Husk.

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Culpa al alcohol.
Husk×FEM!Reader.
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Hacía bastante tiempo desde la última vez que tuviste que llevarlo a tu casa, borracho de nuevo. Y es que empezaba a cansarte tener que calmarlo y dormirlo.
Ya no era un niño. No podía estar haciendo estas idioteces para alucinar cada dos por tres. El alcohol era su ruina.

Pero eras así de idiota que aún a pesar de tus propias quejas internas, querías que él estuviera bien bajo cualquier costo.
Al fin y al cabo... era el gatito lindo que querías tanto, ¿no?

— Maldita sea, ¿dónde putas estoy ahora?—chilló molesto el hombre, tras haber bajado el alcohol.

Asististe corriendo.
Le viste tendido en la cama de nuevo, quejándose por el dolor de cabeza que le había provocado la resaca. Te acercaste corriendo, preocupada.

— Husk, soy yo, ¿te encuentras bien?—le apartaste las patas del rostro, esperando verle a los ojos.

— ¿Cómo mierdas quieres que esté bien si me duele todo el puto cuerpo?—gruñó, hostil.

Acariciaste su rostro. Llamaste su atención al instante.

— ¿Dónde mierda me has traído esta vez?

— A mi casa.

— Ya decía yo que estaba demasiado colorido para ser el hospital...—volvió a gruñir.

Cuando intentó levantarse le empujaste de nuevo hacia la cama, levemente, indicándole de quedarse.

— Husk, no es buena idea que te muevas mucho estando en tu estado.—intentaste taparle de nuevo, pero él se resistió.

— Niña, ni se te ocurra tocarme de nuevo con tus sucias manos. ¡Déjame salir de aquí!—gritó.

No supiste reaccionar ante su agresividad, así que simplemente te apartaste instintivamente.

— Oye... ¿dónde dices que tienes el baño?—cuestionó, de repente.

Supusiste que tenía necesidad de ir, así que sin problema le enseñaste el lugar. Esperó a que te fueras para ir él. Te quedaste en la cocina, bebiendo un vaso de agua tranquilamente, pensando seriamente en si querías de verdad ayudarle o no. ¡Qué modales!

Al ver que había salido tras un increíble rato dentro, decidiste ir a ver a dónde había ido a parar. Estaba de nuevo en tu habitación, tumbado sobre la cama. Te daba la espalda.

— ¿Te encuentras bien?—cuestionaste, acercándote para verle el rostro.

— No.—gruñó de nuevo.

— ¿Qué ocurre? ¿Puedo ayudarte? Vamos, Husk, sabes que puedes confiar en mí...

— Ese es justo el puto problema...—apartó la mirada, nervioso.

— Husk, por favor...—te colocaste frente a él, para obligarle a mirarte.

— No insistas, niña, no vas a ir a ninguna parte...—susurró, tapando su rostro y dándose la vuelta de nuevo.

¿El problema era que podía contar contigo? ¿Qué le sucedía para soltar tan instantáneamente aquellas palabras? Te acercaste para abrazarle por encima de la manta, a lo que él respondió sacando la cabeza para ver qué intentabas.
Mierda, sí que estaba nervioso.

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⏰ Última actualización: Jul 08, 2020 ⏰

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