

Winifred acudió al grito de su hija y se desesperó al ver que Roger no reaccionaba, llamó una ambulancia y lo asistieron. Cuando llegó al hospital pudieron salvarle su vida, un acto muy generoso, pero innecesario para él. Sufrió una sobredosis, curaron sus golpes, tenía una pequeña fisura y hematoma en su cabeza y una lesión leve en la mano.

Cuando pudo ponerse de pie, fue al baño y se echó agua en la cara para quitar todo rastro de cansancio. Pero al mirar el espejo se asustó, su reflejo no era el mismo, era como si su rostro se viera más definido, su nariz más respingada y pequeña.

- No te preocupes, no te haré nada. —cuando escuchó y vio salir eso de la boca del reflejo, se asustó y chocó su espalda contra la puerta.

Pero ese ser misterioso igual a él, a través del espejo, nunca se movió. Sonreía de una manera dulce y melancólica. Él estaba muy asustado, con su corazón a mil por hora. Pero la intriga le ganó y volvió a mirar en el espejo.

- ¿Qué pasa? —preguntó aterrado.

- Nada malo. Únicamente necesito tu ayuda, por favor. —esos ojos azules se llenaron de lágrimas, Roger tocó su rostro, pero ningún rastro de líquido había.

- ¿Quién eres? —el pecho se le oprimía.

- Una gusto Roger. —sonrió lívida— Soy Madeleine Sallow.

"Eres maravilloso y soportas mucho, Roger."



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¡Hola! El capítulo más largo que he escrito hasta el momento y para mí el más doloroso, me siento tan identificada con este capítulo, en todo. 
¿Cómo se sienten ustedes?

Bien, le envío un abrazo y no leemos luego. :3

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