Capítulo I

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— UN NUEVO COMIENZO —

EN LA ACTUALIDAD

Deidara escuchaba las manecillas de su reloj pasar, sabía que faltaban un par de minutos para levantarse pero no podía volver a cerrar los ojos. Las pesadillas eran algo recurrente en su vida, pero nunca se terminaba de acostumbrar a ver aquellos sucesos repetirse una y otra vez todas las noches.    

Había escuchado a Gaara entrar a su casa hace una hora, pero no sentía la fuerza necesaria para levantarse y pasar a saludarle. Quería preguntarle cómo fue su viaje, si traía buenas noticias consigo o tendrían que esperar otra temporada para encontrar una buena oferta más económica.

El café de Iruka era bueno, es el lugar más acogedor del pueblo y el único dónde pueden sentarse a platicar por horas tranquilamente. El problema es que cada vez las ventas bajaban más y no ganaban lo suficiente.

Al ser un pueblo cercano a la gran ciudad del país del fuego, muchos de los jóvenes se van a buscar una mejor vida a la parte más urbanizada, dejando solo a las personas mayores pasar sus días en aquel pueblo.

Pronto, el delicioso olor a Waffles comenzó a hacerse notar y no dudo ni un segundo en ponerse de pie. Amaba la comida de Gaara, jamás le contó a alguien como aprendió a cocinar de esa manera, pero su inigualable sabor era lo que atraía a más de uno y mantenía a flote su pequeño negocio.

Antes de salir escucho la puerta de su hijo abrirse y sus pequeñas piernas correr hacia la cocina para buscar a Gaara. No importa cuantas pesadillas sufriera todas las noches, tampoco las amenazas de su gente que lo perseguían todos los días, su hijo era su motor a seguir y solo por el seguía adelante. Se alegraba de tomar esa decisión en aquel entonces.

Al llegar a la cocina ve a su hijo gritar con feliz.

"¡Tío Gaara!" Grita el niño con emoción al verlo después de tanto tiempo. Sin esperar a que él mayor lo encuentre, se lanza para abrazarlo por las piernas. "¡Estas aquí! ¡Llegaste!"

Gaara estaba sorprendido por el inesperado abrazo, no pensó que alguno de los rubios despertara hasta pasado el mediodía. Debió adivinar que el olor a Waffles despertaría al pequeño niño.

"Haruki, cariño. No molestes al tío Gaara tan temprano" Se deja ver Deidara en la cocina. Aguanta apenas una carcajada al ver a su amigo con el estúpido delantal rosa, waffles en una mano y a su pequeño hijo colgándole de una pierna. "Deja que primero nos sirva el desayuno y luego lo molestas"

"¡Si mami!"

"No puedo creerlo, tu niño es un demonio" Se queja Gaara mientras pone la mesa. "No quiero pensar la clase de atrocidades que hará en un futuro"

"Mi hijo es un ángel, si no fuera por él nuestro negocio estaría en la ruina" Deidara no podía deja de ver como su amigo coloca los distintos platos en la mesa, su estómago ruge cuando el olor penetrante a waffles lo golpea. "Hablas mal de mi niño de nuevo y yo le prohíbo ayudarte en el café ¿Verdad que sí bebé?"

"¡Si mami!" Dice con entusiasmo el niño, sin saber de qué va la plática.

En cuanto el último plato fue colocado en la mesa, ambos rubios no esperaron más y comenzaron a comer.

"Bueno, no importa" Gaara los observa comer con una mueca, aunque en el fondo está complacido de ver a ambos disfrutar su desayuno. "Ya que están levantados, podemos llegar temprano a la cafetería y ayudarle a Iruka con la mudanza"

Deidara se sorprendió por aquello, eso significaba que hubieron buenas noticias en el viaje de su amigo y por la mirada de este, era cierto. Se mudaban a la gran ciudad de Konoha.

Un Papá Soltero (ItaDei)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora